La vuelta de Standstill en una noche memorable a su paso por Escenario Santander
crónica por ADRIÁN INCERA
A nueve años de su retirada de los escenarios en 2015, Standstill están de regreso en una gira que se iniciaba el pasado noviembre en Barcelona y que recalaba en nuestra ciudad el pasado viernes 6 de diciembre en la sala Escenario Santander.
A pesar de un controvertido cambio estilístico desde el hardcore/punk de sus primeras referencias al indie-rock posterior de sus álbumes en castellano, la banda gozó de una más que notable popularidad durante la pasada década, especialmente tras la publicación de Vivalaguerra (2006) y el más experimental Adelante Bonaparte (2010). Todo ello hacía de este concierto una cita ineludible para todo aquel que desease reencontrarse con aquellas canciones interpretadas de nuevo en directo. Y nosotros no quisimos a ser la excepción a esto.
Con cierta confusión entre los horarios de la cartelería y los anunciados por la tiquetera, sobre las 20:30 y las 21:00 los asistentes empezamos a llegar al recinto. En un evento de regreso de una banda como era este es normal encontrarse no solo a los habituales de siempre, si no también a viejas caras conocidas a las que es reconfortante volver a ver. Allí entre pequeños grupos nos ponemos al día y, tirando de anecdotario, recordamos la primera vez que pudimos ver a Standstill en Santoña allá por 2007. Fue durante la primera Fiesta Demoscópica de la revista Mondosonoro que se celebró en Cantabria. Otro de los eventos que nuestra comarca por desgracia ha perdido con el cierre hace algunos años de la edición regional de la publicación.
Con una sala a medio aforo, sin invitados previos y bajo una tenue iluminación azul, a las 21:30 los primeros arpegios empiezan a salir de la guitarra de Enric. Son las notas de “Me Gusta Tanto” a las que acompaña la rítmica de la batería de Ricky Lavado, perfectamente acompasada. Las capas de sintetizadores de Ricky Falkner y Victor arropan el espacio mientras poco a poco toma presencia la guitarra de Piti y el tema va creciendo en potencia e intensidad, momento en el cual ya asumimos que estamos ante las puertas de lo que va a ser una noche especial.
Los temas van cayendo uno tras otro sin apenas intermedios. La banda se muestra en perfecta sintonía, como si aquellos casi diez años desde su retirada de los escenarios no hubiesen ocurrido. O tal vez si, y precisamente por ello ahora es cuando, dejadas atrás presiones externas, pueden centrar sus energías en lo más importante: disfrutar de sus canciones y dejar que ellas sean las que hablen.
En sus escasas intervenciones, Enric se muestra agradecido y completamente honesto, con especial emotividad al momento de presentar “Hay Que Parar”, canción que asume ahora re significada con respecto a cuando la interpretaban en su gira de despedida. También hay tiempo para el recuerdo de sus inicios con “Ride Down the Slope” de su segundo álbum Memories Collector (2002) que, si bien deja en evidencia la difícil comunión entre las dos etapas de la banda, sirve como un bonito guiño a la sección del público que se mantiene fiel desde aquella época.
Pero sin duda alguna, el grueso de las miradas se lo lleva la batería de Ricky Lavado, quien mantiene todo el peso de las canciones con la extrema potencia que le imprime a cada golpe. Ello sumado a un set extra de percusiones del lado de Piti, con el que lo acompaña plenamente acompasado, le aporta al directo una presencia totalmente centrada en la parte rítmica. Las canciones toman de este modo un matiz cercano a lo tribal, con el que difícilmente puedes mantenerte impasible en el sitio.
“Cuando planificamos esta gira, pensamos mucho en como plantear este momento de los bises…” comenta Enric hacia el final, para concluir en la decisión de tocar el repertorio completo, evitando esa situación extraña e impostada que tan a menudo es norma a esa altura de los conciertos. Cierran con “Adelante Bonaparte (I)” su pieza más reconocida y, tras los agradecimientos y reverencia hacia el público, se despiden ante la ovación general.
Una escucha superficial a Standstill podría llevarte a referentes cercanos a la tendencia más festivalera de la etiqueta del indie. Pero lejos de esta realidad, sus composiciones están plagadas de detalles y matices que hacen de las mismas una delicia que probablemente haya influenciado a otras tantas bandas posteriores. Ya solamente por esto resulta estupendo volver a verlos sobre los escenarios. Más si es en este estado de gracia en el que parecen encontrarse. Bienvenidos pues y que esta vuelta sea por muchos años.