Reflexiones sobre la muerte

Tiempo de lectura: 4 min

A medida que pasan los años, la «parca» se va aproximando, cada vez más cerca con gente de tu edad, de tu generación y en otras con las personas de más años, cada vez menos, con las que tienes algún vínculo.

Quizás, aceptemos como algo más natural el fallecimiento de los más mayores, pero sin embargo de quienes tienen tus años y si la muerte es repentina, te afecta mucho más.

Nadie nos ha hablado y enseñado cuando éramos pequeños, del proceso natural de la muerte para todos los seres vivos. Ni tampoco nos educan en las emociones, en la inteligencia emocional. Esta sociedad está hecha para que la experiencia y dureza de la vida en ocasiones, te lo enseñe, sobre todo con los familiares más cercanos, padres, madres, hermanos/as, primos…..o amigos íntimos. Se hace camino y resiliencia con el surfear de la vida.

Cuando en un breve espacio de tiempo, ves «irse» a personas muy próximas y asistes a los rituales de la muerte, en tu cabeza pasan muchos pensamientos, con imágenes, recuerdos, emociones y sentimientos. En esos rituales estás con la gente, con los familiares de esos seres que ya no están, que se acaban de marchar. Es un proceso en un primer momento duro, en donde la empatía toma protagonismo y las sensibilidades, la tristeza, como las células espejo del cerebro, se acoplan. En un segundo momento, surgen los comentarios de cómo ha sido: era muy mayor y ya no tenía la cabeza en su sitio, estaba muy enfermo y es lo mejor que podía pasar, nadie se lo esperaba, cuando es de repente, etc.. Asentimiento y desear lo mejor a los familiares. El duelo es un hecho psicológico que tiene que pasar.

Otros temas que suelen surgir en estos eventos, son los deseos de cada uno cuando nos toque ser el protagonista. Unos dicen que yo quiero ser enterrado en un «adosado». Otros incinerados y repartidas sus cenizas en un lugar «idílico» o significativo para él. La verdad es que actualmente no hay muchas más opciones aunque queramos, pero lo cierto es que más o menos tampoco vamos a decidir.

Si nos acordamos de la película «Las aventuras de Jeremiah Johnson» los indios dejaban a su fallecidos sobre sobre unos soportes para que el tiempo, los animales y la naturaleza hicieran su trabajo. En otra película «La balada de Narayama» los ancianos que llegaban a los 70 años, debían abandonar el pueblo para ir a vivir en la cima de la montaña Narayama hasta que les llegaba la muerte.

Actualmente, ni siquiera cuando estás mal y la muerte es muy previsible, hay mecanismos fáciles para que podamos decidir o desenchufarnos definitivamente mientras somos conscientes. Exigimos estar sin dolor, sin sufrimiento, como mínimo. No tenemos, desgraciadamente para algunos, un «botón» de «End».

Es difícil, o no estamos preparados para imaginarnos nuestra propia muerte, el «irte al huerto». Sí puedes imaginarte mientras estas vivo hoy, la previsible tristeza por el sufrimiento de tu gente próxima y querida. Es ley de vida.

En nuestra sociedad, los cristianos y muchas veces los no cristianos, están sujetos a las pautas que la Iglesia católica, apostólica y romana sigue monopolizando con sus ritos y símbolos, la cruz de Cristo, los funerales, la retórica de los curas con el deseo de que el difunto alcance la vida eterna. Tienen que mantener su tinglado.

Es muy difícil salirse del carril cuando uno se muere, y mucho menos cuando tú ya no decides, para buscar formas más naturales de abandonar este mundo físicamente, espiritualmente no lo sabe nadie. La dualidad cuerpo-alma que ya en su momento hablaban los filósofos griegos, sigue en el aire.

Podrían salir muchas muchas más reflexiones personales y filosóficas sobre la muerte cuando te toca de cerca, cuando alguien a quien quieres se va. Nos quedamos con nuestros pensamientos, con nuestras emociones y sentimientos que en ocasiones preferimos tenerlos a solas, incluso llorar es necesario.

Del carácter económico de la muerte ni hablamos, porque morirse vale un riñón, para eso está montado el modelo capitalista y su normativa.

Nos conviene recordar de vez en cuando: Tempus fugit, carpe diem.

 

Mostrar comentarios [0]

Comentar

  • Este espacio es para opinar sobre las noticias y artículos de El Faradio, para comentar, enriquecer y aportar claves para su análisis.
  • No es un espacio para el insulto y la confrontación.
  • El espacio y el tiempo de nuestros lectores son limitados. Respetáis a todos si tratáis de ser concisos y directos.
  • No es el lugar desde donde difundir publicidad ni noticias. Si tienes una historia o rumor que quieras que contrastemos, contacta con el autor de las informaciones por Twitter o envíanos un correo a info@emmedios.com, y nosotros lo verificaremos para poder publicarlo.