En busca del tiempo perdido
Marcel Proust decia que cuando uno extraña un lugar lo que extraña es la època que vivió es ese lugar, no se extrañan los lugares se extrañan los tiempos
Ahora probemos a empezar la historia desde un lugar diferente. Ese que no te condena a ser un número en las estadística, ese que no habla de ti como si fueras una masa uniforme de personas para una corporeidad difusa y que igual que viene se va, como el mar cuando llega a la orilla, como la risa cuando tropieza con alguien, como el aire cuando respira con prisa, como la tarde cuando se despide otro día. Sale poesía al escribir como si no hubiéramos sentido todo lo que hay por sentir, como si aún quedase espacio para cambiar la realidad, como si de un paso, otro paso y otro paso más hasta llegar a la línea del horizonte que se confunde con una frontera. Y Galeano a lo lejos diciendo en boca del inigualable Mújica, “la utopía nos sirve para seguir caminando”; aunque se aleje no me rindo, aunque no quede sitio para mis pasos. Cavaré el surco en los lugares por donde nadie ha pisado, me saldré del camino, evitaré a los soldados, a la policía de frontera, a los voluntarios que creen que es lo mismo darme una paliza que hacer justicia.
Y todo porque sus credenciales no coinciden con las mías, porque su bandera es distinta, porque no hemos nacido en el mismo lado de la línea. Recuerdo de crío cuando salía a caminar sin mas objetivo de dar una vuelta y averiguar cómo de lejos podía ir. Cuando llegaba al lugar que fuera, cogía una rama y sobre la tierra, dibujaba una línea recta. Y volvía para mi casa. Al día siguiente intentaba hacer el camino de vuelta y cuando llegaba al lugar, que creía era el mismo,la línea ya no estaba, había desaparecido. Pensaba entonces que las líneas se borraban con facilidad, que podías ponerlas y quitarlas donde quisieras, que solo dependía de mi de mis ganas de andar de aquí para allá. Y de nuevo cogía la rama y escribía en el suelo mi nombre. Y en lo que duraba ese trazo reclamaba ese pedazo de tierra. Con la misma rama lo borraba de nuevo y escribía algo parecido a unos versos que no sabían echar raíz. Algo así como la poesía que no necesita derechos de autor para saber quien es.
Contar la historia desde un lugar diferente desde la niñez como decía Proust, nos invita a despojarnos de esas geografías que no serían nada sin nuestro latido que las da vida.
Qué podría hacer para convencerte de que mas allá de la rubrica de mi piel no somos tan diferentes. Qué podría hacer para convencerte de que…
Tal vez si te contara que igual que tú me he levantado esta mañana, que tenía sueño por el madrugón, que me habría apetecido desayunar unas tostadas como las que veo que anuncian en televisión pero que bueno, hoy no tocaba. Que igual que tú me he enfrentado al día con las fuerzas que me quedaban y que he intentado hacerlo lo mejor que sé, aunque, entre tú y yo, me gustaría saber más, hacerlo mejor, pero bueno, es lo que hay… Que he echado a andar, imagino que igual que haces tú, para ganarme el pan. No sé como de largo es tu camino, espero que no sea tan largo como el mío, que no pierdas lo que yo he perdido, a quien he perdido. Espero que tu camino haya sido seguro, tú ya me entiendes, y que cuando has llegado te hayan dejado pasar, es lo normal yo creo. Ojalá tú hayas podido volver con los tuyos, si los tienes, o a ese lugar refugio en el que sientes que estás a salvo, aunque tú y yo sabemos que la mayoría de las veces es una ilusión, pero bueno tampoco está tan mal recurrir a la imaginación como vía de escape, o como reducto de esperanza.
No sé que opinas tú pero tampoco hay que dar todo por sentado, ni lo bueno, ni lo malo, y así la incertidumbre no da tanto miedo y te permite encontrar un hueco por donde asomar la cabeza y levantarla por encima del ese horizonte del que hablábamos antes.
Las historias se pueden contar desde muchos lugares, no son neutros, no te creas, todos tienen su porqué. Si ahora que me conoces un poco, lo que estás líneas nos han dado de sí, tal vez si te digo que soy un inmigrante sin papeles, no cambie tu opinión de mi, o tal vez si, es verdad que no nos conocemos lo suficiente. No sé si es cosa de la corriente que cada vez me cuesta más avanzar, no sé si sera´el hambre, el miedo, o todo a la vez. Echo mucho de menos los lugares donde fui feliz, ¿Te pasa lo mismo? Quizás como Proust lo que echo de menos son los tiempos en que fui feliz. Pero mis tiempos, mis lugares ahora están hechos de futuro. Aún no he aprendido a echar de menos de esa manera. No sé si a ti te pasa lo mismo. No sé si lees a Proust. Aunque, la verdad, no es necesario, todos vamos en busca del tiempo perdido.