La Plaza del Ayuntamiento de Santander se convierte en escenario de denuncia por las atrocidades en Gaza

La Plataforma de Apoyo a Palestina organiza una concentración en la que refleja lo que está sucediendo en Gaza, donde la cifra de muertos no ha parado de aumentar desde hace 15 meses
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Este sábado, la Plaza del Ayuntamiento de Santander ha sido testigo de una impactante acción simbólica para denunciar las atrocidades cometidas en Gaza y el silencio internacional que las acompaña.

Con una puesta en escena cargada de simbolismo, los participantes han representado algunos de los horrores que se viven allí desde hace 15 meses, cuando comenzó la respuesta de Israel al ataque perpetrado por Hamas en su territorio. La intervención buscaba no sólo visibilizar la violencia extrema, sino también generar conciencia y solidaridad con la causa palestina.

Tras el acto, al que han acudido unas 300 personas, se ha recitado el poema de Mahmoud Darwish, que refleja el amor por la vida del pueblo palestino incluso en medio de la adversidad. Con estas palabras y un manifiesto lleno de denuncias y reflexiones, se subraya la urgencia de trazar un camino hacia la vida para Palestina, frente al genocidio y la limpieza étnica que han padecido durante los últimos 77 años.

Se han presentado datos de la masacre que se está produciendo, destacando que los reiterados ataques han provocado un número de víctimas comparable a desastres históricos como Hiroshima, con un 70% de las víctimas siendo mujeres y niños.

Se insta a los gobiernos a cesar su apoyo a políticas de colonialismo y destrucción. También han promovido el boicot a productos israelíes y la desinversión en empresas cómplices del genocidio. El acto ha finalizado con un mensaje contundente: «Ayudémosles a vivirla», recordando que, pese a todo, el pueblo palestino sigue amando la vida, su tierra, su cultura y la esperanza de un futuro mejor.

Desde la organización agradecen la respuesta de la ciudadanía y reafirman su compromiso de seguir alzando la voz contra la barbarie.

Este es el poema de Mahmoud Darwish que se recitó en la concentración:

Nosotros amamos la vida cuando hallamos un camino hacia ella, bailamos entre dos mártires y erigimos entre ellos un alminar de violetas o una palmera.

Nosotros amamos la vida cuando hallamos un camino hacia ella.

Robamos un hilo al gusano de seda para construir nuestro cielo y concluir este éxodo.

Abrimos la puerta del jardín para que el jazmín salga a las calles cual hermosa mañana.

Nosotros amamos la vida cuando hallamos un camino hacia ella.

Allá donde estemos, cultivamos plantas que crecen deprisa y recogemos mártires.

Soplamos en la flauta el color de la lejanía, dibujamos un relincho en el polvo del camino y escribimos nuestros nombres piedra tras piedra.

¡Oh, relámpago! Ilumina para nosotros la noche, ilumínala un poco.

Nosotros amamos la vida cuando hallamos un camino hacia ella.

Posteriormente se procedió a la lectura del manifiesto:

Hoy estamos aquí para intentar trazar un camino hacia la vida para el pueblo palestino, y para dejar de contemplar en silencio sus muertes. Hoy gritamos ¡Basta! Más alto que nunca, por aquellos que no pueden y cuyas voces son silenciadas.

Alzando las nuestras dejamos de ser cómplices de este genocidio y limpieza étnica, que no son problemas del presente, sino que llevan perpetrándose durante los últimos 77 años.

La diferencia es que hoy asistimos al mayor genocidio del siglo, retransmitido en streaming minuto a minuto a través de las redes sociales, permitiendo que continúe con una escalofriante indiferencia.
Antes del 7 de octubre del año pasado, Gaza tenía una población que equivalía a 4 Cantabrias.

Tan solo en la ciudad de Gaza vivían aproximadamente el mismo número de personas que en toda nuestra provincia.

Imagina por un momento que recibes un aviso de evacuación y no sabes cuánto tiempo dispones para huir con tu familia, con las escasas pertenencias que te quepan en las manos. Imagina dejar tu casa atrás, caminar a pie sin descanso, rumbo a lo desconocido, a una zona que Israel ha marcado como segura.

Imagina que tu nuevo hogar está conformado por unos palos y unos plásticos, que los niños tienen que ir cada día a buscar agua, que no hay luz, ni comida asequible, ni leña con la que calentarse, ni futuro.

Imagina ahora que Israel prende fuego a tu campamento o lanza ataques aéreos deliberadamente, matando a tus vecinos y a tus hijos, en la zona declarada como segura.

Imagina mudarte 10 veces en un año.

Imagina que los niños no puedan ir al colegio, que no haya hospitales cerca si te pones enfermo, porque todos han sido destruidos.

Ahora ya puedes dejar de imaginar, porque todo esto es real y está sucediendo ahora mismo en Gaza.

Tras los reiterados bombardeos, ataques, abuso y persecución de la población civil, han sido asesinados hasta la fecha el equivalente a la población de Torrelavega y Comillas juntas. El 70 % de estos asesinados son mujeres y niños.

El total de muertos por causas directas o derivadas del ataque y asedio del estado genocida de Israel casi a alcanzado a los muertos en Hiroshima.

La suma de los ataques perpetrados es igual a 5 bombas nucleares.

Por todo ello exigimos:
– A nuestros gobiernos que dejen de financiar políticas de colonialismo y destrucción. Este no es solo un problema de Palestina; es una lucha por el futuro de los derechos humanos por y para todos. Si no actuamos, perpetuamos un sistema insostenible que solo beneficia a unos pocos a costa del resto de la vida en el planeta.

Pedimos al pueblo que se una para visibilizar esta lucha, participando en el boicot a productos israelíes y en la desinversión en empresas y entidades financieras cómplices del genocidio.

El pueblo palestino, ejemplo de resistencia pacífica, resiliencia y compasión, ama vivir.

Los palestinos y palestinas adoran compartir un plato de Maqluva en una mesa repleta de invitados; comer naranjas al sol; bailar dabke. Aman su próspera y rica tierra, sus olivos, su música. Quieren pasear a orillas del mediterráneo, cuidar de sus cultivos y de su ganado. Los niños y niñas palestinos quieren volar cometas en un cielo libre de drones y cazas. Quieren ir al colegio, a la universidad, viajar al extranjero y hacerse mayores. Quieren recuperar su hogar, el que siempre fue suyo.

Los palestinos y palestinas aman la vida.

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