
“Lo que se dice una fresca”: Maruja Mallo, la transgresión de una artista comprometida con la República, la clase obrera y el feminismo
En la mente de muchos la figura de Luis Buñuel (esas caricaturas grotescas del Angelus, La última cena o en general la santidad que pueblan ‘Viridiana’) puede resultar lo más crítico con la Iglesia que se puede recordar en el mundo artístico. Pues bien, Maruja Mallo (1902-1995) le ganó “por goleada” en un concurso de blasfemias.
Cuesta imaginar escandalizando a Buñuel con frases que el cineasta “no se atrevía a repetir” a una artista cuyo legado se recupera en una imprescindible y única exposición en un templo de la convención santanderina como es el Centro Botín.
Pero la artista (pintora con pinitos en la escultura) no sólo se alzó frente al aragonés y frente a todos en ese concurso de insultos religiosos de la Residencia de Estudiantes y la de Señoritas.
Maruja Mallo entró en una iglesia montada en bicicleta. En plena misa. En Arévalo (Ávila).Al no poder frenar, siguió pedaleando por el pasillo central hasta el altar mayor justo cuando sonaban las campanillas de la consagración, por lo que las beatas de Castilla al verla pasar, en lugar de asustarse, “creyeron ver en mí a un ángel de Fra Angelico”.
La crítica a la Iglesia (la “mafia santa”, la “santa mafia del miedo”, son sus palabras y se puede escuchar como las repite en una entrevista que se proyecta en la exposición) era frecuente en su vida, y en su obra, con una serie que se puede ver en el Centro Botín y que se titula, gráficamente, ‘Cloacas y campanarios’, vinculando la institución religiosa con valores como la miseria, lo negro, lo podrido. Los excrementos.

Maruja Mallo con uno de sus cuadros de la serie ‘Cloacas y campanarios’
Era lo que se dice una fresca. No la estamos insultando. Vamos a entrecomillarlo porque lo dijo ella de sí misma: “Yo era lo que se dice una fresca”.
Se expresaba con su propio cuerpo, herramienta que utilizaba todavía en su madurez, con las fotografías –que pueden verse en la exposición- que periódicamente publicaba de sí misma, convertida en un collage que expresaba su estado de exilio, se autorrepresentaba evocando una diosa cubierta de algas.
Una pionera de lo que hoy llamaríamos performance que se quitó el sombrero en público, en plena calle, cuando hacerlo era un escándalo no tan distante del que provocaría ir desnuda. Al quitarse el sombrero en público, Mallo y sus compañeras no sólo se autobautizaron como las “Sinsombrero’, el nombre con el que hoy conocemos a las mujeres del 27 -entre las que incluimos a la cántabra Consuelo Berges– , sino que desafiaron las normas de género y clase, enfrentando insultos y agresiones: «Fue como quedarnos desnudas en público”…“La gente pensaba que éramos totalmente inmorales, como si no lleváramos ropa, y poco faltó para que nos atacaran por la calle”, rememoraba.
LA TRANSGRESIÓN COMO REFLEJO DEL COMPROMISO IDEOLÓGICO
Más allá de la pura transgresión estética –es decir, ética-, del puro escándalo y de sus implicaciones políticas, está su compromiso con unos ideales: fue militante del Sindicato de Dibujantes, incluida en exposiciones de la Alianza de Intelectuales Antifascistas.
“No hay mayor revolución que enseñar a ver a quien nunca ha tenido ojos.”, expresó Maruja Mallo, profesora de Dibujo en las Misiones Pedagógicas, la apuesta de la II República por llevar la cultura a todos los pueblos de España a los que nunca hubiera llegado de no ser por ese esfuerzo especial (de allí surgieron iniciativas como el teatro universitario de La Barraca, cuyo secretario Rafael Rodríguez Rapún está enterrado en Ciriego y con miembros como los hermanos cántabros Santiago y Sara Ontañón, estudiantes llevando los clásicos a los pueblos; el teatro de Alejandro Casona, las reproducciones de cuadros del Prado…). “El arte no es un lujo. Es una necesidad como el pan o la palabra.”, llegó a señalar, en unas declaraciones que nos evocan a palabras de Lorca, de toda una época.
Era lógico que se relacionara con, pese a que fue hace un siglo, cuando el género pesaba más, sus iguales: Buñuel, Dalí, Alberti, Miguel Hernández, Lorca –con quien compartió, no a la vez, creemos que se entiende, pareja–: “Yo pintaba como los hombres, y eso molestaba. Pero además, era mejor”
MUJERES OBRERAS Y DIGNAS
Y todo eso tiene su reflejo en su obra: tras asistir a una manifestación del Primero de Mayo, decidió hacer ’Sorpresa del trigo’, una serie de cuadros protagonizados por el mundo del trabajo en los que lo representa con una dignidad y estética que nos guía hasta las cerámicas o cuadros griegos, a un mundo de campeones y atletas.
Hay que ponerlo en femenino, porque esa serie, que está en ‘Maruja Mallo. Mascara y compás’, la exposición del Centro Botín comisariada por Patricia Molins, estaba centrada en las mujeres: en las del campo, con unas omnipresentes espigas que prácticamente las convierten en diosas, como en las de la mar, con sus redes. Una iconografía que sería un leit motiv, con continuidad en ‘Canto de las espigas’, ya en plena guerra, con todo lo que eso significa.

Detalle de ‘Verbena’ : mujeres conquistando alegres el espacio público frente a una inmovilizada Guardia Civil
En femenino y plural, con esas mujeres imprimiendo movimiento, en el centro de la imagen y, sobre todo, conquistando el espacio público en su ‘Verbena’, que también se puede ver en la muestra, que junta por primera vez todas las ‘Verbenas’ (un acontecimiento que no se producía desde hace 95 años), en las que podemos ver como, frente a la alegría del pueblo, se ridiculiza y caricaturiza a lo que entonces era el poder, desde el clero a la Guardia Civil.
Normal que con esa trayectoria se exiliara y rechazara el franquismo, dictadura durante la que se consideró “una muerta en vida”, pese a que ello le costara años de olvido de su legado en su país, muy consciente de que todo el camino de modernidad que se emprendió se acabó abruptamente por la alianza de los fusiles y las togas: “Nos han robado el siglo.”
📌 Información sobre la exposición
Título: Maruja Mallo. Máscara y compás
Lugar: Centro Botín (Santander)
Comisaria: Patricia Molins (historiadora del arte y conservadora del Museo Reina Sofía)
Fechas: Del 6 de abril al 15 de septiembre de 2025
Organiza: Fundación Botín
Colaboran: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Ministerio de Cultura
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