Los ecologistas presentan un libro para ‘salvar’ la Magdalena de las escolleras
La lucha de los colectivos ecologistas por mantener las playas de la Bahía de Santander libres de espigones han desembocado en un relato, mitad ficción y mitad realidad, que ha escrito Javier Gómez Acebo.
La novela, ‘El caso de las escolleras’, es el nuevo trabajo del escritor y abogado, que mezcla ficción y realidad y se sitúa en Santander, desde el siglo XIX hasta nuestros días. Cuenta con ilustraciones de Domingo de la Lastra y con un prólogo histórico escrito por Eurelio González de Riancho.
La idea de esta novela es recaudar fondos a través de su venta para financiar los actos en defensa de la playa natural de la Magdalena. Así lo han anunciado en la presentación de la novela, que ha tenido lugar este martes, y donde han defendido que el lugar debe ser declarado espacio cultural.
“Nos parece que hay que seguir dando la batalla por defender ese patrimonio porque eso lo hemos heredado pero tenemos la obligación de transmitirlo a nuestros hijos”, ha manifestado el autor, que insiste en que “somos los responsables de salvar ese extraordinario patrimonio natural que teníamos”.
En su opinión, la playa tiene ahora “más arena que nunca” y apuntan a que el informe del CEDEX destaca que la escollera no evita la pérdida de arena en invierno. Además, insisten en que relleno de arena cuesta “apenas 40.000 euros al año”, lo que consideran que es “un precio asumible para la administración”.
Por su parte, la alcaldesa de Santander, Gema Igual, ha resaltado en el “impacto económico” que la playa tiene para la ciudad y ha defendido de nuevo los espigones. “Los santanderinos nos merecemos tener playa y cuidar nuestro litoral porque la playa no es infinita; la que se va, no vuelve”, ha asegurado en declaraciones a la prensa, en las que ha insistido en que “por muchos rellenos que se hagan, cada año mermaríamos en la playa”.
el montañes
entre unos y otros nos quedamos sin playa.
Jose Luis Quintana Mantecon
Tiene Vd.toda la razón ,nunca hubo problemas. Sin la arena aportada sigue siendo playa, más pequeña sí ,la de siempre.
Maribel Ruisanchez
Tengo 74 años, todos los años nuestra madre nos llevaba a darnos nueve baños a la Magdalena, tenian que ser numero impar, no se el motivo, había los dos embarcaderos donde las lanchas nos dejaban, el primero en el Polo y el otro a la altura de el balneario, desde ellos nos tirabamos de cabeza y nunco oí los problemas de ahora, supongo que todos los de mi generación recordaran lo mismo.