Se definen como rockeros en gira para presentar sus publicaciones, pero un poco ‘punkis’ en la distribución. En Etnocant, asociación cultural que edita libros y revistas, están también las voces que divulgan antropología, etnografía y creencias mágicas en Cantabria Oculta, programa de radio de referencia nacional en la especialidad y que se emite en su casa, que también es la nuestra, Arco FM (103.2).

Así que nos encontramos en el salón de grabaciones de la radio, los de El Faradio con Beivi y Toño, Alberto Martínez Beivide y Antonio Gutiérrez-Rivas (Etnocant), para hablar del segundo número de la revista crítica de creencias mágicas ‘Aguanaz’, que se presentará este jueves, 6 de febrero, en San Felices de Buelna, y que ha visto la luz casi al tiempo que Las Anjanas, una obra de Manuel Llano de la que se habían publicado fragmentos pero nunca como fue concebida, en su totalidad, al principio de los convulsos años 30.

Aguanaz – como el afluente del Miera, donde nace el agua- es una revista por su periodicidad, pero un libro por su tamaño (más de 300 páginas el último número, algo menos que las 400 de la primera edición), con más de 15 colaboradores, investigadores de Cantabria y del resto de España.

En la presentación estarán acompañados por Esther Terán, compañera de investigaciones sobre la Viejanera en el valle, un personaje siniestro de fin de año que es portada en la revista, y con parte de sus “informantes”, personas que cuentan directamente sus vivencias sobre creencias populares, tradiciones, ritos, leyendas o cuentos.

También acaban de publicar ‘Las Anjanas’, una versión completa inédita de Manuel Llano, con prólogo del antropólogo social Eloy Gómez Pellón, financiado por el Gobierno de Cantabria y editado por el Museo Etnográfico de Cantabria (Casa de Velarde, en Muriedas). No está a la venta pero se puede pedir en el Museo.

La revista Aguanaz se distribuye por Internet, se puede pedir por mail a la asociación Etnocant  o en la página www.pindongas.com.

Y está a la venta física, en no muchos puntos pero concretos: en El Corte Inglés de Nueva Montaña, Estudio, Gil, Tantín, La Libre, la panadería Bellapan de Cueto; en Torrelavega, en De Libros; en la librería Flappers de Getxo; en el Museo Etnográfico de Zamora, y en la principal librería especializada en Etnografía, Alcaraván, en Urueña (Valladolid).

Etnocant estará también, un año más, en las Jornadas de Creencias Mágicas de Zamora los días 22 y 23 de febrero, una reunión a nivel nacional de antropólogos y etnógrafos donde “por fin estas cosas se tratan con cierta seriedad”, como ciencia social y “no sólo desde el misterio”.

LA VIEJANERA

Menos conocida que La Vijanera de Silió, una mascarada que se celebra el primer domingo del año y que es Fiesta de Interés Turístico Nacional, existe también La Viejanera, un personaje que iba por las casas con un caldero lleno de sangre y con un pincho, y que a los niños más pequeños les decía que les iba a sacar las tripas si no comían bien.

Si en el caso de La Vijanera – en Aguanaz hay un artículo de César Rodríguez, uno de los impulsores de la mascarada- el oso simboliza el año viejo y su caza la protección de todos los males que puedan venir, que puedan afectar a las cosecha, la Viejanera representa el año que se muere; la sangre y los niños son la sabia nueva y el año que nace. “Son historias paganas que tenemos en Cantabria y que cumplían su función”, subraya Beivi.

Sin embargo, critica que llega a los colegios de forma superficial, por “un grandísimo error” de tener “la sensación de que la mitología es para niños”, porque “también es para los adultos”.

Añade Toño que hay cierta “infantilización” -con la que no está de acuerdo- por un miedo a que los niños se puedan “traumatizar”: “Los niños tienen que pasar miedo” – y les gusta, afirma- porque “la realidad es que afuera hay monstruos. Los niños tienen que saber que no todo el mundo es Disney; que los leones no son amiguitos de los ciervos, sino que se comen a los ciervos, y que un lobo se puede comer un cordero y te puede comer a tí. Y ahí, afuera, están los lobos”, explica.

“A los niños quizás se les sobreprotege”, comenta Beivi. “Si hoy lo cuentan es porque les impactó. Imagínate de pequeño que te llama la vieja a la puerta. Esa figura no se te olvida en la vida y no te traumatiza. Es la manera de quedar en la memoria colectiva”.

EL TRABAJO COMPARADO: DEL OJÁNCANO A LOS JUÁNCANES

Como explican en la entrevista, hay “paralelismos y relaciones muy curiosas” que ponen en común la mitología de Cantabria con pueblos que van desde Andalucía hasta los Balcanes. Como ejemplo, en una zona de Ávila cercana a Extremadura una revista etnográfica de principios de siglo describía a los ojáncanos como los juáncanos.

“Viene de un tronco antiquísimo, nos remontamos al neolítico, viene de muy atrás todo. Y se bifurca, con distintos nombres y características. Pero dentro de la mitología cántabra hay similitudes con la vasca, asturiana, castellana o extremeña, pero también Irlanda, Italia, Cerdeña, hasta con África. Al final todos nacemos y nos morimos y eso determina nuestras creencias”, Beivi.

Los ojáncanos representan “el lado oscuro de la naturaleza, las catástrofes, los peligros del bosque” y, aunque la interpretación se ha reducido al “mal”, estos seres mitológicos son “amorales”. “Tendemos a compararlo con la moral humana y con las influencias cristinas, a distinguir entre bueno y malo, pero no es así», matizan.

El Ojáncano, según Manuel Llano, es, tal y como lo describe, el Dios Odín. “Son dioses mutados, y los dioses ¿qué moral tienen? Si es que van a su bola…” comenta Beivi.“La mitología de Cantabria está muy mal tratada. Todos conocen a Manuel Llano pero muy pocos le han leído”, sentencia.

En ‘Las anjanas’, libro que también acaba de ver la luz por la iniciativa de Etnocant y con el apoyo del Museo Etnográfico y del Gobierno de Cantabria, también se desmitifica la imagen de hadas del bosque rodeadas de florecillas.

Como relataba Manuel Llano, hay anjanas en Cantabria “con capa negra, con alas de murciélago y un solo diente con el que chupan la sangre al persona”, lo que las emparenta “con ciertas brujas que hay en Cantabria, porque en Cantabria hay vampiros y eran las brujas”. “Otra se transformaba en gusano enorme, iba por los caminos dando saltos y daba luminosidad para guiar a la gente», añade Toño.

CERCA DE LO PARANORMAL

En la mitología, el trabajo comparado lleva al hallazgo de «paralelismos con otras culturas» en muchas de las creencias. Así, aparece «todo lo que tiene que ver con el nacimiento y con la muerte», como, por ejemplo, la lechuza como heraldo del fallecimiento de personas cercanas.

Estas creencias mágicas tienen su conexión con fenómenos que rozan lo paranormal, lo que genera el interés de los investigadore en creencias sobre apariciones o «fenómenos luminosos». «No decimos OVNI, venimos de un punto de vista escéptico, pero causa atracción y magnetismo cómo en los pueblos «puede haber cientos de personas que aseguran haber visto; ni todos están locos, ni todos te están vacilando ¿Qué hay ahí?», se preguntan.

Además, apuntan que los informantes provienen de generaciones de «no contaminados» por la ‘mitología ufológica’ que se desarrolla a partir de los años 50. «No hablan de Ovnis», certifican, sino de cosas «muy raras» que pueden describir en ocasiones como «la llama» (en un relato de Renedo de Cabuérniga).

«La ufología la estudiarán los etnógrafos», aseguran, como Nacho Cabria, el antropólogo cántabro más internacional, que ya lo estudió en los años 70 «desde un punto de vista de fenómeno social y de cultura pop».