¡Jo, qué risa!
“¡Jo, qué risa!” es un homenaje a la figura del payaso. Por supuesto en este homenaje existe una celebración de un recuerdo de nuestra infancia: los hermanos Tonetti que para muchos de nosotros encarnaron a los dos payasos tradicionales: Augusto y Carablanca. Pero al mismo tiempo es un reconocimiento a una figura hoy casi olvidada de nuestra literatura: León Felipe y su payaso de las bofetadas.
El homenaje de El Callejón Teatro a los hermanos Tonetti sigue durante diciembre
Porque esta obra no se limita, ni quiere limitarse, a honrar a estos dos grandes representantes del mayor espectáculo del mundo: el circo, sino que pretende bucear en el personaje del payaso, en su papel, en su función, en la esencia y naturaleza de la risa.
Es el payaso que hace reír en la pista, pero llora en el camerino; es el payaso zote e ingenuo que sin embargo desvela nuestras contradicciones más íntimas; es el payaso que reparte carcajadas pero que a la vez nos inquieta; es el payaso que nos llena de alegría pero que mina nuestras seguridades con su cándida y espontánea manera de mirar y ser en el mundo.
¿Por qué nos hace reír un payaso? ¿Por qué nos reímos con sus caídas y calamidades? ¿Por qué saltan las carcajadas con las bofetadas que recibe o con las tartas arrojadas a su cara? El payaso nos reconcilia con la parte pueril de nosotros mismos, con las desgracias que a todos nos acaecen, con nuestra inextirpable torpeza, con el miedo al ridículo, al abandono, a la soledad, a la muerte.
Pero ¿es la risa que nos provocan los payasos un mero lenitivo, un momentáneo consuelo, un breve paréntesis, un apartar la mirada de los desencantos de la existencia o esa risa de Augusto y Carablanca es una llamada a una vida más auténtica, más espontanea, más amable, a una apertura risueña a la utopía, a la confianza en el ser humano, a la comprensión y ternura hacia nosotros mismos?
¿No nos habrán sido dados los payasos y la risa para dar vida a la esperanza?