Reflexiones al regreso de la caravana Frontera Sur 2019
Regresar de la Caravana Abriendo Fronteras siempre es duro. Parece mentira que después de convivir con 300 personas durante 10 días en unas condiciones que no son fáciles precisamente, donde identificamos el bus como nuestro hogar y los polideportivos como nuestra cama, donde uno de los mejores lugares para confraternizar con caravanistas de otros territorios son las colas para el baño, el cuscus, el bocata o la ducha, cuando regresamos a nuestra casa con las ganas de recuperar nuestro espacio físico vital y la inmidad, resulta que también echamos en falta el “espíritu caravanero”. Pero sobre todo y ante todo, es duro porque volvemos con la conciencia aún más clara de que las personas siguen sufriendo y muriendo en las fronteras en situaciones que no son tragedias naturales y que son evitables.
La Caravana es un oasis de personas luchando por el derecho a migrar y a no migrar para todas. Porque no concebimos un mundo donde nosotras no tengamos ningún problema en atravesar las fronteras y otras tengan que morir por intentarlo. Y cuando regresamos a nuestros pueblos y ciudades somos conscientes de lo normalizado que está el que las migrantes mueran cuando en nuestro oasis de Caravana eso sigue siendo una barbaridad.
Y así, a los tres días del regreso oímos la noticia de otro naufragio más. Esta vez han muerto al menos 150 personas migrantes en el naufragio de una embarcación frente a las costas de Libia. La noticia la ha dado ACNUR calificándola como la mayor tragedia de este año en el Mediterráneo y el dirigente de este organismo, Filippo Grandi, vuelve a dar la voz de alarma: “hay que establecer el salvamento en el mar ( justo aquel que Europa ha prohibido y criminalizado), poner fin a las detenciones de refugiados y migrantes en Libia, aumentar las vías seguras fuera de territorio libio. Todo ello debe hacerse de inmediato, antes de que sea demasiado tarde”.
¿Tarde para qué? ¿ Para quiénes? ¿Acaso no es ya demasiado tarde para las 33.293 personas ahogadas en el Mediterráneo desde 1993 intentando llegar a Europa? Se calcula que por cada cadáver rescatado hay 2 más desaparecidos e incontables muertes intentando atravesar el desierto del Sahara.¿Acaso no es demasiado tarde también para sus familias? ¿ Puede haber mayor hipocresía cuando cada vez que hay un foro internacional para tratar el tema migratorio lo único que se hace es aumentar el control y blindar más las fronteras?
Este año nos hemos unido con activistas italianas de la Caravana Migranti ( movimiento similar a la caravana Abriendo Fronteras nacido en Italia en 2014) a quienes acompañaban familiares de migrantes desaparecidos en distintas partes del mundo. Jóvenes desaparecidos intentando cruzar fronteras:
- Ana vivía con su familia de forma acomodada en Honduras. Oscar, su único hijo, al cumplir los 17 años decidió abandonar su país porque no aceptó que su único futuro fuese formar parte de una “mara”. Desapareció en México en 2010. Desde entonces Ana sólo vive para buscarle. En esa lucha ha dejado su país y tambien su salud.
- Suaad, madre tunecina, busca a su hijo desde hace 9 años. Entre sollozos nos cuenta como, sin comentar nada, se fue un día para el norte, al salir de la escuela. Sabe que llegó a Italia y ahí le perdió todo rastro. Desde entonces el objetivo de su vida es encontrarlo, vivo o muerto. Vive enferma y ha envejecido aceleradamente.
- Mario, mexicano, hermano de un desaparecido nos habla de la que él denomina “la maldición del desparecido”, porque la familia no sólo pierde al familiar si no que lo pierde todo: trabajo ( por buscarle), ahorros ( gastados en la búsqueda), familia ( surgen tensiones), amigos (“algo habrán hecho” piensan), salud…. Nos habla también de que nadie piensa en que va a ser de los descendientes de aquellos que migraron por motivos económicos cuando con su muerte la situación familiar empeora aún más. Nadie habla de ellos y nadie se preocupa por ellos.
Se repiten historias de muerte, desapariciones y sufrimiento en todas las fronteras del mundo. En un mundo donde se ha instaurado la necropolítica, porque para las que ostentan el poder unas vidas tienen valor y otras no y a consecuencia de ella las fronteras se han convertido en “espacios de no derechos”.
Una de las mesas redondas más emocionantes a la que hemos asistido fue en Motril, sobre el rescate. En ella Miguel Roldán, joven bombero malagueño, que por rescatar náufragos ha sido acusado de tráfico ilegal de personas y al que le piden por ello 20 años de cárcel. Nos estremece escucharle decir que la parte más difícil de rescatar es “cuando pasas de rescatador a juez porque si el número de personas naufragando es elevado para poder socorrerlas a todas, sabes que si acudes al lado derecho luego será demasiado tarde para rescatar a las del lado izquierdo de la embarcación. Es la parte más dura, porque estas teniendo que decidir quién vive y quién no”.
Familiares de jóvenes desaparecidos le agradecieron su trabajo “Ójala ellos hubieran encontrado en su ruta migratoria a alguien como tú”, dijeron. Aclaró que “se habla de ayuda humanitaria como si fuéramos los voluntarios los responsables de salvar vidas cuando esto no es lo natural. Tenemos que luchar para que lo hagan profesionales, y de una forma reglada. Si no, se termina en que los rescatadores somos criminales”.
Interviene también Manuel Capa, trabajador de Salvamento Marítimo para el cual “es imprescindible que el cuerpo siga siendo público y civil” y que se pueda revertir la militarización que ha sufrido en el último año tras la designación de un mando único que recae en un general de la Guardia Civil. “Nosotros nos aferramos al derecho marítimo para seguir trabajando. Y se nos ha criminalizado por ello. Somos civiles y recogemos náufragos, son personas, no migrantes, esa es la diferencia con el tratamiento de un cuerpo militar”.
Relata como esta la situación tras los últimos acuerdos con Marruecos. Ahora les esta totalmente prohibido entrar en zona SAR ( Zona de Salvamento y Rescate) marroquí para realizar rescates así que tienen que avisar a las autoridades marroquis y sus equipos de salvamento tardan una media de 6 u 8 horas en llegar. Ellos esperan alejados, casi escondidos si pudiesen, por si en ese tiempo se hunden, porque dice que si se acercan se van todos hacia el lado que estén para que les rescaten y así ya ha volcado alguna embarcación.
En la actualidad Salvamento Marítimo esta integrado por diez lanchas y ochenta personas que trabajan en dos turnos semanales. “Hay una carga psicológica muy importante. Muchos compañeros están de baja laboral por este motivo, gente con mucha experiencia pero no pueden superar lo que estan viviendo en la actualidad. Estamos pidiendo cuarenta personas más para toda Andalucía. Más manos, más vidas” sentencia.
En esta Caravana han participado un porcentaje muy importante de jóvenes que vuelven muy sensibilizados para sumarse a la lucha. La Caravana es feminista, no porque en ella viajen alrededor de un 75% de mujeres, sino porque queremos hacer visible la presencia de mujeres en los procesos migratorios desde una visión que no revictimice ni homogenice sus perfiles ni sus proyectos migratorios.
Cada año tenemos más claro lo importante que es crear estos espacios que nos permiten tejer una red estatal e internacional para trabajar en favor del respeto de los Derechos Humanos de las personas migrantes porque nos percatamos de que hay muchas personas trabajando en una acogida digna a las migrantes y muchos proyectos que apoyar y porque no queremos aceptar los mensajes racistas y neofascistas que difunden los medios de comunicación que sostienen el poder queriendo que creamos que los y las inmigrantes son nuestros enemigos y enemigas.
Sabemos que el enemigo es quién quiere explotarles y explotarnos aunque legitime su posición por haber llegado a ella a través de las urnas. Seguiremos señalándolos a ellos como culpables de asesinato y haremos todo lo que esté en nuestra mano para que la historia les juzgue por ello, mientras seguimos intentando mejorar la vida de los personas que un día se vieron obligadas a emprender un proceso migratorio.