La gran verdad: el cambio climático

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||por YOLANDA HOYO, presidenta de la Asociación de Comerciantes del Casco Viejo||

En estos días de calentamiento excesivo, en que toda la península Ibérica se achicharra de calor y las noticias nos bombardean con los avisos de peligros para la salud, muertes por exposiciones al sol e incendios que no son, la mayoría de ellos intencionados, sino que el propio sol actúa por su cuenta; en estos días en que estamos asustados e impresionados, ¿no será el momento en que todos y cada uno de nosotros aceptemos el cambio climático?

Habrá que aceptarlo como una realidad actual, como una realidad que se nos impone a marchas forzadas, una realidad que si se ignora nos condenará a la extinción. Una extinción solo humana porque el planeta seguirá su curso sin nosotros siguiendo su orden natural. Esta realidad, según dicen los científicos, se está haciendo irreversible y si llega ese punto, el planeta seguirá evolucionando pero nosotros no lo haremos con él.

Las autoridades, las conferencias internacionales sobre el clima, los intereses comerciales partidistas y el egoísmo sin límite de esta sociedad capitalista impiden que se pongan en marcha iniciativas que contribuyan a parar esta devastación. Todos estos entes, son absolutamente responsables de poner medidas eficientes que controlen el cambio, pero también somos responsables cada persona en su casa y su entorno. Los cambios desde los propios hogares tienen efectos exponenciales hacia su entorno, no solo en las acciones de reciclaje, sino también en la divulgación de un estilo de vida diferente.

Habrá que volver a restaurar, habrá que volver a reutilizar y arreglar las cosas para volver a darles usos, y volver al recuerdo de nuestros abuelos reconociéndoles su estilo de vida sostenible. No podemos seguir en una sociedad de consumo de usar y tirar. Habrá que fomentar el consumo de proximidad y volver a aprovechar las temporadas para comer unos frutos u otros, unas hortalizas u otras.

Hay muchas y variadas maneras de contribuir para salvar nuestro medio y tiene que empezar en cada individuo y sobre todo en cada escuela. Pero mientras eso pueda suceder es importante la mentalización colectiva hacia la tremenda realidad de un cambio imparable con el que lo único que podemos hacer es mitigarlo, hasta el momento en que las grandes corporaciones se obliguen a actuar y los científicos tengan la suficiente autoridad para imponer sus soluciones.

Que no nos engañe la demagogia de los que tienen poder para cambiar esta situación, que no nos digan que es muy costoso cambiar esta tragedia. ¿Qué es más caro, traer petróleo desde Irán o poner una placa solar en nuestra casa y alimentarnos del sol mediterráneo, de la fuerza de las olas de nuestros mares o de los vientos que soplan en nuestras planicies castellanas? Se puede vivir de muchas maneras, pero solo podremos vivir en un futuro si reconocemos el problema y nos responsabilizamos individualmente del cambio.

 

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