Una, grande y mentira
Parece que es de un tiempo a esta parte, pero no es así.
Parece que las redes sociales lo propician pero, siendo que lo multiplican, no son ni el origen ni las culpables.
Llevamos ya cierto tiempo , en el que se habla , se dice , se comenta, sobre la desinformación y la utilidad de propagar bulos para lograr ésa desinformación. Al servicio de unos intereses espurios e inconfesables, que se encargan de mantenerse convenientemente ocultos.
Sin embargo vivimos en un país, España, en el que si algo está instaurado y arraigado, es la mentira.
Hasta tal punto que se imparte como historia cierta. Generaciones enteras crecieron con la creencia en una falsa realidad que aceptaron como cierta y asumieron como seña de identidad.
El bulo no es nuevo.
El bulo no es una moda que haya venido.
En absoluto. El bulo estaba aquí antes de que usted y yo llegásemos a éste barrio.
Y así, desde la infancia y a base de bulos, nos han ido guiando cual yunta de bueyes uncidos por el yugo, de tal forma que no levantemos la vista de la tierra que hay que arar.
Y así, nos contaron que fue necesaria una «cruzada nacional» para salvar a España , enmascarando de esa forma, durante décadas, incluyendo el adoctrinamiento en la escuela, lo que fue un golpe de estado sangriento, financiado por la banca y al servicio de unos pocos.
Un golpe seguido de misa dominical , del «Fuero de los españoles» , del «Sindicato vertical» y la «sección femenina, presentados como progreso, derechos y emancipación.
Credos tan del agrado de dirigentes actuales y de otros apenas pretéritos de esta tierra.
Credos que había que vigilar no se vulnerasen, con la red de vigilancia e información que brindaban los confesionarios, los conserjes de edificios y los serenos.
Igualmente nos contaron, y siguen en ello, que la transición fue un periodo de reconciliación en el que las dos Españas miraban hacia delante. Dejando el rencor de lado. Como si ese período no hubiera dejado casi 200 muertos. Y no cuento ninguna víctima del terrorismo.
Hablo de obreros, de estudiantes , de manifestaciones reclamando libertad y derechos, en una sociedad en la que supuestamente había democracia. Violencia de origen institucional, fascista, para mantener el orden establecido.
Nos dijeron que teníamos una monarquía, hoy emérita y huida , garante de las libertades y la democracia.
Sin embargo hoy salen a la luz pública ( también interesadamente para diferenciar entre el que éra y el que es ) datos que sólo en algunos ámbitos se divulgaban.
Y así podríamos estar largo tiempo y rellenar hojas y hojas.
Pero, como no hay nada nuevo bajo el sol , vuelve lo vintage.
Lo ultra está de moda nuevamente y , sin necesidad de cantar un cara al sol, resurge con la complicidad de una izquierda inoperante que no sabe, o no puede, o no quiere ponerle freno.
Y con el apoyo de ex-presidentes de turbio pasado, por el que no rindieron cuentas, que tienen que justificar sus salarios en consejos de administración , y servir a quien ahí les ha colocado.
Y así, acerquémonos a un asunto que nos presentaron como necesario e imprescindible. El rescate bancario.
De la misma forma que la banca financió el golpe de estado franquista, el Estado nos hizo apoquinar a escote el desfase financiero que sufrieron por su mala gestión.
Una mala gestión no exenta de engaños a los clientes, en forma de cláusulas abusivas que infectaron la práctica totalidad de los contratos por préstamo hipotecario.
Y , para vender el rescate con papel de regalo, se hizo correr otro BULO.
El que los bancos iban a devolver la pasta.
Y dio pie al gran timo planificado del SAREB
Hoy en día sabemos que de eso nada. Y que los partidos políticos, financiados por los bancos, no van a exigirlo.
Unos porque les parece bien.
Otros porque no se atreven.
Y todos porque a nadie le amarga un dulce en forma de puerta giratoria.
Y ya puestos, pongamos que hablo de vivienda.
Pongamos que hablo de Cantabria.
De las promesas incumplidas. El PP no engaña a nadie.
Es ultra y no lo esconde
– Le importa poco o nada el precio del alquiler, porque cree que se regula solo.
– Le importa poco o nada la educación, porque los pobres cuanto menos sepan mejor.
– Le importa poco o nada la sanidad , porque cuanto peor funcione, más fácil será desmantelarla y privatizarla.
Y le va bien no importándole nada. En Cantabria, haga lo que haga, aunque perjudique a la inmensa mayoría, la gente sigue votándoles.
Así que no me refiero a este gobierno ultra.
Un gobierno que ni alcanza la media, ni se entera de la misa la media, ni le importa.
Me refiero a esos que prometieron una Ley de Vivienda, y no cumplieron.
A quien dicta una moratoria antidesahucios que no impide que en Cantabria haya tres lanzamientos semanales de media.
A quienes se les llena la boca de propuestas en diversos foros para salir en la foto, mientras aquí no presentan una realidad tangible que mejore la vida del lugareño.
A quienes solicitan que Buruaga haga lo que la ultra ya ha dicho que no va a hacer y así tener una excusa de la cual quejarse, y sin embargo no ponen límites a la vivienda turística cuando es algo que sí está a su alcance porque depende de sus ayuntamientos .
A quienes dicen que les importa la gente, y sin embargo no implementan un PROTOCOLO frente a la emergencia habitacional que socorra a sus vecinos , y prevenga suicidios.
A esos vecinos que, a ritmo de tres por semana, son desahuciados.
A quienes no cumplen lo prometido, se esconden y no dan la cara, y sólo se mueven en entornos controlados.
Presumiendo, eso si , de ser grandes partidos.
Aunque esa grandeza no esté al servicio de los cántabros.
Y , nuevamente, así podría seguir y sólo conseguiría aburrir.
Aunque, ahora que lo pienso, quizás estos partidos que se dicen «progresistas», formados por gente que finge hacer, pero en realidad no hace, no existan.
Quizás sean sólo gente ocupada en mover la silla al de al lado , ya sea la del «vende- anchoas» o la del «no hago nada» , y buscar un mejor acomodo.
Quizás sean sólo otro BULO que aparecen en época de elecciones, tras haber sido inoperantes ,para recordarnos que tenemos que votarles.
Por nuestro bien.
Para que creamos que con nuestro voto , traerán la justicia social tantas veces prometida
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