Frozen
¿Escribir o no escribir? He tenido la tentación de seguir leyendo y no hacer mi acostumbrado comentario semanal. Así, dentro de un tiempo, el agujero en las publicaciones, en mi blog o en algún medio de confianza, señalaría la crisis del puñetero virus. Hay más opciones. Por ejemplo, escribir y congelarlo. Y el título va por ahí. Las preguntas que no hice puede que me/nos ayuden en el futuro. Habrá tiempo para hacerlas. O no.
Es mi contribución, no sé si patriótica o simplemente anticuñadista, para no dar la varita, ahora que vamos despacio, tralará, reenviando todo lo que nos llega, justo o no, alarmante o no… Si a la ilustre coplista se le acabó el amor de tanto usarlo, se nos van a caer las redes de fibra, natural o artificial, de tanto usarlas. Una desconocida, eso pasa en los grupos de whatsapp creados con una finalidad y utilizados con cientos de ellas más, esa desconocida en su último insomnio, la pasada madrugada, ha creído patriótico mandar un vídeo de cinco minutos en el que una experta nos indica cómo lavarnos las manos. Apasionante.
Nunca me gustó el género de ciencia-ficción, que tantos adeptos tiene, y ahora estamos metidos en algo muy parecido. Los expertos podrían decir cuántas pelis de virus han visto. Y cómo se resolvía el tema. Yo declaro mi total incompetencia. Somos todos muy listos, después de visto (lo que sea) o mañana, como dice la señora madre de una amiga de mi compañera.
Pero todo cambia de hora en hora. La OMS no declaró la pandemia hasta el miércoles 11. Ese mismo día miles de ciudadanos españoles entendieron que tenían vacaciones extra y se dirigieron a sus segundas residencias, en la costa o la montaña, extendiendo el virus. Si el Gobierno hubiera declarado el estado de alarma el martes, anticipándose a la OMS, no quiero pensar en la tinta derramada seguramente por los mismos que hoy le afean su lentitud. Nadie debería entender que me parece bien todo lo que hace el gobierno, pero conozco un poco el arte de navegar. Sin patrón que tome decisiones lo más fácil es hundirse.
Ese mismo día 11, una pareja de buenos amigos de viaje por Holanda y Alemania nos comentaban que por allí estaban perplejos por la histeria colectiva que nos había entrado en el Sur. Un par de días más tarde esa frontera entre Holanda y Alemania, y otras, están cerradas. Pocos días antes yo mismo pensé que era un rasgo insolidario que Austria cerrara su frontera con Italia… En Comillas, y en La Manga del Mar Menor, y en muchas localidades de veraneo en toda España, ahora mismo lamentan no haber podido cerrar esas fronteras interiores… La responsabilidad individual cuenta más que nunca.
Ayer domingo, el Nuevo Herald de Miami titulaba: “ Se acabó la fiesta”, para anunciar cómo en el sur de Florida, con núcleos vacacionales de rango universal, Miami Beach, Fort Lauderdale, West Palm Beach… se imponen medidas que hace un par de semanas me hubieran pillado allí y me hubieran dificultado enormemente la vuelta a casa. Hoy, mientras el presidente más irresponsable de su Historia sigue con sus chorradas, alcaldes y gobernadores van tomando sus propias medidas. Sin un sistema universal de sanidad pública, EE.UU puede dar cifras escalofriantes en comparación con lo que ha sucedido hasta ahora. O no.
Con días de retraso o de adelanto, lo que ya no ofrece la más mínima duda es el carácter enorme de la crisis financiera y económica, y social, que se nos viene encima. Hoy lunes, un valor bursátil de referencia, como el Santander, vale la mitad que hace un mes. Gracias al virus la bronca en la Junta anual de accionistas este año será on line.