FAMPA Cantabria organiza una jornada sobre coeducación y consumo de pornografía en adolescentes
El próximo sábado 1 de febrero, FAMPA Cantabria celebrará una jornada sobre coeducación titulada «Pornografía, construcción del deseo y violencia».
El encuentro, que tendrá lugar a las 11:00 horas en el CEIP Gerardo Diego de Santander, pretende abordar el impacto del consumo de pornografía en la educación afectivo-sexual de los jóvenes, así como proporcionar herramientas para su comprensión y prevención.
La ponencia estará a cargo de Teresa Vélez Barquilla, graduada en Educación Social y experta en intervención con menores y mujeres en contextos vulnerables. Vélez Barquilla, quien también imparte talleres sobre violencia machista en institutos, ofrecerá claves para comprender la relación entre pornografía, construcción del deseo y violencia de género. La jornada está abierta a toda la comunidad educativa.
Según datos de organizaciones especializadas, el 70 % de los adolescentes en España consume pornografía de manera regular, mientras que más de la mitad de los jóvenes de entre 12 y 15 años reconoce haber accedido a este tipo de contenido por primera vez entre los 6 y los 12 años.
La Agencia Española de Protección de Datos advierte que este consumo puede generar “expectativas distorsionadas sobre la sexualidad” y contribuir a la desinformación en torno a las relaciones afectivas.
También se señala que el contenido pornográfico normaliza la violencia sexual y refuerza estereotipos de género, influyendo en la percepción que los jóvenes tienen sobre el deseo y las relaciones íntimas. De esta forma, se perpetúan actitudes y comportamientos sexistas que pueden trasladarse a la vida real.
Los efectos del consumo de pornografía no solo afectan la percepción de la sexualidad, sino que también están relacionados con la adopción de conductas de riesgo.
Investigaciones apuntan que los adolescentes expuestos con frecuencia a este tipo de contenido presentan mayor probabilidad de no utilizar preservativo en sus relaciones sexuales, de consumir sustancias antes de mantener relaciones y de desarrollar una visión distorsionada sobre la prostitución.
Además, el acceso a estos contenidos a través de Internet conlleva riesgos en términos de privacidad, ya que las plataformas que ofrecen estos servicios pueden recopilar datos personales de los usuarios, lo que los expone a posibles situaciones de manipulación o explotación.
A nivel emocional y social, el consumo frecuente de pornografía se ha vinculado con una disminución en la satisfacción sexual, dificultades en la autoestima y conflictos en las relaciones de pareja. También se ha observado que puede fomentar el aislamiento social, al reducir la participación en actividades colectivas y reforzar la soledad en la adolescencia.
Desde una perspectiva neurobiológica, los estudios indican que la exposición continuada a este tipo de contenido puede alterar el desarrollo del cerebro, afectando la toma de decisiones y el control de los impulsos.
Finalmente, su consumo repetido puede derivar en una conducta adictiva, con consecuencias en el rendimiento académico y en la estabilidad emocional de los jóvenes.