“Los discursos de odio son la antesala de la violencia”

De la precariedad laboral a la soledad pasando por la discriminación y, finalmente, la violencia: Carmen Martín, de CESIDA y ACCAS, desgrana en el Congreso las consecuencias del discurso de odio
Tiempo de lectura: 6 min

La desinformación, convertida ahora en objeto de debate global; o las consecuencias del discurso de odio, que es el que se dirige contra colectivos con algún tipo de vulnerabilidad o discriminación, son realidades que conocen, porque viven, las personas con VIH desde que la aparición de esta enfermedad fuera presentada en los medios con titulares apocalípticos asociados intencionadamente a prácticas consideradas perversas o erróneas desde determinados corsés morales que no terminan de romperse del todo.

Esto provocó otro elemento que sumó padecen muchas personas, el estigma, es decir, una serie de estereotipos con consecuencias reales en la vida diaria, desde el rechazo social hasta la precariedad laboral y pobreza económica, hasta llegar a la violencia física que siempre es el destino de los discursos de odio: si en otros casos están focalizados en la propia identidad de los destinatarios (migrantes, LGTBI), en este caso son por lo que, hay que remarcarlo, es un asunto de salud. Nos parecería una aberración insultar, despedir o pegar a alguien por tener gripe o cáncer, y es lo mismo.

Por eso la voz de los colectivos que trabajan con las personas con VIH, como CESIDA (la organización estatal en la que se integran asociaciones como la cántabra ACCAS) es una de las voces necesarias que suman a la hora de buscar el Pacto de Estado contra el discurso de odio, en lo que trabajan distintos colectivos y que sigue dando pasos, como las comparecencias en la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados.

Ayer intervenía la cántabra Carmen Martín, coordinadora de ACCAS y miembro de la directiva de la estatal CESIDA, quien defendía la necesidad de luchar contra esta tormenta perfecta de odio, estigma y discriminación –y que tuvo que poner en valor frente a parlamentarias de Vox que llegaron a cuestionar el efecto real de las discriminaciones y vincular la lucha contra ellas con la censura, e incluso trataron de convertirla en discriminaciones hacia ellos).

LAS CONSECUENCIAS DEL ESTIGMA

En su intervención, Martín ha desgranado distintos estudios científicos que recopilan el estigma de las personas con VIH y sus consecuencias (todavía en 2021, un 8% de la población pensaba que debían estar apartados e identificados públicamente; y en 2024 una de cada diez personas sufrió comentarios discriminatorios por su estado de salud; en general, el 63,2 % de las participantes del estudio han vivido estigma a lo largo de su vida).

Más allá de los datos, “el estigma sigue siendo una barrera enorme para quienes vivimos con VIH. No solo enfrentamos el miedo a la visibilización, sino también el riesgo de perder nuestro empleo y la incertidumbre de si seremos rechazadas en nuestras relaciones personales”, advirtió Carmen Martín,

Tras recordar las consecuencias en el mercado laboral (por tanto, en los ingresos para sobrevivir), desde el miedo a revelar su estado por el temor a consecuencias, hasta las situaciones de discriminación, pasando por la mayor presencia en trabajos precarios, consecuencia de todo esto, repasó también las situaciones de soledad, casos de suicidio, problemas de salud mental por ocultar el diagnóstico para no perder ingresos o por el aislamiento social como otras de las consecuencias asociadas al estigma que todavía sufren las personas con VIH.

Y que se suma a otras discriminaciones que incrementan, como por ejemplo en mujeres, personas migrantes o el colectivo LGTBI.

Otra, que dificulta mucho el trabajo de asociaciones como CESIDA y de las personas que viven con VIH, es la desinformación, ligada al discurso de odio, al estigma: es algo que impide explicar cuestiones sobradamente demostradas como que los nuevos tratamientos hacen la carga viral indetectable, y si es indetectable, es intransmisible.

Y la desinformación no sólo se basa en un desconocimiento de evidencias científicas y sanitarias con décadas de recorrido o en el miedo a la transmisión que viene de este desconocimiento, sino que “también ha servido como excusa para enjuiciar estilos de vida, identidad, orientación sexual u origen”. “Nos acusan de inmoralidad por promover el uso del preservativo, cuando es un método preventivo eficaz”, puso como ejemplo, reivindicando los talleres de educación afectivo-sexual que se imparten desde CESIDA y reclamando en general una mayor educación en este ámbito (también cuestionada por las mismas voces que emiten estos discursos de odio por motivos de salud).

Sino también porque el discurso de odio está detrás de situaciones de discriminación, de insultos (no hace tanto se volvió a escuchar el “sidosos” en una manifestación de grupos ultra), y, recuerda, “el discurso de odio es la antesala de la violencia”.

Finalmente, Martín advirtió de que no siempre se denuncian porque la denuncia implica visibilizarse, y eso, asociado al estigma, tiene un efecto disuasorio (mayor en ciudades pequeñas o pueblos).

La diputada de Sumar, Engracia Rivera Arias, miembro de Izquierda Unida, reconoció el trabajo de CESIDA y subrayó la necesidad de medidas urgentes para combatir la serofobia y los discursos de odio. «Sabemos que el estigma es una de las principales barreras para que muchas personas accedan a diagnóstico y tratamiento», afirmó.

Desde el Grupo Socialista, José Luis Gutiérrez Santiago defendió la importancia de entidades como CESIDA para avanzar en la protección de los derechos de las personas con VIH. «Gracias a su trabajo se han eliminado restricciones injustificadas, como la prohibición de acceder a empleo público», destacó. También mencionó la dispensión gratuita de la PrEP (profilaxis prexposición), una medida clave para la prevención del VIH.

FORMACIÓN Y DERECHOS

Frente a estos discursos y prácticas, lo que hace falta, las líneas de trabajo sobre las que pivota CESIDA, incluyen formación, recursos y un marco de derechos. “Es esencial la atención psicosocial, la cobertura de necesidades básicas, la atención psicológica, la inserción sociolaboral y la educación en prevención”, denuncia.

Además, CESIDA recibe cada año denuncias por discriminación en el ámbito familiar, laboral, sanitario, en el acceso a derechos, seguros, vivienda y prestaciones sanitarias.

CESIDA (Coordinadora Estatal de VIH y Sida) es la entidad más representativa del movimiento ciudadano de VIH en España, aglutinando a más de 120 organizaciones de todo el territorio. Su labor se centra en la defensa de los derechos de las personas con VIH, la prevención y la sensibilización.

ACCAS (Asociación Ciudadana Cántabra Antisida) es una organización con más de 30 años de trayectoria dedicada a la atención y acompañamiento de personas con VIH en Cantabria. Ofrece servicios de asesoramiento, apoyo psicológico y prevención del VIH.

Para contactar con CESIDA, se puede visitar su página web www.cesida.org o seguir sus redes sociales en Twitter (@CESIDA_Nacional) y Facebook. ACCAS, por su parte, tiene información en www.accas.es y en sus perfiles de redes sociales (@ACCAS_Cantabria).


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