
Del Doctor McDrazo al Mercadona de México
No hay problema en que una multinacional de comida rápida como McDonalds se instale en el Mercado de Puertochico, dice la alcaldesa, Gema Igual, derivando la decisión a la empresa privada que gestiona el espacio desde la reforma –no los puestos de toda la vida, pero sí todo lo demás y lo que quede por venir, que será por donde le tenga que venir la responsabilidad-.
Se dice así de fácil, del tirón, como si la empresa en cuestión decidiera por sí misma como un ente ajeno, como si para encomendarle la gestión del nuevo mercado no se le hubiera podido fijar desde el Ayuntamiento la condición de priorizar el comercio y producto local.
Se instalará, y vendrán después más negocios hosteleros –aunque parece que en cuestión de bares últimamente hay para todos, por aquí seguimos preguntándonos qué pensara un hostelero medio de Peña Herbosa, de los que pagan una sustanciosa renta al mes por el local, sobre el hecho de que su competencia vaya a ser subvencionada y promocionada con dinero público-.
Será una pena, porque lo cierto es que la reforma del Mercado –aún tragando con que las obras acabaran yendo, tras varios avatares, a una de las habituales, COPSESA, tanto desde la contrata hostelera, que sortea la competencia, como con el extra final del propio Ayuntamiento a través de un contrata menor- había conseguido revitalizar un espacio que el abandono municipal –su competencia era- estaba relegando el olvido. Ahora hay más gente entrando, consumiendo y saliendo, en una primera fase que era bastante si el objetivo era darle nueva vida al histórico comercio, pero insuficiente si lo que se necesitaba era rentabilidad privada extrema.
COPSESA obtiene 40.000 euros más por el Mercado de Puertochico al margen de las obras contratadas
La llegada hostelera en general, pero de esta cadena en particular, es una piedra más en el proceso de despersonalización del Mercado ubicado en los bajos del Centro Cultural Doctor Madrazo y condenado a sucesivos feos simbólicos.
Desde su desplazamiento piedra a piedra de su anterior e histórico emplazamiento en la misma calle, un poco más adelante, abriendo hueco a un bloque de pisos…
…hasta la reforma que perdió la ocasión de recuperar el nombre de toda la vida de verdad de lo que fue el mercado del pescado del Puertochico marinero, La Almotacenia –que hasta valía para el entreguismo turístico-, e incluso para haber mantenido un pequeño guiño a algo que todavía recuerdan por el barrio, el puestoa la entrada de venta de chufas y golosinas de La Cruza –hija de La Voladora, llamada así por “lo que le pasó” cuando la explosión del Machichaco-, conocida, entre muchas otras cosas, por ser muy malhablada.
Una despersonalización que nos lleva al modelo Málaga y Sevilla –que no es para nada un modelo de éxito urbano ni económico si pensamos en la economía de la mayoría-.
Y que continúa en otros espacios emblemáticos de la ciudad –como los propios bajos del Casino-, pero que preocupa especialmente en los mercados municipales, los lugares donde el Ayuntamiento más puede hacer valer su papel de apoyo al comercio más local y más vulnerable por falta de recursos para hacer frente a los gigantes. Y en las que el PP en el equipo de Gobierno ha optado, en lugar de por proteger, directamente por rendirse: en el Mercado de México, más de la mitad del recinto será un Mercadona que es competencia no sólo directa sino desproporcionada con los productores locales, que no es precisamente un modelo de relaciones laborales y en el que asoma también una gestión privada que además guarda relaciones societarias entre quien diseñó el modelo y quien lo ejecutará.
PD: en tiempos de smachs y neones rojos, no nos resistimos a recomendar algunos clásicos de la hamburguesa local, desde ese Freiduría Manolo que por aquí sigue siendo un viaje emocional, hasta otras como Dávilas, en la parte del Alta que se acerca ya Las Carolinas.
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