O alimentos o energía: la decisión de un 11% de ciudadanos europeos
En torno al 11 % de la población de la UE —54 millones de europeos— sufre los efectos de la pobreza energética
Es una cifra que la Comisión Europea recuerda de manera especial esta semana, entre el 17 y 23, cuando se conmemora la Semana Europea contra la Pobreza Energética.
La cita conmemora la tercera y última (del 17 al 23 de febrero) de las extraordinarias oleadas de frío que recorrieron Europa en febrero de 1956.
Durante ese mes, Europa soportó unas heladas excepcionales y un frío intenso durante casi un mes, completando el invierno más duro en Europa y España desde que existen registros.
Según recuerda la Asociación de Ciencias Ambientales, la pobreza energética se manifiesta de muchos modos; no sólo la sufren aquellos hogares con ingresos limitados que destinan un alto porcentaje de sus ingresos para poder pagar las facturas.
También se da, por ejemplo, en aquellos que reducen tanto su consumo que lo hacen a costa de vivir en unas condiciones inadecuadas (falta de climatización, mala alimentación, falta de higiene…) con consecuencias sobre su salud física y mental; en aquellos que incurren en retrasos en el pago o en el propio impago de las facturas, o aquellos que no pueden calentar de forma adecuada sus hogares, es decir, que declaran pasar frío en invierno.
Ecologistas en Acción denuncia que la pobreza energética fecta a más de cinco millones de personas en España a causa de los sucesivos incrementos en las tarifas de luz y gas, y el empobrecimiento de amplios sectores de la población debido a la crisis económica.
Medidas como el bono social, con sus limitaciones, intentan paliar este problema, que de hecho es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados para 2030 por Naciones Unidas.
El Comité Europeo de las Regiones ha aprobado por unanimidad el Dictamen « Gobernanza multinivel y cooperación intersectorial para combatir la pobreza energética »., un documento que incluye una serie de propuestas, entre las que cabe citar las de seguir elaborando una definición europea de la pobreza energética, realizar inversiones específicas en eficiencia energética, revisar el mercado único para que ofrezca precios de la energía reducidos y fijar objetivos con un calendario concreto para erradicar la pobreza energética.
Los miembros coinciden en que los precios básicos de la energía para los consumidores domésticos no pueden dejarse solo a la discreción de la autorregulación del mercado.
Para limitar los costes excesivos de la energía, las ciudades y regiones instan a la UE a que establezca marcos jurídicos que doten a los Estados miembros y los entes locales y regionales de los instrumentos adecuados para garantizar una energía asequible para todos.
Además, los dirigentes locales proponen instaurar una moratoria sobre el cese o la suspensión del suministro de servicios energéticos básicos a los ciudadanos que no puedan pagar la factura.
Los precios de la electricidad para los consumidores domésticos han experimentado un aumento constante a lo largo de los últimos doce años. Dinamarca (0,31€), Alemania (0,30€), Bélgica (0,29€), Irlanda (0,25€) y España (0,24€) son los cinco países donde el kilovatio-hora resulta más caro, incluidos todos los impuestos y gravámenes.
CHARLA SOBRE LA FACTURA ELÉCTRICA EN REINOSA
En medio de esta semana, y en medio también de un cada vez más creciente debate sobre la transición energética hacia un modelo basado en más energías renovables –y después de la organización la semana pasada de una jornada sobre proyectos eólicos en Cantabria–, Reinosa acogerá el próximo viernes un acercamiento a los entresijos de la factura de la luz.
Será el 21 de febrero a las 19.00 horas en La Casona de Reinosa, organizada por La Ortiga Colectiva, que ha invitado a la charla a Gabriel Moreno, de la cooperativa Solabria, que abastece de energía eléctrica 100% renovable a más de 300 personas, que además participan en la toma de decisiones y contribuyen a restarle poder a las grandes empresas del oligopolio eléctrico.
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