El edificio habitado más antiguo de Santander, en el Cabildo, es un apartamento turístico
Junto a los escudos que indican un pasado señorial lucen las siglas AT que indican que lo que fue el edificio habitado más antiguo de Santander son ahora apartamentos turísticos.
El edificio en cuestión se encuentra en la calle Alta, 30, en el Cabildo de Arriba, céntrico barrio santanderino en el que este 8 de diciembre se cumplirá el 17º aniversario del derrumbe en la Cuesta del Hospital. El derrumbe causó la muerte a Gumersinda Colmenero, su hijo Jesús y un amigo de la familia, Teo, argentino, que vivía con ellos.
La tragedia causó graves secuelas psicológicas al resto de los afectados (Paco, otro de los hijos de la familia, fue sepultado por el edificio, del que logró ser rescatado) de las que la familia Gómez Colmenero advirtió desde el primer momento, antes de que la salud mental estuviera siquiera cerca de estar en la agenda política.
Según recordaba el Ayuntamiento hace años, la construcción de ese edificio se produce a mediados del siglo XVIII: de su información consta que fue construido por mandato de Antonio Fernández de Estrada, alcalde de la ciudad en 1791, quien le mandó construir y poner el escudo en su fachada.
El relato que recuperaba el Ayuntamiento citando a la historiadora María del Carmen González Echegaray nos lleva a una historia de élites y parentescos: en el libro de escudos, en su tomo II página 43, habla de Antonio Fernández de Estrada, que nació en Santander en 1723 y que de muy joven se fue a vivir a Méjico, regresó a Santander con 25 años y a los 38 se convirtió en alcalde de la ciudad.
Se casó con una pariente, Francisca de Estrada y Rivas-Cacho y ambos vivieron en esta casa de la calle Alta 30. Ella era a su vez hermana de Manuel de Estrada y Rivas Cacho, que fue también alcalde de la ciudad en dos ocasiones.
Hoy en el barrio en el que está el Parlamento de Cantabria (el viejo Hospital de San Rafael, que fue asilo, hospicio y clave en la atención sanitaria durante la Guerra de la Independencia o la explosión del Machichaco) queda poco rastro de ese legado señorial: se aprecia que es un barrio antiguo, lo poco que queda de antes del incendio, por el deterioro de las viviendas, sólo interrumpido por algún bloque extrañamente moderno para el entorno.
Las calles que fueron escenario de la aclamada novela marinera de Pereda ‘Sotileza’ (éxito de ventas en vida, un relato de las clases populares marineras, su dura vida y su elitista maltrato tan citado como ignorado) han ido perdiendo cosas que se daban por hecho que podrían durar siempre:
Desde la fábrica de tabaco que dio trabajo a cientos de mujeres (un ambiente recreado por Conchi Solanas en ‘Aromas de tabaco y mar’)
“Las cigarreras han dejado de trabajar pero el oficio vivirá siempre”
hasta lo que se dio en llamar el ‘barrio chino’, la calle San Pedro donde había muy rentables prostíbulos y hoy es un lugar con nombres de otra época tapiados y apenas un par de mujeres que no encajan en ese ‘mercado’ (sic) esperando sentadas mientras la prostitución se fue desplazando: a los jardines de Pereda hasta que llegó el Centro Botín, a las clubes de carretera, a los pisos o a Internet).
No está, más adelante, la cárcel, hoy un aparcamiento. Por no haber, no está ni la asociación de vecinos del Cabildo. En el solar donde un edificio se vino abajo porque en el de al lado se hicieron obras que excedían la licencia florecen malas hierbas e incluso árboles.
Su historia, con todo, sigue ahí oculta, como la Casa de Recogidas –para mujeres que está sobre el Pasaje de Peña, enfrente de los juzgados, y que se atisbó en unas obras de instalación de contenedores soterrados sin que se apostara por recuperar sus restos, mientras tampoco termina de sustanciarse la restauración del Convento de la Santa Cruz.
Despreciada la historia, que en otra ciudad convertiría esta zona en un espacio a visitar por locales y visitantes, queda la ubicación: cerca del centro o las estaciones de tren y bus, bien valorada por los intereses que apuntaron al barrio, compradores de solares o viviendas como ANJOCA a los que la sucesión de crisis económicas y renuncias administrativas ante una complejidad de propiedades y situaciones que no encajaba por soluciones simples, rápidas y de golpe.
La renovación del Cabildo cargaba costes de 40.000 euros sobre familias con rentas de 1.100
De todos los planes anunciados, que implicaban a distintas administraciones bajo el liderazgo del Ayuntamiento de Santander, al final quedó alguna renovación de aceras, alguna rehabilitación de viviendas, la promoción de VPO, Espacio Joven y, en lo privado, experiencias que generan movimiento como el Espacio en Blanco o La Enmienda 18.
El modelo de ciudad dice que el 75% de las viviendas del Cabildo de Arriba deben ser rehabilitadas
Sin prosperar los proyectos o ideas urbanísticas, ni los públicos de rehabilitación, ni los privados de construcción, frustrado el modelo de ciudad y pendientes de un futuro PGOU, lo más novedoso en el barrio son los proyectos privados que (no siendo la zona de la ciudad en la que más se concentran) empiezan a ofrecer viviendas turísticas.
Al final, de la sopa de siglas que se sucedieron a raíz del derrumbe del castillo de naipes (ARI, ARU, ARCU, PERI), la única que ha salido adelante es AT, Apartamentos Turísticos.