«Necesitamos vivir con más armonía y mayor empatía comunitaria»

Juan Garay es médico de profesión, pero este mismo año ha levantado un proyecto de Ecoaldea en Entrambasaguas. Propone el regreso a la naturaleza como una forma de abrazar valores que tengan que ver con el respeto al entorno, pero sin dejar atrás el contacto con las dinámicas a nivel local o regional
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El concepto de Ecoaldea es algo que no es nuevo, pero tampoco es algo frecuente. Por eso es recomendable explicarlo bien y evitar caer en determinados prejuicios que hacen ver a personas que se implican en un proyecto de este tipo como gente que quiere vivir al margen de todos los demás y que prefieren ‘pasar de todo’.

Juan Garay participó recientemente en las XI Jornadas de Cooperativismo y Energías Renovables de Solabria, en las que explicó el proyecto Ecoaldea Valyter que tiene en Entrambasaguas y donde también escuchó otras intervenciones que tiene que ver con la desigualdad, especialmente desde el punto de vista energético.

La inequidad es uno de los temas que más le han preocupado en su vida, ya desde niño, y eligió estudiar medicina porque le llamaba mucho la atención el hecho de que hubiese niños o personas jóvenes que perdieran la vida. De hecho, cuenta que ha estado en muchos lugares del mundo donde las desigualdades era muy patente y eso es lo que determinaba su vida, a nivel personal y profesional. La falta de alimentos, pero también la falta de medicamentos es algo que aboca a muchas personas a fallecer antes de tiempo.

Garay es muy consciente de cómo funciona el actual sistema económico, y lo ha visto desde dentro. Estuvo 22 años trabajando para la Unión Europea como responsable de políticas de salud global, y eso le ha hecho ser consciente de la deriva autodestructiva de la humanidad y el riesgo de sufrir un verdadero cataclismo, ya sea porque ocurra un desastre climático o uno nuclear que termine con la vida tal como la conocemos.

Por eso aboga por un regreso a la naturaleza, por pensar en un equilibrio distinto entre nosotros y el lugar donde habitamos, como explica en una entrevista concedida a EL FARADIO, dentro de la sección ‘La energía del cambio’, en colaboración, precisamente, con Solabria, la comercializadora de energías renovables que hay en Cantabria.

Garay espera que iniciativas como la que se está impulsando en Entrambasaguas «vayan ganando adeptos», e incuso afirma que «mi sueño es facilitar que muchos jóvenes puedan iniciar proyectos como este», porque significaría virar hacia un cambio que tenga que ver incluso con una vuelta a los orígenes. Muchas personas nacen en las ciudades, pero hay bastantes que tienen su origen en el medio rural y que lo han abandonado por una vida en un gran núcleo de población y que no confiere unas condiciones de vida demasiado dignas.

Por eso define un ecoaldea como «un grupo de personas soberanas en sus necesidades básicas». Se trata de poder vivir con lo que brinda el entorno, sin depender o dependiendo muy poco de lo que se produce en lugares lejanos. Su experiencia le dice que tenemos que reducir la huella de carbono que dejamos, y para ello es necesario que «el 80% de lo que consumimos tiene que provenir del ámbito local».

La idea de la ecoaldea es agrícola y ganadera, para poder tener todo lo necesario. Pero Garay remarca que eso no significa que vivan de espaldas a la realidad. De hecho, quiere estar pegado a las dinámicas locales y aprender de quienes viven allí y se han dedicado durante toda su vida al sector primario, porque son saberes útiles y necesarios y de los que él no dispone.

La pretensión del proyecto «no es denostar la cultura común ni el sistema económico dominante, sino ser críticos constructivos». Quieren promover «valores de mayor libertad, pero con el mayor de los respetos», no quieren ser un grupo reaccionario que se dedique a cuestionar permanentemente los comportamientos de los demás.

«Queremos ser una célula activa», y no vivir aislados. Les parece que el camino es «vivir con más armonía y mayor empatía comunitaria». Ahí creen que radica el cambio necesario para tener un modo más sencillo y más amable. Caminar por los senderos por los que transitamos hoy en día, en opinión de Garay, es lo que nos puede conducir a esa autodestrucción.

Recuerda las palabras de José Saramago en el ‘Ensayo sobre la ceguera’: «estamos totalmente ciegos y pensando que somos libres, pero el que se quita la venda se pregunta qué estamos haciendo». Y añade que «sólo podemos salir de esto volviendo a la comunidad. Si no haces eso, eres pasto de la manipulación y de la alienación».

Cuenta que Entrambasaguas fue por azar, no buscaba precisamente ese sitio, pero le abre la oportunidad de volver a la tierruca de su madre. Un lugar en el que se siente a gusto y tiene la idea de que pueda haber una red de ecoaldeas a nivel mundial, «contra el absurdo de las fronteras».

De momento es un comienzo, pero con una alianza estrecha con Ecologistas en Acción y también abriendo un círculo de mujeres que viven por la zona. Empezando a tejer, y con ánimo de consolidar.

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