Ni zar ni Hitler, simplemente Putin y sus razones
||OSCAR SAN EMETERIO||
Más de tres meses llevamos con la crisis ucraniana, que pasó a ser europea y va camino de ser mundial. No tanto por la importancia en sí de Ucrania, que es muy limitada, sino por los actores implicados, EE.UU, UE y Rusia.
Para evitar malentendidos hay que tener muy claro que en esta película no hay ni buenos ni malos. Sobre todo no hay buenos ya que todos los implicados han contribuido a que lleguemos a este punto sin retorno en el que nos encontramos.
Este lío se viene gestando desde hace diez años, incluso antes, pero sin duda desde la presidencia de Víctor Yushchenko, la revolución naranja, las corruptelas de Julia Timoshenko, y las trampas de Yanukovich (marioneta de Moscú). En definitiva todo lo que está pasando hoy podía llegar a pasar.
Tanto se ha estirado de la cuerda que se ha acabado por romper. Y sin embargo en plena crisis ha habido momentos para llegar a acuerdos y recomponer los destrozos. Sin embargo o bien a alguien no le convenía, o tenía prisa por romper, o un poco de ambos.
Occidente (UE y EE.UU) ha infravalorado, mucho, la reacción de Rusia. Nos guste o no Ucrania y sus gentes pintan poco en todo este proceso, son meros peones, o quizás debiera decir escudos humanos, que son esgrimidos cuando alguna de las partes quiere cargarse de razones. Occidente ha maniobrado para quitar a un gobierno legítimo, elegido en las urnas, para poner “a los suyos”.
Decir esto no supone apoyo alguno a Víktor Yanukovich, ni a su gestión, ni a sus formas, puestas en duda hasta por su propio partido (el prorruso Partido de las Regiones). Yanukovich “era lo peor”, pero era el presidente legítimo de Ucrania, y además, horas antes de que salieran los francotiradores a matar a policías y manifestantes, había sellado un pacto para que Ucrania tuviera una salida política posibilista. Para Occidente esto no era suficiente.
Hoy en Ucrania gobiernan los partidos que perdieron las elecciones en un Parlamento que a punta de pistola cambió la constitución, cambió al presidente, liberó a la corrupta Timoshenko, y puso en busca y captura al propio Yanukovich. Lo primero, el cambio constitucional, era algo ya pactado con el depuesto presidente. Poner a un presidente de los partidos perdedores o liberar a Timoshenko han sido decisiones menos comprensibles, en especial la segunda ya que de Julia dudan hasta los suyos.
Y luego lo de Yanukovich. Además de ser igual de corrupto que los demás, ha demostrado ser muy torpe y excesivamente dependiente de Moscú. No supo o no pudo calibrar la gravedad de lo que pasaba en la plaza de la Independencia de Kiev, y cuando quiso reaccionar los manifestantes estaban tan fortificados y pertrechados que sacarlos de ahí solo podía llevar a un baño de sangre.
Precisamente por eso creo que dio ese paso al acuerdo con la oposición para adelantar las elecciones y crear un gobierno de concentración. Eso hubiera contentado a la mayoría de la población ucraniana, y además posiblemente hubiera supuesto una nueva victoria del Partido de las Regiones, aunque me imagino que sin Yanukovich (un cadáver político con las alforjas bien llenas).
Sin embargo para los más radicales y quienes los alientan (alentar es financiar en estos casos) desde Occidente (principalmente Estados Unidos), esto no era suficiente. Y aquí, en este forzado jaque mate es donde se rompe la baraja. La pasividad hasta ese momento de Rusia da paso a una política de mucho palo y poca zanahoria desde Moscú.
Tras dos jornadas sangrientas en el epicentro de las protestas, con policías y manifestantes abatidos por francotiradores (pregunten al embajador Estonio por su procedencia), y con los radicales tomando los edificios del gobierno, todo se precipita.
En este escenario, con su patio trasero en llamas, era previsible que Moscú no se iba a quedar quieto, y a fe que no lo ha hecho. La anexión de Crimea es un mal menor si Occidente se toma en serio las razones de Moscú. Por historia, por lazos sentimentales, por dependencia económica, por mayoría de población prorrusa, lo de Crimea no ha sido tomado como un drama por la mayor parte de la población ucraniana.
Plantear escenarios de anexión de más territorios a Rusia me parece irreal. Moscú ha aprovechado todo este jaleo para garantizarse una cómoda presencia en el Mar Negro, y de paso para dar un golpe en la mesa. Creo que meterse en el este de Ucrania, buscando nuevas anexiones, sería más costoso, y alargaría mucho un conflicto que tiene solución para todos… menos para la Ucrania que conocíamos.
Van a ser los paganinis. El escenario posible es una Crimea unida a Rusia, ya sea formalmente o de facto como un protectorado ruso. Una suerte de Hong-Kong en los tiempos del Imperio Británico. Eso creo que ya tiene poca vuelta atrás, y el hecho de la invasión militar sin pegar un solo tiro (unos poquitos) es buena muestra de ello. Lo del referéndum, un formalismo.
El resto de Ucrania posiblemente verá como las regiones más rusófilas amplían su autonomía de Kiev, y solamente un gobierno con mucha cintura política las mantendrá en la órbita ucraniana cara al futuro. No es un escenario fácil porque siempre han mirado hacía Moscú y ahora no va a ser menos. De todas formas, en unas nuevas elecciones (parece que serán en mayo) con la previsible victoria del Partido de las Regiones, creo que la integridad ucraniana (a excepción de Crimea) será posible.
Occidente solo puede aspirar a controlar el oeste ucraniano, aunque en precario, ya que la Ucrania rica y productiva está en el este. En definitiva ha sido hasta ahora una operación política llevada de manera muy torpe y sobre todo de manera muy poco realista. La OTAN no iba a meter de ninguna manera sus soldados en territorio ucraniano. Rusia sabía que al menos en Crimea (donde ya los tenía), lo iba a poder hacer, y así lo ha hecho.
Dudo mucho que estemos a las puertas de una escalada bélica, por muchos cazas americanos que haya en los países bálticos o Polonia, o por muchas maniobras en la frontera ucraniana que esté llevando a cabo Rusia. Entre otros motivos porque el ejército ucraniano, del que muy poco se ha oído hablar en estos meses, no está por la labor de entrar en combate contra sus primos/hermanos rusos que les superan ampliamente en número, equipamiento, y salarios. Kiev ha amagado pero sabe que no tiene nada que hacer.
Todo esto no son más que reflexiones a la vista de noticias, tweets de corresponsales, y conversaciones con familiares que viven en la zona. No soy experto en política internacional, ni tan siquiera en lo que pasa en aquella zona del mundo, pero sí que creo ser algo más realista que tertulianos que no saben situar Ucrania en el mapa, o que directamente repiten lo que nos llega desde la Casa Blanca. Que yo no digo que no tengan sus razones, pero son esas, sus razones.
No olvidemos aquella frase pronunciada en la embajada norteamericana “que se joda la UE”. Pues eso, que aquí cada uno va a lo suyo, Putin también.
El verdadero mérito de esta reflexión, no nos engañemos, es no haber mencionado la palabra “gas”. De Pulitzer.