El fotógrafo que salvó las pinturas de Altamira
Este jueves 1, se celebra, a partir de las ocho de la tarde, una conferencia titulada “Francisco Santamatilde: el fotógrafo que salvó Altamira”. Será en la Biblioteca de la Fundación Orense, ubicada en el Paseo Barón de Adzaneta, en la localidad cántabra de Ramales de la Victoria y estará impartida por Manuel R. González, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria y director de la sede de los Cursos de Verano de la Universidad de Cantabria en Ramales de la Victoria.
El motivo es el recuerdo y reconocimiento a la trayectoria de este gran fotógrafo cántabro, fallecido en 2012, que dejó una importante y destacada huella en la apasionante historia de las cuevas de Altamira, Patrimonio de la Humanidad.
En 1975, mientras desarrollaba un trabajo de investigación fotográfica como becario de la Fundación March, Francisco Santamatilde descubrió que los tonos de los colores de los bisontes y la cierva, habían perdido esa intensidad y viveza tan característica. Lo percibió tras comparar una foto con otra que había realizado diez años antes, en 1965.
Anteriormente, Miguel Angel García Guinea, entonces director del Museo de Prehistoria, ya había dado una llamada de atención entorno a las pinturas de las cuevas.
El fotógrafo consultó el tema con algunos expertos. Sin embargo, el Ministerio se negó a aceptar la evidencia del grave deterioro que sufrían los colores de la cueva y no creó una comisión técnica de expertos para estudiar el caso hasta que, se publicó la noticia `Altamira, una reliquia universal´ en la revista general de actualidad, `Sábado Gráfico´, en la que denunciaba de forma contundente la situación.
En 1976, un año después de que Santamatilde encabezara públicamente la advertencia despertando a su vez el interés social por el problema, cuando Altamira se cerró por ocho meses. En el 1977 se puso fin a las visitas y no fue hasta 1982 cuando se reabrieron gestionadas a través del Ministerio, tras crearse el museo nacional. Después llegaría la Réplica, de forma que las visitas a la cueva son mínimas, sólo para investigar, pese a mensajes en otra línea como el que trasladó hace un par de años el presidente Revilla.
FRANCISCO SANTAMATILDE PARDO
Después de una década como marino mercante, Francisco Santamatilde se emprendió en la fotografía en el año 1958, sin imaginarse el valioso legado cultural que dejó que ahora podemos admirar.
Tuvo una formación autodidactica y una predilección por el formato medio, como atestiguan las cámaras que se conservan en la colección familiar: Zenza-Bronica Mamiya C33, Konica. Pronto fue galardonado y obtuvo el primer premio `Bahía de Santander´ en 1962 y 1963, y en este último año consiguió el primer premio Caja de Ahorros de Santander. Durante estos años se movía en círculos prehistoriadores, arqueólogos y miembros del patronato.
Se convirtió en su propio editor y plasmó también su creatividad en el mundo de la literatura alcanzando bastantes logros con los libros que escribió, `Santillana´ (1964), `Altamira´ (1968) y `Santander´ (1974).
Sin embargo, no fue hasta 1980 cuando se divulgó su nombre tras publicarse la información en un diario alemán:
<Un fotógrafo español que conocía muy bien la cueva descubrió que los colores de los dibujos empezaban a palidecer, probablemente como consecuencia de la incesante avalancha de visitantes>.