La mina de Zinc y el rey desnudo, por José Manuel González
||por José Manuel González. Biólogo e investigador. Exresponsable de Medio Ambiente de Podemos Cantabria||
El año 2017 trajo consigo uno de esos espectaculares anuncios que tanto le gustan a nuestro televisivo presidente: el anterior Gobierno PRC-PSOE anunciaba a bombo y platillo (portada y varias primeras páginas) la reapertura de la mina de zinc.
Una reapertura que iba a colocar a Cantabria a la cabeza de los productores de Zinc mundiales (para que quedarnos cortos con las hipérboles), ya que permitiría a nuestra comunidad producir el 7% del zinc mundial, la extracción anual de 13 millones de toneladas y una producción anual que supondría el 22% del PIB anual de Cantabria.
Tan espectaculares cifras supondrían la generación de 2000 puestos de trabajo, que además se generarían en la comarca del Besaya, una comarca duramente castigada por el paro, como consecuencia de la falta de proyecto industrial de los sucesivos gobiernos cántabros.
Un poco antes, pero con los mismos números redondos, el Gobierno había presentado el proyecto a Podemos Cantabria en una reunión a la que asistimos varios miembros del partido, así como miembros destacados del gobierno y de la empresa Emerita Resources (hoy en serios problemas económicos, según ha sido recientemente publicado).
El Gobierno quería que Podemos Cantabria aceptase la modificación legislativa que según nos decían era fundamental para el desarrollo del proyecto, aunque nunca supieron explicarnos muy bien la razón.
La presión para que Podemos aceptase era máxima, no sólo porque el apoyo ha dicha reforma legislativa era condición sine qua non para mantener la posición de Podemos Cantabria como socio preferente del gobierno, sino especialmente, porque iba a ser difícil explicar en una comarca duramente afectada por el paro una negativa a la modificación de esta que pudiera poner en peligro la gallina de los huevos de oro (o de zinc, en este caso).
No obstante, había muchas cosas que nos chirriaban de tan “espectacular” oportunidad, empezando por el hecho de que el Gobierno se prestase a legislar a la carta en base a las promesas de una desconocida empresa extranjera o la falsedad obvia de que la mina no fuera a tener impactos ambientales.
Desde la formación morada creamos un equipo para trabajar este tema de manera específica y pronto las mentiras del gobierno empezaron a aflorar.
Y es que TODO en los anuncios del gobierno era una burda mentira. El proyecto de mina no era una reapertura, sino una nueva mina, cuya ubicación sigue siendo una incógnita, probablemente porque nunca se supo con seguridad.
Es casi imposible conocer cuales serían los impactos ambientales de la mina sin conocer siquiera donde se localizaría su boca y por ende por donde se iba a extraer y tratar (aunque fuera mínimamente) el mineral, lo que deja bien claro lo poco que le importaban estos impactos al gobierno.
Además, los números económicos que presentaba el Gobierno estaban burdamente inflados, empezando por las toneladas a extraer que habían sido calculado como si todo el mineral fuera zinc, algo rotundamente falso como de manera valiente advirtió una revista económica de Cantabria. No hace falta mencionar que los puestos de trabajo a generar por la mina quedaban un orden de magnitud por debajo de los 2.000 empleos anunciados.
Ante todo esto, Podemos Cantabria se negó a apoyar la reforma legislativa que proponía el Gobierno e intento advertir a la sociedad cántabra y al resto de fuerzas políticas de los peligros de la misma.
No fue una tarea sencilla ni agradable. La operación “Mina de Zinc” había sido lanzada y abrazada por nuestro particular emperador patrio, Miguel Ángel Revilla, al que como 13 millones de toneladas le parecían pocas exclamaba entusiasmado que serían más.
Como en el cuento de Andersen ‘El traje nuevo del emperador’, donde sólo los estúpidos no pueden ver las maravillas de una tela mágica, aquellos que como Podemos Cantabria no reconocían las bondades del cambio legislativo impulsado por el Gobierno y de la mina de zinc, eran descalificados con todo tipo de improperios por los partidos del gobierno y por aquellos que ya entonces pugnaban por hacerse un hueco a su lado. Incluso desde el ámbito sindical cántabro se acabaron creyendo las bondades de la mina.
Desde Podemos nos esforzamos casi en solitario (aunque ahora sean muchos los que se suben al carro) para poner al descubierto las mentiras y medias verdades del Gobierno.
A pesar de nuestra soledad en este tema, advertimos de que el gobierno estaba inflando los impactos económicos de manera burda y de que estaba obviando los posibles impactos ambientales, algunos tan graves como el hecho de que la veta de mineral que se quería explotar se sitúe al lado de la cueva de Altamira. Advertimos del carácter especulativo de la operación, altamente dependiente de los precios del zinc o de la poca solvencia de la empresa impulsora, Emerita Resources y denunciamos que la reforma legislativa podía ocultar objetivos no declarados, como la apertura de una puerta trasera al fracking, puerta que finalmente conseguimos cerrar.
A pesar de todo esto, la reforma de la Ley del Suelo fue aprobada con los votos a favor del PRC, el PSOE y Cs y la abstención “en positivo” del PP. Una reforma que ya es parte de nuestro ordenamiento jurídico, porque una empresa extranjera, que apenas ha gastado unos miles de euros en la fase de investigación así lo quiso.
Un gobierno serio no habría hecho modificaciones legislativas a la carta. Un gobierno serio no habría anunciado inversiones millonarias en una zona devastada por el paro sin al menos haberse cerciorado primero de que son ciertas. Un gobierno serio en definitiva no vive de la improvisación y las ocurrencias. Pero este no es un gobierno serio. Es un gobierno a la deriva liderado por un presidente sin proyecto para Cantabria que continúa desfilando, fingiendo que no se da cuenta de su propia desnudez. ¿Sera la mina de zinc el grito del niño que nos haga despertar?