
«Ni un pelo de rubias nace para ayudar a esas bandas pequeñas que no tienen voz»
Cuántas veces habremos dicho o pensado eso de ‘las vueltas que da la vida’ y dónde se puede terminar. En este caso, hablamos de Mamen Rodríguez, una andaluza que ha terminado en Asturias, y una asturiana, Isabel Caballero, que se ha convertido en su compañera de blog, que ha pasado algunos años viviendo en Cantabria y ahora vive en Bilbao.
Les encanta la música e ir de conciertos, y se han embadurnado lo suficiente de escena musical como para tirar con un canal diferente en el que se hacen fuertes, especialmente si hablamos de géneros como el punk o el hardcore. Se llaman ‘Ni un pelo de rubias’ y no son un fenómeno de masas, ni tampoco buscan serlo. Ya cuentan con algunos miles de seguidores en Instagram, pero lo que les mueve es la base. Ya hay muchos espacios en los que hablar sobre Arde Bogotá, Parkway Drive o la futura megagira de Metallica. A ellas les atrae más la escena ‘underground’, con gente que necesita tirar de sus ratos libres para avanzar en un proyecto musical. Y eso necesitan ellas mismas para hacer contenidos.
Como pista de su forma de ver las cosas, llaman a sus encuentros digitales con bandas de música ‘no entrevistas’. Cada semana invitan a una banda (y de Cantabria ya han pasado unas cuantas) y parece haberse convertido en un sitio por el que las bandas se quieren dejar ver.
La tecnología hace que llevar a cabo este tipo de contenido sin estar juntas sea completamente posible, aunque reconocen que se ven menos de lo que les gustaría y se declaran «culpables las dos en ese sentido, pero tenemos vidas de adultas y tampoco tenemos un tiempo exagerado para ocio de ese tipo». Cantabria es lo que tienen que cruzar para verse y Mamen ya es consciente de que eso supone una hora y cuarto por la A-8. ¿Punto positivo? que dominan escenas diferentes y pueden estar a la vez en dos conciertos distintos. «Para ser dos mindundis, no lo hacemos nada mal el cubrir tantas cosas», refleja Isabel en una entrevista concedida por ambas a EL FARADIO.
El crear contenido después de la jornada laboral supone que no puedan hacer todo lo que quieren, pero eso también las iguala con las bandas que entrevistan, que tienen que buscar ese rato para ir al local de ensayo o para conceder una entrevista a fondo, como las que hacen ellas dos. Hace falta una labor de búsqueda de información, de escucha de la música y así poder ofrecer un buen rato divertido y sin repetirse en exceso. Y acostumbrarse a hacer algo a lo que no estaban tan habituadas.
Una o dos horas de exposición no son algo tan fácil de hacer, y el resultado, o la propia experiencia de la entrevista, no siempre sale igual. Las hay en las que se divierten, en que les cuentan historias preciosas, los miembros de las bandas se abren a contar lo que sea, y otras en que la química no se crea tan fácilmente. Como le puede ocurrir a cualquiera en su trabajo. Pero basta una buena experiencia para que se sientan más plenas, como reconoce Mamen.
Pero la idea es poder hablar de lo que significa tener un grupo de música y qué conlleva, o lo que quieren transmitir. «Ni un pelo de rubias nace para ayudar a esas bandas pequeñas que no tienen voz», define Isabel. La chispa de compartir un proyecto, de tener unos amigos con los que conectar tocando una serie de instrumentos, elaborando un mensaje y componiendo música. A veces puede ser la forma que tenga un individuo «de tener cuatro colegas con los que hablar una vez a la semana».
La reflexión de Isabel se encamina también a que «la gente está muy sola. Y la gente tiene cero apoyo y cero ayuda», una de las cosas que hemos oído decir, muchas veces, a componentes de grupos de música, sobre todo de los que empiezan y lo tienen que hacer todo por sí mismos. El proyecto de Ni un pelo de rubias sí es una manera de ayudar a esos grupos. Pero también a sus seguidores. Cuando alguno reconoce que espera la llegada de su contenido para poder tener un rato realmente distraído de sus problemas rutinarios, eso se convierte en combustible para que Mamen e Isabel sigan por el camino que han elegido. «Objetivo cumplido. Me da igual los seguidores. Me da igual la repercusión», resume Isabel.
Les preguntamos por bandas de Cantabria que conozcan y sigan. Citan varias, pero se quedan, sobre todo, con dos: Wet Cactus, como la gran banda de la Comunidad, y Killing Bananas, por lo divertidos que son, musicalmente y también en cuanto a interactuar con ellos y compartir un rato entre risas.
Y en cuanto a lugares de conciertos, también aparecen un par de sitios con fuerza: la asociación Los Bancos de Atrás, de Unquera, y el Rock Beer The New, que sigue siendo el espacio de Santander con una mayor programación de música en directo.
El machismo en la escena musical
Precisamente por ser dos mujeres llevando a cabo un proyecto musical, es interesante conocer su punto de vista sobre lo que ven, lo que viven y lo que huelen que hay dentro de una escena donde sigue habiendo un predominio evidente de bandas masculinas y con un público también mayoritariamente compuesto por hombres.
Recientemente se ha añadido una circunstancia que ha sido motivo de muchas conversaciones. La semana pasada hacía parada en España una banda californiana llamada El perro, pero se dio a conocer el testimonio de una expareja de su cantante que hablaba claramente de maltrato hacia ella. Hubo conciertos que se cancelaron. La pieza de dominó que fue la primera en caer y empujó al resto fue la banda Cordura (pasaron en enero por la Asociación Cultural Octubre de Torrelavega y aquí pudimos entrevistar a su cantante, Sergio Anero), que iban a ser quienes acompañaran a El perro en Portugalete, pero se negaron a hacerlo una vez que conocieron los hechos.
Mamen cree que quedan muchas bandas por destapar por comportamientos machistas. «La escena musical del mundo se quedaba con la mitad de los grupos», opina. Y añade que «nos falta mucha gente a la que poner en su lugar todavía, que sabemos nombres y apellidos».
Isabel es pareja de Anero. Aparte de alabar la decisión de la banda, por haber sido «tajante» y no dedicarse a debatir nada, cree que ha sido una situación desagradable por comunicados publicados «que no decían nada», por cuestiones burocráticas y de papeleos para, finalmente, cancelar los conciertos, y por el señalamiento que ha habido de la mujer agredida, de la que se ha llegado a divulgar una imagen en redes sociales, cuando «la foto que tiene que rular por ahí es la de ese señor. Para que todos lo conozcamos y no nos acerquemos a él. Y se vaya a un sitio a arreglarse la cabeza».
Sin embargo, la actitud habitual es la de señalar a la víctima y cuestionar su testimonio, como si fuera habitual que haya mujeres que decidan destrozar la vida de un hombre a base de mentiras. «Al contrario, sí. Por norma general, los tíos maltratadores sí se levantan por la mañana y dicen, hoy es mi día, voy a tocarle las pelotas a esta señora. O voy a cargármela».
También afirman que en alguna de sus entrevistas se han encontrado alguna actitud poco sana, como que un grupo de hombres se pueda permitir darles lecciones. «No entiendo por qué tengo que aguantar esa lección de señorío cuando le puedo decir, pues creo que estás equivocado, o por ahí no vayas».
Isabel señala que «este proyecto igual no hubiera crecido tanto tan rápido si hubiéramos sido dos tíos, porque hay que ser realistas, pero volvemos al machismo, también crecemos porque somos dos tías rubias». Y parece que es como si molestase, a algunos, que Ni un pelo de rubias pueda tener una cierta notoriedad, como si le estuviesen quitando el sitio a alguien. Lo reflejan hablando de los comportamientos de algunos hombres, que les dan esa palmadita de apoyo, pero en realidad se vieran incomodados porque el proyecto les supone una especie de competencia. Un complejo de inferioridad. Aunque también subrayan que esto no es algo mayoritario.
Los comportamientos machistas siguen sucediendo en los conciertos, entre el público. Mamen lo retrata así: «¿No te han cogido el culo nunca? A mí me ha pasado muchas veces». Isabel lo expresa de otra forma: «no me gustan las tías que dicen, no, a mí nunca me ha pasado nada raro en estos ambientes. Sí, te ha pasado algo raro, fijo, pero lo has normalizado».
Pero esto no significa que ellas se sientan incómodas cuando salen a ver un concierto. Ni tampoco que la mayoría de las bandas sean masculinas. Pero sí ve que ha aumentado el público femenino y «que nos estamos haciendo un hueco. Y que cada vez, por desgracia en estos últimos tiempos, se están quitando caretas de hombres que tocan en bandas y que aprovechan esa situación para abusar, maltratar, etc». Y tiene claro que rechaza por igual a quien esté fuera de lugar, sea hombre o mujer.
También dejan claro que lo que sucede en la escena musical que más se adapta a sus gustos es una pequeña parte de todo. «Con destapar todas las que tenemos en nuestro sector, vale, los demás que se ocupen de los suyos».
Ambas remarcan lo importante que ha sido tener familias donde la mayoría de las personas son mujeres. Por eso ven en la educación y la reeducación la clave para cambiar conductas que siguen produciéndose, ya sea dentro o fuera del mundo de la música. Isabel explica que «el 90% de mis colegas son tíos, pero tenéis unos micromachismos dentro y no os dais cuenta de qué pasan. Eso no es malo, pero está tan normalizado que a nosotras sin querer nos salta el automático». La clave es empezar por los círculos de cada uno, con nuestro padre, nuestro hermano, nuestro mejor amigo, para ayudar a comprender que hay cosas que no pueden ocurrir y no convertirnos en cómplices de ellas. Ayudar a andar el camino hacia la igualdad real.