Te recuerdo, Aute
En Irán – no fui la única- vi cómo la poesía estaba hecha para ponerle música y entonarse o cantarse como hacían y hacen todavía los sufíes. Y ponen música sólo por la excelsa razón de que así la Poesía funciona mejor: La mezcla de imagen, melodía y palabra sumerge a las audiencias en un estado de ánimo que provoca convulsiones en el cuerpo, (incluido el baile) y lagrimas. En algunos casos también provoca en los que escuchan una especie de trance.
Para nosotros, es decir para las actuales, habituales oyentes de las audiencias supuestamente mas civilizadas, ese eslabón entre poesía y cuerpo se perdió hace mucho tiempo-. Ahora, leemos poesía – si leemos – bajo la influencia de una especie de gas anestésico que se llama… en fin, que demonios sabré yo como se llama. Reconozco que no soy mucho de teorías, que muchas veces apenas entiendo lo que veo y tampoco veo muy bien pero hoy, querido Aute, lo que veo me hace pensar que nosotros, los modernos escuchamos poesía como si fuésemos cerebros metidos en un tarro (cada uno por supuesto el suyo propio) llenito hasta los mismos bordes de formol. Y cuando escuchamos recitar o leer poesía – y cuando digo poesía quiero decir POESIA – nos limitamos a soltar – todo lo más – un pequeño aplauso, una muequecita más bien simiesca mientras el cuerpo, nuestro cuerpo, permanece inmóvil en la silla sin atreverse a mover una pestaña, como si tuviera miedo a despeinarse.
Sólo que tú, Aute, no sé como lo conseguías, pero me hacías temblar. Supongo que entonces se trataba de una reacción normal o, también, de la conciencia que algunas teníamos de lo que tú y otras más os jugabais al escribir como escribíais. Contra el miedo, contra la falta de libertad. Con la sensación, el temor de que podíais ser ¿encarcelados? Con la convicción absoluta de que estabais haciendo algo tan real como la revolución. Real y necesario.
Hoy, ya ves, ya no es lo mismo. A los poetas se nos permite (yo no soy poeta pero para el caso viene a ser lo mismo) publicar cualquier cosa. Es más, diría que la poesía se ha puesto de moda. Hay incluso editores que han decidido dejar de publicar novelas para publicar POESIA porque, no te lo pierdas, eso vende mejor. El reino de las sombras de la Publicación. No me digas que no tiene gracia.
O, más bien maldita la gracia si vamos a eso porque, si lo piensas bien, los poemas han dejado de ser “armas cargadas de futuro” así que nos veremos obligados a disparar con otra cosa un Benelli, un Sauer S. 303, aunque para eso, hasta un Winchester serviría ¿no te parece? Bueno, lo que quiero decir es que escribimos, tendríamos que volver a escribir textos como los vuestros, con la resonancia, la efectividad de una granada o de un disparo. No contra los cuerpos por supuesto, pero si contra estas ideas mortales y sofocantes que taponan nuestros mejores deseos, nuestros misteriosos y desnudos sueños de plumas y huesos, gatas negras, magia, sangre de paloma, piratas, naufragas, lagartas varias, culo, caca, pis y saxofón.
Eso sí, al alba siempre al alba.