Miércoles Santo en Santander a ratos profano, a ratos religioso (a ratos con plantas carnívoras, a ratos con maestros de capilla centenarios)

La semana pasada tuvo las novedades musicales santanderinas centradas en un día: el Miércoles Santo. Por un lado, un musical con una planta carnívora como centro. Por otro la recuperación de las composiciones de los tres primeros maestros de capilla de la Catedral de Santander. Actores de aquí, música de aquí.
Tiempo de lectura: 4 min

Fotografías: Miguel Ángel de Arriba

La tienda de los horrores (Musical) – Escuela de Artes Escénicas – Sala Pereda – 16 de abril – Sesiones matutina y vespertina

“El día veintitrés de septiembre, de uno de los primeros años de una década no muy anterior a la nuestra, la especie humana se enfrentó repentinamente con una mortal amenaza que puso en peligro su propia existencia. Y ese aterrador enemigo surgió, como suele ocurrir, en el que parecía el más inocente e inverosímil de los lugares…” una tienda de flores en un barrio de una gran ciudad (Los Ángeles en la versión cinematográfica original de 1960, cualquier ciudad norteamericana en las versiones posteriores). Una frase que anunciaba en una conocida película lo que le iba a ocurrir al dependiente de esta floristería. ¿Hacemos espóiler? Sí: en Little Shop of Horrors (Frank Oz, 1986) los protagonistas terminan felices tras una batalla campal con una planta carnívora gigante. Pero no, antes y después, teatro y musicales, la planta se les come a los dos. ¿Cuál de las dos finales se ha elegido en la versión cántabra? Acertaron, el gastronómico: hombre y mujer crudos con acompañamiento de ropajes digestivos.

La escuela de Artes Escénicas del Palacio de Festivales comenzó a hacer un casting en enero de 2024 para un nuevo montaje musical. Quince meses después La tienda de los horrores se presentó en una doble sesión, para público juvenil por la mañana, para público en general por la tarde. El resultado no solo es esperanzador (hay mucho trabajo presente para el futuro y buenos andamiajes teatrales detrás), sino una versión donde Audrey II -la planta carnívora aparecida después de un extraño eclipse- logra vida propia y voz diferenciada (casi siempre interpretada por varones, aquí femenina). La planta es el centro del musical, donde crece, habla, se mueve y se nutre con sangre humana, gracias a un manipulador de la planta -Mario Ruiz- que acaba agotado: “Al principio tenía agujetas. Luego es todo más fácil”.

Veinte fueron los actores y cantantes, con dobles protagonistas en cada papel principal, donde se adivinan buenas voces. Los números musicales -música de Howard Ashman, adaptación canciones Cesar Marañón-, desde el conocido prólogo hasta el avisador final de No dé de comer a las plantas, fueron resueltos con eficacia. Escenografía correcta con una planta que ocupa la escena cuando mide más de dos metros e impresiona. Para los actores “toda una experiencia, a pesar de los nervios que se nos quitan en escena”. Para sus profesores -cuatro- un gran logro. Para los espectadores: «Lo hacen de maravilla».

 

Juan Antonio García de Carrasquedo y otros maestros históricos de la Catedral de Santander – Opera Omnia – Sala Argenta – 16 de abril – 19:30 horas

En el siglo XVIII Santander era una villa marinera que empezaba a crecer en población y comercio. En 1774 la Iglesia, por bula papal de Benedicto XIV, estableció a la villa como capital de diócesis y concedió al abad la categoría de obispo, con lo cual la colegiata de los Cuerpos Santos pasó a ser catedral. En 1755, Fernando VI otorga a la villa de Santander el título de ciudad y en 1756 aparece Juan Antonio García de Carrasquedo (Zaragoza, 1734 – Santander, 1812) como primer Maestro de capilla de la Catedral de Santander. Compositor y músico formado a la sombra de su tío Francisco Javier García Fajer El españoleto (1730-1809), una investigadora californiana -Lynne Kurzeknabe- le redescubre en los años 70, lo mismo que a otros dos olvidados maestros de capilla de la catedral. La música creada por estos fue interpretada el pasado Miércoles Santo en el Palacio de Festivales por un ensemble especializado en música antigua: Opera Omnia.

Setenta minutos de música religiosa con catorce músicos y trece cantantes interpretando dos misas de Carrasquedo, un Laudate dominum de Manuel Ibeas, las Siete palabras de Cristo de Juan Ezequiel Fernández, un Memento Mei de El españoleto y una deliciosa Salve Regina final, también de Carrasquedo. Los maestros de capilla estaban renacidos y su música no sonaba tan antigua. Coro con solistas que brillaron, las dos sopranos -Manon Chaubin e Irene Más Salom- y un feliz y expresivo tenor -Ariel Fernández-. Ellas protagonizaron un bello dúo con las palabras del buen ladrón en el Calvario. Todos, dirigidos por Isaac M. Pulet, ofrecieron un concierto entrañable con músicas que merecen ser más rescatadas; una de ellas fue el solicitado bis: el coro final de la Salve Regina. Bello coro. Buen concierto. Se grabó.

 

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