La empresa de mantenimiento de las escaleras mecánicas apeló a su “conocimiento profundo” del servicio para justificar la baja del 25%

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El Ayuntamiento de Santander acaba de sacar a licitación, como se conoce el procedimiento por el que se definen las condiciones de un contrato para que empresas privadas compitan por él, el contrato de mantenimiento de las escaleras mecánicas y otros elementos de movilidad como rampas o ascensores en la ciudad, entre otros).

Un contrato objeto de críticas vecinales, políticas o en redes sociales por los continuos fallos de mantenimiento que hacen que muchos tramos estén inutilizados buena parte del año, sin cumplir la mejora a movilidad de personas mayores o personas con discapacidad motora que eran uno de sus objetivos.

En detalle, el nuevo pliego se valora en 4,9 millones de euros por 4 años. Resulta difícil sacar la comparación exacta con el anterior, que duró dos años y se sitúo en 1,1 ,millones, ya que el nuevo implica sustitución de elementos, además de afectar a más tramos (que van creciendo) o resentirse del incremento general de precios en la obra pública.

En cualquier caso, la actual empresa, TK Elevadores España (las siglas responden a Thyssen Krupp) logró el actual contrato después de una baja temeraria de casi un 25%, según documentación de la licitación repasada por EL FARADIO.

En detalle, la baja ascendía a 368.992,80 euros (de un contrato de 1,1 millones) y llamó la atención en el proceso hasta el punto de que tuvo que determinar si era lo que se conoce como una baja temeraria o desproporcionado (es decir: en estos concursos es habitual que las empresas compitan a la baja porque lo premian los propios pliegos, pero hay un límite de baja que si se supera, requiere autorización, en este caso del Ayuntamiento).

TK Elevadores España justificaba su capacidad para presentar esa baja en “la aplicación de procedimientos optimizados”, unido a la “amplia estructura” de la que ya disponía, y su conocimiento “profundo” de las instalaciones, ya que era un servicio que ya estaba prestando (es decir, se presentaba a su renovación).

Por esa experiencia, señalaba en documentación consultada por EL FARADI, podía utilizar los datos reales históricos de horas y materiales del último año, conociendo los costes reales de la explotación; o no necesitaría gastos en formación, asistencias o personal especializada al disponer ya de esa formación.

También aluden a su “amplia” estructura “ya desplegada y consolidada” en la zona, o el “alto nivel de exigencia” en su modelo de atención.

Del mismo modo, no era necesaria la reprogramación o sustitución de equipos, disponiendo de almacén con los materiales necesarios y por lo tanto no siendo necesaria una fuerte inversión inicial en este sentido.

Es decir, la empresa defendió entonces que podía afrontar una optimización de costos por mejora de la eficiencia, y que esa reducción se centraría en lo que se conoce como gastos de estructura, pero no sobre los materiales objeto de mantenimiento o sobre los costes de mano de obra.

El Ayuntamiento aceptó todas estas explicaciones y llegó a la conclusión de que no había una minusvaloración de lo fundamental planteado en el pliego, por lo que no planteó ninguna objeción ni indicación de mejora y se mostró conforme con la baja temeraria.

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