De Cuba a Nápoles, una semana de jazz diferente

Semanas con muchas tentaciones culturales hacen que los propensos a caer en ellas tengamos que elegir. ¿Un clavecinista francés o la presentación de un disco de artistas del bolero cantando villancicos? ¿Música antigua en Comillas o barroco temperamental en Santander? ¿Teatro o una sesión de cortometrajes cántabros? Aprovechando que el jazz pasaba esta semana por Cantabria, proveniente de Italia por el este y de Cuba por el oeste, triunfó la opción de una semana diferente con jazz.
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El Comité – Palacio de Festivales. Sala Argenta – 11 de diciembre

“Somos un grupo de jóvenes que nos encontramos por primera vez en Francia para hacer jazz latino, jazz afrocubano, jazz universal. Somos compositores, arreglistas, artistas que formamos una familia. Nos presentamos como El Comité”. Las palabras del pianista Rolando Luna precedieron a una hora y media de descarga cubana -seis temas y un bis- con largos recorridos por guarachas, boleros, rumbas, canciones con carrusel y mucho groove, esa música que incita al baile.

Ellos son Carlos Sarduy a las trompetas, Irving Acao a los saxos tenor y soprano, Rolando Luna al piano y teclado, Gastón Joya al contrabajo y bajo eléctrico, Yaroldy Abreu en las percusiones y Rodney Barreto a la batería. Habaneros todos nacidos entre 1977 y 1985, formados en conservatorios y deambulantes por los mundos de la salsa, el jazz y lo que ahora llaman música latinoamericana. Dizzy Gillespie visitó La Habana en 1977 y se llevó a los ídolos de este grupo -Chucho Valdés, Arturo Sandoval, Chano Pozo, Gonzalo Ruvalcaba…-. Ahora los hijos musicales de aquellos genios son los que viajan por el mundo y -por primera vez en España- a Santander.

Alegres, sonrientes y desenfadados la noche empezó con sonido de caracolas –Jazz en la plaza– y una sucesión de solos en los que destacaban el dúo de metales, Irving y Carlos maestros y cómplices, siempre dispuestos a llenar las melodías de muchas resonancias y poner sus voces como complemento. Lagrimas negras, tercer tema, fue el momento de Rolando, siempre animoso y jovial: “Si sabes escuchar encuentras en nosotros la música cubana auténtica y tradicional. Es la base de todo”. Gastón firmaba el cuarto tema que, como corresponde, permitió su lucimiento con el contrabajo. La base rítmica funcionaba, tiempos rápidos y velocidades caribeñas, con un expansivo Barreto que invitaba desde su batería a “mover el cuerpo, relajarse y empezar a sentir el groove”. La sala lo intentó en un bis de despedida, una rumba buena para guarachar: “Escucha lo que traigo para que lo goces”. Se gozó y se conoció el “nuevo ritmo cubano” de un grupo -no tan joven- con grandes solistas capaces de hacer jazz puro, puro jazz de polirritmias habaneras.

 

Eleonora Strino Quartet – Auditorio Centro Botín – 13 diciembre

Eleonora Strino nació en Nápoles, junto al mar Tirreno. De familia de artistas, creció viendo los cuadros figurativos de su padre y hermana hasta que le atrajo la música y empezó a tocar la guitarra. Desde la primera vez que escuchó a Jim Hall tocar con Bill Evans supo que quería ser guitarrista de jazz. Estudió primero en Nápoles -Conservatorio ‘San Pietro a Majella’-, luego en Turín y Amsterdam. Aquí empezó una carrera profesional que le ha llevado por casi toda Europa, parte de América y ahora Santander. Su guitarra -Gibson 335, Fender Telecaster- fue el centro de un doble concierto, el primero con seis canciones que no se repitieron en el segundo: doce temas el mismo día en la misma sala para dos públicos diferentes. ¡Se avisa! Sus tres acompañantes de la noche: Claudio Vignali al piano, Giulio Corini al contrabajo y Zeno De Rossi a la batería.

Eleonora comenzó su breve primera jazz-sesión con ‘Secret Love’, pero en la segunda sesión se animó a entrar con ‘Neverland’, una composición que escribió cuando vivía en los Países Bajos y sentía que no tenía una tierra específica, sino que era una ciudadana del mundo. Una canción sin sus circunstancias es menos canción y necesita explicaciones. Luego vinieron clásicos del jazz como ‘I dont’ Mean Thing’ y ‘Just one of Those Things’ y dos temas suyos más, alguno explicado: “Salvador de Bahía en Brasil me tocó mucho y por eso compuse Samba de Salvador”. Una samba que anunció despedidas (concierto en Suiza al día siguiente) y que tuvo un bis muy demandado por conocedores de su primera sesión. Así, la noche se cerró con un solo de voz y guitarra cantando ‘Alfonsina y el mar’. Eleonora mezcla gran creatividad en improvisaciones y técnica muy personal que le permite emocionar con sus composiciones y cumplir con los clásicos. Una guitarrista muy mediterránea que ama el mar y las bahías. En febrero nuevo disco suyo: ‘Matilde’, un tema con historia, inspirado sobre un cuadro paterno con una mujer de larga cabellera ubicada en la España interior y con muchos guiños a la música de guitarra española (lagrimita: los de la primera sesión sí pudieron escucharlo).

Giardini dell’ Arena. Eleonora en el Festival de Jazz de Padova 2022. Fotografía: Fabrizio Cirulli

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