«La Antártida es un asombro continuo»

Alberto Serrano es un investigador del Instituto Español de Oceanografía afincado en Cantabria desde hace décadas. Hemos hablado con él en plena misión para probar un nuevo barco que les abre un nuevo panorama para investigar. Le entrevistamos en la sección 'La energía del cambio', de la mano de Solabria, la cooperativa comercializadora de las energías renovables de Cantabria
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Lo que está haciendo Alberto Serrano es un viaje de trabajo, pero donde no para de quedarse boquiabierto. Es la primera vez que se marcha hasta la Antártida y dice que » es un asombro continuo», en una entrevista concedida a EL FARADIO desde el propio barco, el ‘Odón de buen’. Y dice que quienes ya han estado varias veces, siguen sorprendiéndose y se siguen entusiasmando cada día que pasan por estas latitudes.

Serrano es investigador del IEO de Santander, y dirige esta campaña antártica. «El objetivo principal es la prueba de varios sistemas, hemos probado diferentes habilidades o capacidades del buque», que es nuevo, se está estrenando en este viaje, y que cree que les abre caminos muy interesantes para la investigación en los entornos marinos, tanto en los más extremos, donde hay que navegar entre hielo, como en los que tenemos en nuestro entorno. «Científicamente hemos probado las sondas del barco, tanto sondas geológicas para ver cómo es el sustrato marino como sondas biológicas para ver qué comunidades hay en la columna de agua de krill, peces, pelágicos… hemos probado sistemas de robots submarinos que aportan unas imágenes interesantísimas».

IEO, CSIC, Antártida, Alberto Serrano

«Desde el IEO hacemos una labor de asesoramiento científico muy importante al Estado español y también a nivel europeo. Por un lado la parte de asesoramiento pesquero, la parte en la que yo más trabajo es en la parte de respuesta a directivas europeas de conservación del mar, como las estrategias marinas, la directiva de hábitat», explica. Destaca Serrano el esfuerzo que viene haciendo España desde casi medio siglo. Una de las cosas que más se está estudiando allí es el cambio climático. Este investigador recuerda que lo que sucede en los polos de la Tierra también afecta a muchas otras zonas.

Llevan tres semanas allí y han podido hacer un montón de cosas con este nuevo buque polar. Es una forma de contribuir a la investigación a nivel planetario y dentro de un paraje donde se respeta el entorno mucho más que en cualquier otro lugar. El Tratado Antártico hace que la presencia humana allí sea de carácter científico, y que los resultados se compartan también entre investigadores de diferentes países, incluso algunos que hoy en día puedan estar, de alguna manera, en conflicto. Pero el turismo también ha llegado.

Serrano cita datos que dicen que hay cerca de 150.000 turistas al año que llegan hasta la Península Antártica. Es una cantidad irrisoria comparada con España o con Francia, pero es algo que puede empezar a afectar visiblemente a estos parajes. Hay barcos, pero también aviones, que parten desde Chile y Argentina, los países más cercanos, pero con touroperadores de muchas nacionalidades, principalmente países occidentales. Y donde hay presencia humana, hay restos. Han encontrado plásticos en el mar. Poca cantidad, pero lo han visto.

Serrano se dedica sobre todo a «las unidades de los ecosistemas del fondo marino, pero también en el efecto del ser humano sobre los mismos». Y lo que se está comprobando es que «va a haber complicaciones» por el retroceso de los glaciares, las elevadas temperaturas, el aumento de la vegetación verde en algunas zonas del continente.

Pero al ser un lugar donde se nota poco la mano de la humanidad, no ve ecosistemas dañados. De hecho, «me ha llamado la atención el ver esas comunidades tan pobladas y tan diversas de esponjas, corales, estrellas de mar, en la que en una fotograma de tres metros por tres metros ves 100 individuos y 15 especies, eso es algo que nos asombra a los que trabajamos en Cantábrico o el Mediterráneo, que, en las zonas de acción de actividades pesqueras, por ejemplo, prácticamente no hay fauna tridimensional».

IEO, CSIC, Antártida, Alberto Serrano

Se trata de un sitio áspero, por el frío, incluso ahora que es verano allí, las temperaturas están entre los cincos grados bajo cero y los cinco positivos, pero en una zona ventosa y con aire muy frío. De hecho, por prevención de riesgos laborales, han tenido que llevar ropa técnica y los ratos en la cubierta del barco no pueden ser muy largo, porque «te empiezan a doler las extremidades».

Aún así, Serrano está maravillado con los paisajes. Pero el viaje da para mucho más. Está cumpliendo un sueño, tanto desde el punto de vista del aventurero que todos llevamos dentro, pero también desde el punto de vista profesional. Alucinado por todas las especies que está viendo, incluido que ven ballenas por decenas, y porque la misión está dando grandes frutos por las posibilidades que les ofrece el barco.

Cree que esto es lo mejor que le puede ocurrir «a un biólogo marino como yo, que llevo toda la vida, tengo 55 años, y era el objetivo, o uno de los objetivos principales, si no el mayor de mi carrera». Señala que ha cumplido sus expectativas «porque es el sitio más fantástico en el que he estado en toda mi vida. Un sitio increíble».

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