«Las empresas del futuro no sólo deben aspirar a ser las mejores del mundo, sino las mejores para el mundo».
El Centro Yunus de la UC viene organizando en los últimos meses un ciclo formativo gratuito en torno a la economía de impacto. Bajo ese concepto se encuadran aquellos proyectos empresariales o de economía social que miran más allá del resultado económico y buscan hacer una aportación a la sociedad. Lo que pretende el ciclo es analizar las formas de medir ese impacto, es decir, confirmar de una forma medible esas aportaciones de cara a conseguir que más empresas, organizaciones o instituciones se sumen a esta corriente, que se refleja en otras denominaciones como la economía del bien común o la teoría del cambio.
La sesión de esta semana estaba centrada en una de las formas más organizadas a nivel global, el movimiento BCorp, que agrupa a empresas que cumplen con altos estándares de desempeño social y ambiental, responsabilidad y transparencia. Estas organizaciones buscan no solo ser las mejores del mundo, sino también las mejores para el mundo, utilizando el poder de los negocios para resolver problemas sociales y ambientales.
Lo explicaba uno de los ponentes, Iosu Martínez Martínez, profesional del sector en IDG’s, una consultora especializada en desarrollo sostenible y responsabilidad social corporativa, quien definía gráficamente que «las empresas del futuro no sólo deben aspirar a ser las mejores del mundo, sino las mejores para el mundo».
Uno de los principales objetivos es lograr una mayor eficiencia, mejorando la relación con proveedores y comunidades locales, lo que se traduce en un impacto económico y social más equilibrado.
También intervenía Gilda Zárate Chabluk, experta en humanización de negocios con amplia experiencia en la implementación de estrategias de impacto social y sostenibilidad, que detallaba las dificultades que puede implicar adaptarse a este modelo, pero también sus ventajas.
El Grupo Consorcio
Uno de los pilares en esta transformación es la Evaluación de Impacto B (BIA), una herramienta que permite medir el impacto social y ambiental de las empresas en distintos ámbitos. A través de este proceso, se identifican fortalezas y áreas de mejora, estableciendo un camino claro hacia la sostenibilidad, y todo en base a indicadores muy específicos que se van cumpliendo, que abarcan conceptos como los consumos o los proveedores, y que además se van renovando.
En Cantabria esa certificación la tiene el Grupo Consorcio, una empresa del sector conservero, que este 2025 cumplirá sus 75 años de vida.
Adriana Onandia, responsable de Comunicación y Sostenibilidad del Grupo Consorcio, destaca que “lo hicimos por conciencia empresarial”, subrayando que la transición hacia modelos más sostenibles responde a un sentido de responsabilidad y no solo a una estrategia de mercado.
Desde 2016, la compañía ha implementado planes de revisión de procesos, productos y estrategia empresarial con el fin de avanzar hacia un modelo más sostenible.
El Centro Yunus y su ciclo de medición de la economía de impacto
El Centro Yunus de la Universidad de Cantabria es una institución dedicada a la promoción del emprendimiento social y la innovación. Inspirado por el trabajo del Premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus, el centro busca fomentar proyectos que generen un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente. A través de programas educativos, investigaciones y colaboraciones con empresas y organizaciones, el Centro Yunus trabaja para construir un mundo más justo y sostenible.
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