Según explica el ministerio público en su escrito de acusación, el acusado se aprovechaba de los momentos en que su madre no estaba en casa y “proponía o forzaba a realizar conductas sexuales a su hermanastra, actuando con propósito de satisfacer sus libidinosos deseos”.

Así, “numerosas noches le mostraba pornografía en su teléfono móvil y le proponía practicar posturas sexuales”; “algunas de esas noches, el acusado agarraba por el cuello a la menor y la forzaba a que le realizase felaciones o le masturbase manualmente, lo que la menor hacía”.

“En otras ocasiones –continúa el escrito-, el acusado conseguía el mismo propósito diciéndole que si se lo contaba a su madre la violaría”.

Cuando la menor cumplió diez años, el acusado “de forma frecuente le manoseaba los pechos, glúteos y vagina”, y cuando ella ya tenía doce, “en repetidas ocasiones le propuso tener relaciones sexuales”, lo que no consiguió debido a la resistencia de la menor.

Para la fiscalía, el acusado es autor de un delito continuado de abusos sexuales con acceso carnal a menor de dieciséis años, merecedor de quince años de prisión, veinte años de alejamiento y prohibición de comunicar con su hermanastra, ocho años de libertad vigilada y diecinueve años de inhabilitación para desempeño con menores.

En concepto de responsabilidad civil, solicita el ministerio público que el acusado indemnice a la chica en 30.000 euros por los daños morales que le ha causado.