La participación ciudadana en el urbanismo como herramienta para poner la vida de los vecinos en el centro de la toma de decisiones
Los seres humanos, las plantas y los demás seres vivos, habitamos la Tierra desde hace millones de años en un constante intercambio de relaciones con el ambiente que nos rodea. La vida de los seres humanos depende de los recursos que el Planeta nos ofrece, de un hilo denominado “el equilibrio de la vida”.
Este supuesto fue expuesto por primera vez por el químico James Lovelock, en 1969. El organismo humano y la naturaleza se encuentran en un equilibrio físico y químico en constante intercambio. De esta manera todos los seres humanos utilizamos “racionalmente” los elementos para poder garantizar nuestro correcto funcionamiento y óptimo de desarrollo social, humano y físico.
Paralelamente no sólo el ambiente juega un papel fundamental en el bienestar del individuo. Diversos estudios inciden en la relación que intrínsecamente existe entre el bienestar y la ciudad. La forma de los barrios, de sus viviendas, las condiciones de sus habitantes, y de sus calles son variables que también entran en juego en el estudio de la vulnerabilidad en la salud y el bienestar.
Es importante entender la relevancia de las relaciones entre salud y espacio construido para preparar a la sociedad ante los futuros retos impuestos por el cambio climático y la necesidad de crear barrios con unas condiciones aceptables para asegurar los desplazamientos a pie y una ciudad saludable y sostenible.
Enseguida se llega a una conclusión primordial; si se modifica o corrigen las deficiencias del espacio construido, podrían modificarse los factores de prevalencia de enfermedades o promocionar una mejor salud de los vecinos. En definitiva, se habla de la capacidad de promover la salud pública desde la planificación urbana tal como se plantea en el ámbito de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y en la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, firmada por la ONU en el año 2015.
Es el barrio donde hay que actuar, en el componente más humano de la ciudad, en el componente que hace posible que los vecinos se identifiquen muy fácilmente con un territorio. El barrio es una unidad que no está delimitada políticamente, pero que permite el manejo de los problemas metropolitanos a través de intervenciones más concretas. Este proceso constatado en todas las partes del mundo crea una conciencia de barrio que ayuda a que los vecinos se alcen ante sus problemas y actúen en consecuencia. Un buen ejemplo en Santander son las movilizaciones contra el sistema de Metro-Tus recientemente desmantelado gracias a la lucha vecinal.
Es por ello, por lo que iniciativas como la creación de la “Mesa por los Barrios” pueden suponer una de las muchas aportaciones a mejorar la calidad de vida de los vecinos y crear una ciudad más homogénea. Es una nueva plataforma en la que vecinos y entidades culturales se unirán para debatir acerca de los problemas de la ciudad, pero también para elaborar propuestas, tener un altavoz para todo ello y participar en debates. Puede llegar a convertirse en el máximo exponente de la participación pública en la ciudad.
Es alzar la voz de los barrios y crear una expresión sociocultural no vista hasta ahora, es fomentar que los vecinos a comunicarse entre sí, que cooperen, que aprendan unos de otros. Sin embargo, la viabilidad de este proyecto no sólo depende de ellos, sino también de la colaboración activa de otros agentes como entidades culturales y la Administración Local, importantes para que impere la factibilidad y la multidireccionalidad.
En conclusión, se trata de crear un espacio de diálogo y toma de decisión para influir en la forma en la que las ciudades se configuran, lo que, a su vez, repercutirá en el bienestar y la salud de los santanderinos. Se trata de poner la vida de los vecinos en el centro de la toma de decisiones.
Más información sobre la Mesa de los Barrios en: www.twitter.com/PorBarrios o en el email: mesaporlosbarrios@gmail.com / Contacto portavoz Mesa de los Barrios: Adrián Glodeanu (633833061)