El Barrio Pesquero se moviliza por su guardería
No todo lo que es moderno es mejor. Lo saben bien en el Pesquero, uno de los sitios de Santander que más lucha por mantener las esencias de un barrio marinero y peleón.
En ese trozo de historia que sigue quedando en la capital los vecinos están comenzando a organizarse para preservar parte del legado que les llegó, a muchos de ellos, de pequeños.
La guardería del Barrio Pesquero cumplió 50 años en 2013, y siempre ha sido algo más que un sitio donde dejar a los críos.
Fue un proyecto social y pedagógico puesto en marcha por el padre Guillermo Altuna, que nació para atender a los hijos de los pescadores, pues estos tenían, sí o sí, que salir a la mar.
Pronto empezó a madurar, con una mezcla que funcionaba: adscrito a la Iglesia pero totalmente independiente, con un equipo humano profesional que se conjugaba con los esfuerzos de las monjas que lo atendían y de curas que sacaban adelante el trabajo como fuera.
En la guardería del Pesquero siempre ha habido niños que no pagaban, y padres que sabían que era así y asumían ellos, de alguna forma, los gastos de los que más necesidades pasaban.
Así, más o menos, y pese a que cada vez hay más cosas que van cambiando en el Barrio, venía funcionando su guardería.
Hasta hace un mes, cuando los padres, al ir a buscar a sus niños (unos 60, de entre cinco meses y tres años) se encontraron con que a la directora pedagógica le habían entregado una carta de despido.
Más aún: que se empezaba a hablar de “recortes” de personal, en horarios o en condiciones económicas.
Y otra: que se ponía al frente a un gestor, responsable de coordinar el día a día del centro, sin previo aviso a padres y madres, entre quienes empezó a cundir la preocupación.
Las explicaciones llegaron poco después por parte del párroco, y no les gustaron nada, porque se mencionó la palabra “viabilidad”, según nos explica Roque, uno de los padres.
“No entendemos lo de la viabilidad: desde el día en que se fundó la guardería, hace 50 años. no hay beneficios. Siempre ha dado pérdidas. La suerte para los vecinos del Barrio Pesquero con Julián y Alberto, y de Castilla-Hermida con Aurelio y Genaro es que los problemas de viabilidad se solventaban en media hora. Si tenía que coger Alberto (Pico) en un momento dado el coche y conseguir un dinero, cogían el coche y se presentaban con ese dinero”.
No es sólo cuestión de nostalgia: en el Pesquero, un barrio “que siempre ha estado en crisis”, se quiere pasar de un modelo en que los niños de familias con dificultades no tenían porque pagar si no había dinero, a otro en el que la guardería dependerá del colegio, que es concertado.
Y en el caso de las aulas de 0 a 3 años, a las que irían a parar sus hijos, no están subvencionadas, lo que supone que las familias tendrán que pagar, y las que siguen sin tener ese dinero no podrán recibir ese servicio.
En el Pesquero no son de resignarse, y por eso están empezando a moverse para conservar las cosas como estaban, como funcionaban: reuniones con quien haga falta, montar un perfil de twitter, e incluso, lo que están preparando ahora, una concentración con todos los que conocen, han pasado y quieren la guardería. Será este domingo, a las once, allí. En el Barrio.