
Las infografías de Santander, carácter “no vinculante”
Por aquí recordamos como hace dos campañas municipales, en ese momento valle del largo período electoral, el PP de Santander –cuyo líder orgánico, de partido, seguimos sin conocer-, recurrió a sus clásicos y sacó una de esas infografías que iban directamente al periódico y cuyo fin realmente era agitar la conversación, conseguir minutos: el soterramiento de la calle San Fernando, que nuestros ojos confirman que no se realizó.
Fue por entonces también cuando lo del oso de Okuda en el entorno del Marítimo: entonces el PP no había calibrado la entonces incipiente saturación que empezaba a asomar. Peor fue el no advertir que tocar un elemento identitario de la ciudad iba a ser impopular.
En realidad, el PP jugaba con la ventaja de la suspensión de la credulidad: si en el Racing esta temporada nos han pedido un poco de fe para contrarrestar el historial de desengaños, en Santander el PP lo que nos plantea es que no nos creamos tanto lo que dicen. Hacerlo sería empezar a preguntarnos si tal cosa era posible: si el Ayuntamiento puede actuar en suelos que no son suyos (ese del muelle, portuario, o el del aparcamiento del Palacio de Festivales, autonómico, para el que en la oleada infografiera se nos planteó un aparcamiento en altura). Da igual, tenemos el comodín de que la campaña es el momento de plantear modelos.
Era una inercia heredada de la etapa anterior, uno de esos legados que se mantienen: en la época de De la Serna vimos todo tipo de infografías nunca ejecutadas, desde la torre bioclimática en La Remonta –suelo de Defensa-, la torre en las Estaciones –suelo del Gobierno de Cantabria-, el ascensor acristalado en Peñacastillo…
Pasaron un par de campañas y llegaron infografías nuevas –evolucionando incluso al vídeo-, por lo que se debió pensar que al extemporáneo y colorido oso –tan fuera de lugar frente a la Bahía como las focas de La Magdalena- le había llegado el mismo destino que al soterramiento de San Fernando: el olvido.
No pudo ser, y de hecho el Ayuntamiento empezó a sentir fugas por la derecha cuando se produjo cierto movimiento de miedo y crítica vecinal al proyecto, hasta el punto de que en el PP empezaba a cundir cierta preocupación por el –desde su perspectivo- súbito interés de los santanderinos por su patrimonio (que afloró en toda su magnitud en la reforma de la Plaza de Italia, — denominada así como homenaje de la dictadura a los aliados fascistas que tomaron la ciudad–). El PP, del que se haría muy mal en minusvalorar su capacidad de adaptación, ya no quiere sustos con el patrimonio, como confirma la consulta popular que ha abierto para decidir el color de los Jardines de Piquío, una obra que levantó suspicacias desde el principio y en el que los propios hosteleros del Sardinero llegaron a implorar al Ayuntamiento que se ‘cortara’ un poco con la reforma. Que construyera, vale, que licitara, ok, pero que no los tocara mucho, por Dios.
La alcaldesa, Gema Igual, tuvo que salir a restar valor a la infografía, declarando públicamente que no fue la “más acertada” y cuestionando que se pueda opinar en profundidad sobre algo de lo que no había proyecto en ningún despacho municipal –en lo que no dejaba de ser una confusión entre partido e institución, ya que la propuesta fue de campaña, es decir, de partido, y el nivel de proyecto en el que marcaba la posibilidad de empezar a opinar sólo puede partir de la institución-. Esa concepción del debate público, en cualquier caso, impediría, de aplicarse tan estrictamente, que las opiniones sobre los proyectos no puedan hacerse hasta que se liciten, o sea, hasta que ya estén redactados y a un paso de ser ejecutados por empresa. Es decir, impediría el debate mismo.
Tenemos que remontarnos a casi una década, a uno de esos documentos que no trascienden porque se mueven en la soledad de los ordenadores de los técnicos, para encontrar un antecedente similar: cuando los vecinos de Santa Lucía llamaron la atención sobre fallos e incumplimientos en el edificio que se iba a levantar en el solar del antiguo colegio Divina Pastora, la respuesta a sus alegaciones fue que las infografías tienen “carácter no vinculante”. Que no pintan nada.
De modo que tenemos ya dos veces en las que el PP local barra Ayuntamiento niega el valor de las infografías. ¿Veremos, como en el Jueves Santo en Getsemaní, que lo nieguen tres?
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