
Yayo Herrero: «Considerar chivo expiatorio de cualquier crisis a las personas migrantes evidencia el racismo estructural de la sociedad capitalista»
«Hay un gran grupo de personas maravillosas de Cabezón de la Sal y alrededores que llevan comprometidas con la lucha contra el genocidio del pueblo palestino casi desde el inicio, haciendo concentraciones semanales todos los miércoles desde 2023 y que nunca han desistido, ya hubiera vacaciones, lloviera o diluviara». Con esa ilusión habla Yayo Herero, antropóloga y ecofeminista, sobre la plataforma ciudadana Cabezón por Gaza, a la que pertenece, y que organiza este domingo 15 de junio la ‘Marcha Cabezón Por Gaza‘. Un recorrido de 17,5 kilómetros como muestra de apoyo a la ‘Marcha Internacional a Gaza’, que ese mismo día se desarrollará desde Al Arish (Egipto) hasta el paso fronterizo de Rafah.
La antropóloga ha querido mostrar su preocupación por lo que pueda ocurrir con la marcha que pretende salir desde Egipto, ya que varios grupos de activistas que iban a marchar por Gaza (unas 200 personas en total) han sido retenidos en las últimas horas en el Cairo. «Estamos en un tiempo vertiginoso, lo último que vemos hoy es que Israel ha bombardeado Irán y ha matado a varias personas. No cabe duda de que ante la grave crisis que tenemos hay sectores políticos y élites que han decidido que la guerra es a la vez medio y fin: es un instrumento para iniciar nuevos ciclos de acumulación en momento de crisis, y también una forma de mantener a los pueblos amedrentados y practicar una política supremacista que saca del mapa de la vida a personas que son enunciadas por alguien como población sobrante».
Es difícil predecir lo que va a ocurrir en estos tiempos tan vertiginosos, pero Yayo Herrero deja claro que «lo que hay que saber es donde debemos estar: en la defensa de la paz, de la dignidad, y de un pueblo que lucha por su propia existencia; en la denuncia de un proceso genocida y colonial que viene ya de hace más de un siglo y que con los últimos sucesos adquiere unas dimensiones insoportables». «Es como si hubiera sectores de población y líderes que ya dan por perdida a una parte de la Tierra y la humanidad, y otros muy amplios de población que empiezan a despertar y quieren actuar para buscar una existencia en la que todo el mundo pueda vivir con dignidad», añade.
Yayo Herrero entiende que una de las vías para esa actuación debe ser el activismo pacífico como el que vimos reflejado esta semana en la Flotilla de la Libertad. «No debemos entenderlo como una cosa buenrollista sin mucho calado, hay muchas luchas que han surgido en esa línea y que han funcionado o que, aunque no hayan conseguido su fin último, sí que han terminado con pueblos y comunidades más conscientes, mejor organizadas y dispuestas a trabajar unidas por una vida que merezca la pena vivirse», explica Yayo. «A veces se ridiculizan demasiado las estrategias pacíficas, pero es que no consisten en no trabajar o no luchar, sino que son estrategias absolutamente comprometidas, decididas y que vienen de la fuerza de un amor (que no es el amor ñoño ni romántico) sino un amor por la vida y la gente, un amor que es un gran poder», añade Herrero. «Lo que está pasando Gaza es el preludio de lo que puede suceder en muchos otros lugares», advierte la antropóloga, por lo que insta a armarse de manera pacífica para poder contrarrestar dinámicas de violencia económica o colonial.
En lo que a activismo pacífico se refiere, una de las mayores referentes a nivel mundial estaba precisamente dentro de los deportados de la Flotilla de la Liberta, la sueca Greta Thunberg, que preguntada por los medios sobre el desinterés internacional, dijo que era una «cuestión de racismo». «Vivimos en sociedades que se han constituido sobre el racismo estructural y que han llegado a muchos territorios ocupándolos, extrayendo sus recursos y realizando un genocidio de las personas que viven en ellos. Detrás de cualquier proceso colonial hay una dinámica racista, es lo que le sostiene, esa consideración de que unos seres humanos valen más que otros», señala la activista, y añade que «considerar chivos expiatorios de cualquier crisis a las personas migrantes evidencia un racismo estructural propio de nuestras sociedades capitalistas y patriarcales».
«La reparación no supone hacerle lo mismo a otra gente, y el pueblo judío debería involucrarse de forma clara»
Respecto a una solución para la cuestión Palestina, Herrero explica que en términos históricos «debería haber existido un estado Palestino en el que poder vivir las poblaciones de religión judía, cristiana o árabe, como así era antes de que Inglaterra le cediera un territorio ocupado a un grupo de europeos de corte sionista. La solución ideal sería esa, pero el problema es que en este momento eso requeriría un enorme proceso de reparación y acompañamiento que no parece que Israel esté dispuesta a asumir, aunque haya una enorme presión por una parte del pueblo judío que rechaza lo que Israel está haciendo». «La reparación no supone hacerle lo mismo a otra gente, y el pueblo judío debería involucrarse de forma clara para poder generar esas dinámicas de sanación que a día de hoy son complicadas», concluye la antropóloga.
Habla también de la vuelta de tuerca que hace la derecha europea y española al uso del concepto de antisemitismo para justificar los ataques actuales, y que se viene utilizando desde los atentados de Hamás del 7 de octubre. «Comparar lo que no es comparable a veces puede ser tremendamente injusto, y desde mi compromiso pacifista, cada vez que escucho lo del «derecho a la defensa» me pregunto cómo o cuál es el derecho a la defensa que todos estos sectores de población consideran legítimo para el pueblo palestino». «¿Qué puede hacer un pueblo que sufre esa brutalidad cuando de repente se utiliza una tecnología como la Lavender que señala a personas como ‘matables’?, se pregunta, e indica que le gustaría que «todas estas personas que asumen posiciones de pureza extrema se colocaran en ese lugar y se pregunten qué harían para defenderse de ello. Podríamos abogar por el derecho internacional, pero es que tampoco ha tenido grandes logros en términos de la vida de las personas que han perdido tanto».
En definitiva, lo que está ocurriendo en Gaza es un genocidio, pero es que todo entra dentro de lo que Herrero califica como “policrisis ecosocial”. «Esto tiene que ver con una lógica racista, colonial y capitalista, y no me refiero al capitalismo como forma de producir bienes y servicios, sino a una racionalidad puramente antropológica que hace que la mayor parte de la gente sienta que antes que agua limpia, casa o alimento, lo que necesita es dinero», explica, y apela también a esa «lógica del sacrificio» instalada en buena parte de la sociedad en la que, «si la contrapartida es que la economía crezca, todo merece la pena ser sacrificado». «Es ahí donde tenemos el origen del problema y el trabajo que hacer», incide la activista.
Podría haber muchas soluciones, mucha prueba o error, pero Herrero siempre termina llegando a la necesidad de «poner la vida en el centro», algo que suena muy poético pero que para ella es «tremendamente eficaz y concreto». «Se trata de garantizar formas de vida en común que pongan en el centro la disponibilidad de vivienda, educación, sanidad, alimento y cuidados a lo largo de toda la vida para todas las personas, algo que supone darle la vuelta radicalmente al modelo actual. Realmente tenemos la respuesta, solamente nos faltan mayorías sociales que sean conscientes de dónde estamos y un proceso político en el que nos auto eduquemos entre todos y todas», concluye Yayo Herrero.
Noticias relacionadas:
- Agenda unificada de apoyo a Gaza: Torrelavega hará concentraciones semanales y este sábado, manifestación
- Una marcha desde Torrelavega a Cabezón de la Sal denuncia el genocidio y la ocupación en Gaza
- «Rara vez se conocen las experiencias de los niños en situaciones dramáticas»
- «Hablar de comida es hoy hablar de hambre como arma de guerra»: Cocineros y hosteleros lanzan un llamamiento colectivo para exigir el fin de la violencia en Gaza
- «Un pequeño barco en una campaña política simbólica no puede hacer lo que tiene que hacer la comunidad internacional»