LA ENERGÍA DEL CAMBIO

«No es consecuencia del cambio climático y la degradación ambiental que las democracias estén afectadas y debilitadas. Es un requisito»

Fernando Valladares llega este miércoles a la Semana de la Ecología del Barrio Covadonga de Torrelavega. Hablará de ciencia y cambio climático, pero también de bulos y desinformación. Conversación con él en 'La energía del cambio', en colaboración con Solabria, la cooperativa comercializadora de las energías renovables en Cantabria
Tiempo de lectura: 8 min

La XXXIV Semana de la Ecología del Barrio Covadonga de Torrelavega se desarrolla entre el martes 8 y el domingo 13 de abril. Los primeros tres días serán de charlas y coloquios. El martes, el arquitecto Jesús Molinero, Marcos Fernández, profesor de la Universidad de Cantabria, y Diegu San Gabriel, de Cantabria No se Vende, hablarán sobre turismo, vivienda y ecología en Cantabria. El miércoles llegará el turno de Fernando Valladares, para hablar de bulos que afectan a la información científica. El jueves, Yayo Herrero explicará el concepto de transición ecosocial justa. El viernes se proyectará el documental ‘Balika’, de Aitor Sánchez Smith, y que cuenta el proyecto de la ONGD Ruta 6 (miembra de la Coordinadora Cántabra de ONGDs) en Nepal. Todo estos eventos se desarrollarán en la parroquia del barrio. El domingo habrá una ruta entre Loredo y Galizano, que conecta con la primera de las charlas.

Valladares pone en valor que un evento como este se haya celebrado ya 33 veces con anterioridad. Y también se felicita por los aniversarios de asociaciones de corte ecologista que se están produciendo hoy en día, y que hablan de una trayectoria de ecologismo longeva. Cree que «hay que aguantar el tirón porque nada se va a resolver en diez minutos». Aunque las cosas cambien muy deprisa, otras tienen que llevar su tiempo, por lo que es necesario que haya personas que den el relevo en la lucha contra el cambio climático y de camino a una transición ecológica real. Asistir a diversas crisis ambientales y sociales le parece motivo suficiente para ser optimistas, ya que «es una oportunidad para poner muchas cosas patas arriba y hacerlas colectivamente mejor», dice en una entrevista concedida a EL FARADIO.

Aparte de como científico, Valladares se reivindica como un demócrata, y por eso quiere incidir, en la charla del miércoles, en la necesidad de un información contrastada y verificada, para que dejen de circular bulos interesados que no hacen sino confundir a la sociedad. Tratará de explicar cómo se puede contrarrestar esto y que se dejen de minar los sistemas democráticos.

«No es una consecuencia del cambio climático y de la degradación ambiental el que las democracias estén afectadas y debilitadas. Es un requisito. Cuando entiendes esto, de pronto te entra como un sudor frío», dice este investigador del CSIC y profesor de la Universidad Rey Juan Carlos. Apela a un ejercicio para ver cómo se contrarrestan estas estrategias y que no desemboquemos en frases como que ‘todos los políticos son iguales’ o que ‘esto no hay quien lo arregle’, porque es el objetivo que se busca.

La economía se sigue moviendo a través de fórmulas y estrategias que buscan maximizar el beneficio, y para eso, en opinión de este científico, se necesita que haya instituciones más débiles y sistemas políticos que no pongan problemas. La desinformación persigue esto, y con una democracia más laxa en lo normativo, «esta economía entra hasta la cocina».

Valladares cree que es necesario conocer mejor estas estrategias para identificarlas con más facilidad y que haya una sociedad civil que fuerce un avance más claro hacia políticas verdes, y que vaya más allá del problema concreto y local, que no se quede ahí, como la implantación de una macrogranja al lado de donde vivimos o se que se pretenda «matar a 40 lobos», que es lo que ha decretado la semana pasada el Gobierno de Cantabria, admitiendo que eso supone aniquilar al 20% de la especie en la Comunidad.

Para lograr ese avance, el profesor propone pararse a definir qué es prosperidad, y cuál es la definición más correcta, porque ocurre que «el Banco de Santander puede tener su definición, pero a lo mejor en el municipio de Torrelavega tienen otra definición, o el sector ganadero o el sector de las artes escénicas tienen otra». En su discurso, insiste muy habitualmente en que nos focalizamos demasiado en el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB), cuando eso es sólo una «muy pequeña parte de la prosperidad».

La desinformación ya no sólo persigue desacreditar a rivales políticos, sino, directamente, a la propia ciencia, sobre todo cuando dice cosas que resultan incómodas para esos determinados intereses que pretenden que las cosas sigan igual. Esos intereses no van a por toda la comunidad científica, prefieren ir minando esa cierta resistencia poco a poco, socavando la reputación de personas individualmente o en pequeños grupos, según Valladares, que también ha sido víctima de un lenguaje muy agresivo en redes sociales, por ejemplo.

«A veces da un poco de miedo y si no recuperamos una cierta visión crítica y el control de lo que está pasando, somos objeto de estas estrategias que desde luego lo último que les interesa es nuestro beneficio social, colectivo», sostiene el científico. Y recuerda que los sistemas democráticos no están consolidados para siempre, «eso se te cae como un castillo de naipes», por lo que anima a la ciudadanía a funcionar como «centinelas o custodios de la democracia y de los valores».

Invertir en conocimiento y en tener una naturaleza en buen estado

La defensa de los científicos y de la ciencia, en general, le parece una asignatura en lo que no podemos suspender. Y es especialmente complicado cuando es un ‘lobby’ o un gran grupo empresarial quien trata de evitar que aparezcan artículos en medios de comunicación o que los partidos políticos hablen de determinados asuntos. «La ciencia es solo una herramienta, un dato, una palanca, pero si no hay voluntad social y política no pasa nada», no cambia nada. Y tampoco es suficiente con cambiar una cosa en un momento dado, sino que se debe recuperar una mirada mucho más largoplacista de las cosas, porque estamos yendo, en general, como sociedad, en la dirección contraria, por permitir «pequeños pelotazos o no tan pequeños» que pueden hacer mucho daño a la naturaleza, algo que, en el caso de Cantabria, sería como recortar «su identidad».

Por eso ve una «oportunidad fantástica» en el hecho de que muchos científicos estén saliendo de Estados Unidos al ver empeoradas sus condiciones para trabajar e investigar en las universidades de allí. «Históricamente es el reverso de lo que ocurrió en la Segunda Guerra Mundial, donde los científicos europeos huían del nazismo y se iban a Estados Unidos. Y ahora tenemos la situación contraria. El fascismo, nazismo embrionario de Donald Trump y Elon Musk está haciendo que muchos científicos de allí emigren a Europa. Podemos recapitalizar científica e intelectualmente Europa con buenas cabezas».

Esta idea confronta con la que se ha ido extendiendo por el Viejo Continente en las últimas semanas, donde incluso se ha lanzado una cifra 800.000 millones de euros que servirían para rearmarlo ante las dudas que pueden surgir acerca de las necesidades de tener un sistema de defensa más propio para afrontar las incertidumbres del futuro. Enfocar esa gran cantidad de dinero hacia la I+D, dice Valladares, sería más productivo, como ha demostrado Estados Unidos en las pasadas décadas: «los países no investigan porque son ricos, sino son ricos porque investigan». Podría ser un punto de inflexión lo que sucede ahora, pero él insiste en que no se deben esperar milagros, las cosas no se pueden cambiar de hoy para mañana.

Lo que tiene claro es que una naturaleza en buen estado es clave para tener un mayor bienestar y una mayor prosperidad. Por eso suelta un «que le den al PIB, es sólo una variable más». Pero hay otras muchas que se traducen en riqueza de una manera o de otra. Recientemente ha participado en un libro titulado ‘Diálogos para ecologizar la comunicación’, una serie de conversaciones entre científicos, intelectuales y activistas iberoamericano en que se concluye que «medio ambiente y sociedad son dos caras de una misma moneda».

Y también acaba de publicar uno, en solitario, que se titula ‘Las pandemias’, como otra consecuencia de no cuidar adecuadamente la naturaleza. Esto vale a las pasadas, pero también a las futuras, que pueden producirse más a menudo, por diferentes comportamientos que están provocando una pérdida de biodiversidad que ayuda a empobrecer a la naturaleza. «La vacuna era una naturaleza en buen estado», expresa Valladares. Y añade que «solo la ecología y la evolución nos pueden realmente ayudar a prevenirlas, a anticiparlas y reducir los riesgos». La divulgación científica es en lo que está metido él al 100%, y es otra pata fundamental para hacer consciente a la sociedad del contexto en el que estamos.

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