
«Un museo es una institución que no se lucra, es permanente y tiene que adquirir, conservar, investigar, comunicar y exhibir»
Contar la vida a través del patrimonio supone tener una dedicación insistente. Es contar la historia de otra manera, y es a través de una sociedad civil que ha tratado de ir avanzando con unos objetos y también con unos saberes que se han ido trasladando de generación en generación. Así es como lo explica la directora del Museo Etnográfico de Cantabria, Amparo López, en una entrevista concedida a EL FARADIO.
Ahora está en su segunda etapa como directora de esta institución cultural, que tiene su sede en la casa de Pedro Velarde, héroe de la Guerra de Independencia contra los franceses, hace ya más de dos siglos, en Muriedas, en Camargo, muy cerca de Santander. López cuenta que la idea inicial fue hacer un museo sobre esta figura, pero no se conservaban los suficientes objetos para dedicar en exclusiva ese espacio. Lo que sí hay es una parte dedicada a él, y le honran como «anfitrión» del Museo.
Con carácter general, la directora explica que «contiene un patrimonio cultural y de carácter etnográfico de todas las comarcas de Cantabria y lo que conservamos o protegemos o salvaguardamos es el patrimonio, tanto el material, objetos que nos hablan de la vida cotidiana, y el patrimonio inmaterial», algo que define como «todas esas costumbres, tradiciones, representaciones, usos, conocimientos, las comunidades, los grupos, los individuos reconocen como parte integrante de su patrimonio y que lo han ido transmitiendo». No tienen un espacio físico muy grande, pero lo complementan con todas las actividades que hacemos de difusión que están enfocadas precisamente a ese patrimonio inmaterial.
«Aquí no hablamos de grandes acontecimientos, es la vida cotidiana de las gentes, de gente anónima que a lo largo del tiempo ha tenido que esforzarse mucho para poder sobrevivir y ha dado de comer a un país a costa de su trabajo», prosigue López, que también defiende lo que es un museo como concepto: «los museos muchas veces la gente lo entiende como si fueran salas de exposición y en un museo se tienen que cumplir unas funciones. Es una institución que no se lucra, que son instituciones permanentes y que tienen una serie de funciones como es las de adquirir, conservar, investigar, comunicar y exhibir, sobre todo». Además, estos espacios han tenido que adaptarse a la realidad, evolucionar junto a la sociedad, y por eso ahora deben ser también accesibles, inclusivos, diversos, sostenibles y facilitar la participación ciudadana.
En el Museo Etnográfico «solamente abarcamos lo que es la sociedad rural tradicional de Cantabria desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo XX», y eso no quiere decir que ellos lo tengan todo, hay cosas que se deben buscar y encontrar en otros espacios, como el Museo Marítimo del Cantábrico o el Museo de Prehistoria y Arqueología, por dar algunos ejemplos. Según la directora, tiene una relación muy estrecha entre todas estas instituciones, algo que les sirve para reivindicar que sean espacios suficientemente dotados para seguir adelante con sus funciones. Por ejemplo, dice que viven «prácticamente de las donaciones, gracias a esas personas que les cuesta mucho desprenderse de objetos», pero que los entregan «con lágrimas en los ojos y pensando que aquí lo vamos a conservar para generaciones futuras y eso es tremendo».
Es como si sirvieran de nexo entre las generaciones de personas mayores y los jóvenes. Las visitas del museo siempre son guiadas porque no tienen todos los objetos expuestos con una cartelería, sino que prefieren contar de manera oral a los visitantes todo lo que tienen, que es como siempre se transmitieron los conocimientos. En los jóvenes ve que hay que explicarles muchas cosas, porque ven objetos que nunca antes vieron y no tienen ni idea de para qué sirven. «Yo creo que algunos ya ni han visto vacas en los praos», relata de manera más gráfica.
López cree que es importante recuperar esa tradición de que los mayores cuenten sus vivencias a las nuevas generaciones. Ahora se cuenta también con la tecnología para poder grabar esas historias y que sea algo que quede para un archivo familiar o también para donárselo al Museo. Y esas vivencias van desde los trabajos que se hacían en el medio rural hasta los juegos que practicaban antes los niños.
La directora del Museo no olvida el papel de la mujer rural como algo que se enseña también en la casa de Pedro Velarde. «Por supuesto en el ámbito de la cocina, pero también en el ámbito de la producción textil. La mujer era la primera que se levantaba y la última que se acostaba, la primera que encendía el hogar y a través de ahí todo lo que se genera en torno a esa fuente de conocimientos, de saberes de transmisión oral». Es decir, que debe estar siempre a la par del hombre, ambos como protagonistas de esa vida. Y destacar los trabajos «que se hacían en comunidad», ayudándose los unos a los otros.
López refleja que ahora «hay muchos visitantes extranjeros, tenemos cantidad de grupos de franceses que vienen a visitarlo y después gente de aquí, sí, también». Y también que «está aumentando el número de visitantes de manera individual, más que los grupos escolares». No en vano, su ubicación es perfecta para una gran cantidad de habitantes de Cantabria.
Ahora en abril, están abiertos de martes a sábado de 10:00 a 14:00 por las mañanas, y de 16:00 a 18:30 por la tarde, y los domingos y festivos de 10:00 a 15:00. A partir de mayo ya es un único horario de mañana y de tarde de martes a domingos de 10 a 14:00 y de 16:00 a 19:00. Las visitas son gratuitas y se suelen hacer a las horas en punto, suelen durar unos 45 minutos y se puede concertar la visita bien en el teléfono 942 25 13 47, bien en el correo electrónico metcan@cantabria.es o entrando en la web del Museo. Incluso se pueden acercar directamente al Museo, pero sí se pide, al menos, una antelación de 10 minutos si no se ha reservado visita.