
Cultura(s) de barrio(s)
“Preferíamos encontrarnos en el puente, en la terraza de un café, en un cine-club agachados junto a un gato en cualquier patio del barrio latino. Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.” (Rayuela, de Cortázar)
Así empieza cultura(s) de barrio(s), en ese “andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andamos para encontrarnos” que no nos conocemos, pero nos reconocemos cuando nos encontramos por el barrio, cuando hacemos de él la península de nuestras búsquedas, de nuestras batallas cotidianas, de nuestra necesidad de dar sentido a las miradas que se tropiezan, a los espacios que se comparten, a ese «pieza a pieza» que construye sobre la base de que somos por lo que hacemos no por lo que decimos.
En esta era de posmodernidad asumida, voluntaria o involuntariamente, quienes hablan y dan carta de naturaleza a la realidad que nos rodea, a veces, casi siempre, se apropian del imaginario popular para utilizar su potencial simbólico; la fuerza de sus raices incrustradas en la identidad de los pueblos, que oficializa dichos términos. Como si las albarcas llevaran el logo de Nike y Nike no se lo hubiera robado al Templo de Atenea Niké quitándole simplemente la tilde. Y así ese “de lo que no se habla no existe” coge la parte mas vergonzosa que interiorizamos para perpetuar rupturas, imposicones, miedos, vejaciones, tabúes, pero también aquello que nos permite ser más libres. Si no hablamos de lo que ocurre en nuestros barrios, en nuestros espacios de conviviencia, donde construimos los códigos que luego convertimos en costumbres, en reglas no escritas, para la arquitectura de lo común. Si no hablamos de la solidaridad entre vecinos parece que es como si no existiera y aceptemos el discurso de ese no hacer nada si total no sirve de nada. Y es mentira, porque si que se hace algo, y quienes lo hacen siguen, y están ahí se hable o no de ellos y de ellas.
Pero si no hablamos de como los actos cotidianos pueden romper las barreras de la ignorancia, del miedo, del clasismo, del racismo, del machismo y de todos los malditos -ismos que nos encorsetan en categorias tan huniformes que nos uniformizan, parecería como si no existiera. Si no hablamos de las luchas vecinales, del apoyo mutuo que cada día se da, de la acción directa, de la capacidad de autooganizarse que tenemos a la hora de construir una rampa, una escuela «en un barrio que no se rindió»y de muchos más, es como si no existiera, como si nunca hubiera existido. Y al hacerlo renunciamos a esa parte que nos hace libres, tanto como podamos, que nos hace más justos, más cooperativos, mas solidarios, porque nos damos cuenta de que ademas juntos somos mas fuertes, juntos somos mejores. Lo vemos cuando organizamos una acción colectiva que parte de un hecho particular, porque nos vemos reflejados en él: Cuando ayudamos a un vecino a rehacer su casa, a una familia a llegara fin de mes, a un compañero a tener un espacio donde encontrar apoyo. Cuando tejemos redes nos hacemos mas fuertes y no solo nos ayudan a resistir cuando vienen mal dadas, sino que son el primer paso para construir alternativas que no deshumanicen, que no oculten, que no tapen todo ese potencial humano que cada día se muestra.
Antes de plantear este proyecto pensábamos en el peligro de volvernos indolentes, indiferentes. De que nos aplastara ese peso muerto de la Indiferencia del que hablaba Gramsci. Puede que así sea, puede que así haya sido siempre, pero también sucede todo lo contrario, cuando nos damos cuenta de que existen espacios, cuando somos conscientes de su utilidad y de que sólo depende de nosotros y de nosotras que sea posible; cuando se convierten en herramienta y soluciones, en ese momento sentimos que nuestro grano de arena sirve. Y eso nos activa, nos compromete, nos vincula y nos hace creer que la realidad no es algo inmutable, heredado e inamovible, sino que se puede cambiar y sólo de nosotros depende. Cuando eso pasa somos imparables; por encima de intereses, de mercados, de discursos de odio y exclusión. Por eso necesitamos mostrar, visibilizar toda esa realidad que no sale en la primera página de los periódicos, en los algoritmos de internet, que no abre informativos o no forma parte del “prime time” de nuestras vidas, o que se anuncia siempre como el pie de página de lo que hacen “otros” nunca tú.
Mostrarlo no es un ejercicio de candidez, sino todo lo contrario. En este mundo, donde el horror es la norma y las burbujas de cristal el exilio, es un acto de realismo incontestable. “Culturas de Barrios” no aspira siquiera a tanto, pero si a parte; mostrar como en nuestros barrios y pueblos, entre nuestros vecinos y vecinas, asociaciones, colectivos y personas cuyo carnet de pureza ideológica y moral son sus acciones, sus contradicciones y su voluntad de hacer algo. Y es que como decía Kortatu “hay algo aquí que va mal” y ellas y ellos, conocedoras o no de Kortatu o de Rocío Jurado -eso es lo de menos-, actúan porque lo saben y a ninguno y a ninguna les da igual.
Por eso cada día se levantan “sienten, piensan y luego actúan” haciendo que ese eslogan publicitario vuelva a su sentido verdadero, recuperando su verdadero significado como el de palabras libertad, igualdad, fraternidad, al margen de los juegos del mercado, de valor y cambio, de ponerle a todo un precio. De tratarnos a todos como un bien de consumo. Por eso, cuando bajamos los escalones, y volvemos a ras de suelo, recuperamos la altura de mirarnos a los ojos y reconocernos en el otro. Y ese primer paso, y muchos más, hay personas que lo dan cada día; que cada día avanzan, luchan, construyen, trabajan, no se rinden y no se conforman. En “cultura(s) de Barrio(s)” intentaremos que “Se hable de lo que existe”. Evitaremos como decían en “El club de la lucha” que lo que poseemos nos posea y así resignificaremos palabras como valor y cambio, porque el valor está en todas esas acciones, en todas esas redes que se tejen para amortiguar los golpes, pero también para cobijarnos, para darnos abrigo, para cuidarnos, para hacer comunidad, para “hablar de lo que que existe”, para construir un cambio.
Nuestro objetivo es visibilizar, mediante el arte, para reconocer y apoyar las diferentes acciones y luchas que existen en nuestra tierra (tanto individuales como colectivas), que se ven. unas más que otras, algunas menos, y ponerlas en valor, pero en ese “valor” que nos hace mejores, mas justos, más solidarios. De ese “valor” que nos hace luchar cada día por construir un mundo mejor. Nada de utopías; a golpe de hechos y de pura realidad. Porque “andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”. Esa es la vocación de “Cultura(s) de Barrio(s)”. Ahí nos vemos.
Nota: Queremos agradecer, como parte del proyecto, la colaboracíon desinteresada de artista Enrique Cintrano (Kool), autor de la imagen de portada. Para más info: https://koolstar.biz/