El campo de concentración donde Eulalio Ferrer descubrió El Quijote será declarado Lugar de Memoria
Cuenta Eulalio Ferrer, que cuando tuvo que huir de su tierra, comprometido, como su padre, con la República, El Quijote le salvó le vida.
Tal y como relató en numerosas entrevistas y en sus memorias, ‘Entre alambradas’ –que nos permiten conjugarle en presente–, que acabó, como muchos republicanos ante la llegada a sus pueblos y ciudades de los militares franquistas apoyados por el Ejército nazi alemán y fascista italiano, en un campo de concentración levantado sobre una playa en Francia.
Allí, una noche intercambió tabaco por un libro sobre el que recostar la cabeza mientras dormía. Ese libro era El Quijote de la Mancha, y su lectura, encontrando paralelismos entre compañeros de infortunio y protagonistas de la obra de Cervantes, le permitió mantener la cordura frente a las duras condiciones que suponía la vida allí.
Eulalio Ferrer, el quijotesco talento santanderino emergido en la guerra civil
También fue el germen de su ‘agradecimiento’ al Quijote, que se plasmó en una colección de todo tipo de objetos relacionados con el caballero andante, recopilados en un museo en México, el país que le acogió, como a muchos exiliados, y donde desarrolló una reconocida carrera cultural y como publicista: frente a la segunda playa de El Sardinero hay una estatua, mirando al mar, que donó Eulalio Ferrer a su ciudad.
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UN CAMPO DE CONCENTRACIÓN SOBRE LA PLAYA
Esa otra playa, Argèles-sur-Mer, será declarado el próximo mes de febrero como lugar de memoria, un recurso que permite la Ley de Memoria Democrática (la estatal, la autonómica fue derogada), en uno de los actos que figuran en la agenda del centenar de eventos que a lo largo de todo 2025 recordarán la muerte del dictador Francisco Franco, a la que le sucedería un sistema de derechos y libertades –expresión, manifestación…- que se perdió durante su tiranía.
La declaración no es sólo por la figura de Eulalio Ferrer, a quien destacamos por su condición de cántabro. Fueron muchos los españoles republicanos que acabaron allí, en unas condiciones durísimas que ha rescatado ‘Las hogueras de El Pertús’, una novela gráfica de Alberto Vázquez, un dibujante asturiano que lleva años investigando y entrevistando a exiliados españoles en Francia. El trabajo ha tenido varias presentaciones en Cantabria, en lugares como la Fundación Bruno Alonso, La Vorágine o Dlibros.
El libro recoge además artículos y noticias de la prensa francesa de la época y gran cantidad de documentación gráfica de los campos de concentración en los que fueron recluidos los republicanos españoles al llegar a Francia.
Cuando los exiliados republicanos fueron retratados como una invasión
El título de ‘Las hogueras de El Pertús’ está tomado del Diario de la evacuación de Cataluña de Alvaro de Orriols, protagonista del primer capítulo. El propio Eulalio Ferrer es otro de los protagonistas.
Como documenta este trabajo de investigación, se intentó que los refugiados españoñes que partían al exilio volvieran a España y se les arrinconó en las playas, a la intemperie, en pleno invierno. Dormían haciendo agujeros en la arena para protegerse del clima y, cada mañana, el día empezaba con la playa llena de cadáveres. La prensa conservadora les describió como una invasión, y contra esos grupos de personas se llegó a crear una legislación especial, a clasificarles como “indeseables”
UN TANQUE LLAMADO SANTANDER
Dentro del recorrido por la memoria de lo que fue el franquismo, de quienes lucharon contra él y contra los fascismos que en ese tiempo se coordinaron en Europa y de los avances que experimentó el país en cuanto desapareció, habrá un protagonismo destacado para la liberación de París en 1944 de los nazis que la habían tomado. Esa liberación fue posible gracias a combatientes republicanos, enrolados en el batallón La Nueve, en el que había un tanque llamado Santander.
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La liberación de París, que produce la paradoja de periódicos reconocimientos en Francia al papel jugado por combatientes a los que aquí se obvia, será objeto de recuerdo durante este año, con la exposición ‘Libération. París, 1944. Españoles, Exilio y Resistencia’, y la declaración como Lugar de Memoria del Jardín de la Nueve, un espacio que en París recuerda esa gesta, que cuenta Paco Roca en la novela gráfica ‘Los surcos del azar’.
En Valencia (que durante la Guerra Civil albergó la sede del Gobierno republican) habrá un coloquio sobre el franquismo y sus apoyos, que será coordinado por los catedráticos Ismael Saz y el cántabro Julián Sanz, en el que se abordarán los factores culturales, económicos o religiosos en los que se apoyó la dictadura.
REFORZAR LA DEMOCRACIA FRENTE A CORRIENTES AUTORITARIAS
Son algunas de las referencias a Cantabria en el programa de actos presentado este miércoles por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Reina Sofía –el lugar que acoge el Gernika, el cuadro de Picasso sobre el bombardeo de este pueblo vasco, que se ha convertido en símbolo internacional del horror de la Guerra y recuperado en los últimos meses a la hora de hablar del genocidio en Gaza.
En la presentación, Sánchez incidía en que uno de los objetivos de los actos es «transmitir a nuestros jóvenes la importancia de vivir en democracia», además de “reivindicar, defender y fortalecer la democracia» frente a las corrientes políticas autoritarias, negacionistas y organizadas a nivel internacional.
Durante este año, bajo el lema ‘España en libertad’, se hablará del exilio, del papel de las mujeres o de los sindicatos y movimientos sociales, y habrá declaraciones de lugares de memoria como la Residencia de Estudiantes, uno de los lugares más vinculados a Federico García Lorca, que con la compañía teatral La Barraca visitó Cantabria y actuó en lugares como la UIMP, entonces Universidad Internacional de Verano, un proyecto de inspiración republicana, enmarcado en el trabajo de la Institución Libre de Enseñanza. Es en Santander donde está enterrado el capitán republicano, secretario de La Barraca y última pareja de Lorca, Rafael Rodríguez Rapún.
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