El feminismo, el freno de emergencia
||por Mar Sangrador, miembro de las Asambleas Abiertas Feministas de Cantabria||
El año pasado millones de mujeres tomamos las calles, fuimos las protagonistas del espacio público, adquiriendo con ello consciencia de la inmensa fuerza colectiva que tenemos. Fue una auténtica explosión de protesta contra la injusticia histórica que nos supone inferiores, un grito unánime contra la desigualdad, las violencias machistas y la precariedad material y vital.
Denunciamos también que los años de recortes y políticas neoliberales nos han afectado de manera particular, a las mujeres profundizando la brecha salarial, exponiéndonos a una mayor precarización, a un mayor empobrecimiento, a más desempleo y mayor desigualdad en todos los niveles.
El 8 de marzo de 2018, entramos en una nueva fase de movilización que ha conseguido que el feminismo se haya convertido en el sentido común imperante, que conquistase su parcela en el pensamiento hegemónico. Puede que para muchos sea una moda; pero nadie puede negarle el espacio conquistado y muy pocos se atreven ya a despreciar el feminismo de forma abierta. Ahora se trata de ver cómo podemos avanzar para conseguir y consolidar nuestros derechos.
Contamos de partida con un movimiento que se está caracterizando por impugnar la mercantilización de los todos los espacios de la vida, por denunciar la profundización de las desigualdades, que apunta que la economía no debe regirse por la búsqueda del beneficio sino estar al servicio del bienestar de las personas.
Es un movimiento de masas subversivo, que pone su enfoque en la igualdad, pero también en la justicia social, con una dimensión de clase, ecológica y antirracista. Sin ningún ocultamiento la mayoría se define anticapitalista, antirracista, antipatriarcal, anticolonial y antifascista.
Y contamos con buenos mimbres para hacer frente a los retos de la próximas etapas.
En primer lugar esta explosión de descontento, desde la democracia, la pluralidad y la diversidad, debe articularse organizativamente, generar y tejer redes con otras mujeres de colectivos en lucha. Debe ligarse a la conflictividad social abarcando a las mujeres en todos los espacios en los que se encuentran.
En la construcción de este movimiento transformador para el 99% de las mujeres, tiene que denunciar por una parte al feminismo liberal, señalando que sus presupuestos sólo sirven para construir un “feminismo” meritocrático e individualista y diferenciarse claramente del feminismo institucionalizado que ha abandonado todas las reivindicaciones materiales y se ha centrado sólo en lo simbólico.
Frente a estos, el nuestro es un movimiento que tiene que servir para cambiar las condiciones de vida de las personas. Como dice Nuria Alabao, las conquistas no vendrán de situar a más mujeres en puestos de poder, sino en cuestionar ese poder, en cuestionar un sistema donde las mujeres ocupamos los lugares más bajos de la escala social y al que sostenemos desde el trabajo no pagado en los hogares. Este es su potencial transformador, su vena subversiva. Por eso entre sus reivindicaciones están la de la defensa de una vida digna que merezca la pena ser vivida, vidas libres de violencia, con libertad, sin miedo a la precariedad. Exigiendo a la sociedad que nos crea y nos defienda.
Esta red tentacular tiene también que llegar a las mujeres racializadas y las inmigrantes, que constituyen un sector especialmente vulnerable y a las que la extrema derecha quiere señalar como diana de odio. Este año juegan un destacado papel en la huelga feminista, ejemplificado en el eslogan: “Frente a las españolas primero, nosotras decimos todas juntas”.
Y no debemos olvidar nuestra dimensión internacional; porque el 8 de Marzo salimos a la calle mujeres en todo el mundo, manifestando que tenemos los mismos problemas aunque en algunos países su explotación y sufrimiento llega a ser mayor.
Así que nos sentimos solidarias con la situación de las mujeres en todo el mundo, denunciando las prácticas de la explotación del capitalista, especialmente en estas fechas, con las mujeres de las fábricas textil en Bangladesh que sufren condiciones de semiesclavitud por parte de empresas que obtienen beneficios millonarios y que están llevando a cabo duras luchas en el reconocimiento de derechos básicos. También con las mujeres indígenas latinoamericanas que están en primera fila de los movimientos que se oponen a las multinacionales depredadoras de su territorio y medio ambiente y que por ello son muchas veces asesinadas.
Tenemos aún muchas batallas por delante. Una muy de las más importante es el de construir un movimiento de resistencia y denuncia; porque la desposesión a la que el capitalismo nos somete, viene también acompañada de una fuerte carga ideológica y de conculcación de derechos que tiene como objetivo legitimar los recortes y que es muy agresiva contra las mujeres que estamos poniendo en peligro el dominio patriarcal y capitalista.
Y para ello el objetivo tiene que ser el de fortalecer el movimiento feminista, que en Cantabria se ha agrupado en las Asambleas Abiertas Feministas de Cantabria. Ellas se han evidenciado un camino de lucha y de esperanza. Son el freno de emergencia, del que hablaba Walter Benjamin, para detener este capitalismo desenfrenado que nos lleva el abismo.
Este 8 de marzo de 2019, volveremos a llenar las calles y recordaremos en el 100 aniversario de la muerte de Rosa Luxemburgo, lo que ella nos legó como esperanza: “Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.”
Fernando Díaz
Escrito formalmente intachable. ¿Quién no compra un canto a la libertad y a la emancipación? El problema es que está sólo dirigida hacia la mitad de la población.
Y lástima además que en realidad esté manejando un sujeto ficticio: ´las mujeres´.
A partir de ahí todo se puede decir porque todo es gratuito.
Por ejemplo, decir que el 99% de las mujeres necesitan este movimiento supuestamente ´transformador´ …como si no hubiera dentro del apartado ´mujeres´ enormes diferencias internas (sociales, económicas, culturales, políticas, etc.)
También, no pasa de ser un brindis al sol decir que se involucra a las mujeres inmigrantes. Afirmar: » tenemos los mismos problemas aunque en algunos países su explotación y sufrimiento llega a ser mayor». entra ya en el terreno de la irresponsabilidad, éstas mujeres serían las primeras sorprendidas en escucha algo así.
Otro mito que tiene que desgastar lo suyo es el identificar patriarcado con capitalismo. Desde una forma sexista de interpretar el mundo supongo que da mucho juego ya que proporciona personajes como Buenos y Malos, pero desde el lado realista no resiste medio minuto. Imaginar un sistema socioeconómico como el capitalista desligado de un sexo, es decir, de las mujeres (o de los hombres) aparte de inconcebible resulta absurdo e imposible. Sencillamente no es posible. Tampoco es honesto querer ponerse de perfil y autoerigirse como alguien puro y virgen que viene a corregir desde la nada lo que «otros» han hecho mal.
“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.”
-Sobre la cita final la camarada Rosa Luxemburgo debería estar muy satisfecha —> y es que desde hace tiempo en este país vivimos socialmente iguales y humanamente diferentes. Lo de ´totalmente libres´ no deja de ser un canto idealista con tintes no ya demagógicos, sino también incluso peligrosos por su sesgo utópico, en el peor sentido.