La madriguera LIII: «Fue tan fácil…»
FUE TAN FÁCIL…
Mabel Lago
Y fue tan fácil…
Y fue tan fácil amordazarlos,
Todos tan dispuestos, con la bandera de la solidaridad a cuestas y ninguno parecía que la conociera. La raza de los ejemplares ciudadanos, cínicos y cobardes por naturaleza. Y ni siquiera podían, curiosamente, besar la suya, no sabían cuál era.
En nombre del bien común se robaron todas las libertades y la responsabilidad se convirtió en obediencia, así, como si de nada se tratara.
Apelaron como siempre a viejos errores, horrores y paradigmas. A una bandera fácil que ya a nadie representaba. Murieron hace tanto los grandes valores.
En el vacío del todo ideológico, los nostálgicos se ampararon….y fue tan, tan fácil dominarlos.
Y saltaban a una, todos a una, repitiendo cual monos los aplausos que no sabían que aplaudían, ignorantes de sí mismos.
Fue tan fácil sucumbirlos, aterrorizarlos, encerrarlos….
Fue tan fácil, que ni literatura, ni película alguna podía compararse a la realidad ridícula.
Fue tan fácil ponerlos un bozal.
Bozal que impedía el beso, la palabra amorosa, la cercanía contagiosa.
Fue tan fácil, que se limpiaron las manos tantas veces y en tantas ocasiones que no quedó huella alguna de la táctil humanidad; Que pudieran identificarles, individualizarles, sentirse propios.
Sin responsabilidad ni criterio. Allá fueron, regalaron la libertad, quizás, no sabían que era suya, no la sintieran, no la pelearan….
Apelaban a los muertos, solo a unos. Los muertos de hambre, de enfermedad, de dolor, de guerra, de abandono y soledad no importaban. Las maltratadas por las que tanto gritaron antes, dejaron de existir. Los suicidas, quiénes eran?. Solo había unos muertos, los que se contaban, todos los días se hacía recuento. Y nadie se daba cuenta que muertos no cantados había de siempre, a miles cada día.
Apelaron a la responsabilidad, como adolescente que no supiera gestionar criterio lógico y personal alguno.
Y fue tan fácil…
Apaleaban a los vivos con absurdas fustas.
Y apelando y apaleando,
Nadie pensaba en la salud, en la salud como un estado, como un derecho, el derecho de respirar aire puro, de tocar a un hermano, de darte un baño de mar, de que el sol te ilumine las escamas de la tristeza, de despedir con honra a tus muertos. Guerra tan cruel nunca se dio. Ninguna fue tan carente de sentidos, sorda, muda, intocable…. Todo por el bien común y la salud pública; Que se fue quebrando en pedazos….
Tras la bandera de la liberad que tanto y tantos defendimos, nos escondieron y fue tan, tan fácil….
Tras la bandera de la solidaridad crearon un ejército, el de los vecinos, siempre asomados a la crítica y denuncia de la libertad del compañero. Y los discursos se tornaron tan estúpidos, como algo así; en que la responsabilidad fuera sacar una o tres veces al perro y llamaban solidaridad al sometimiento.
Y repetían una y otra vez la misma frase: “…es que no lo estamos haciendo bien” como si se la hubieran tatuado en el fuego de la culpa.
Y fue tan fácil, tan, tan fácil…. Solo tuvieron que ondear en todos los lugares, en todos los medios, hacernos ver a todos, desde todas partes y puntos cardinales, impregnarnos protectoramente, con la bandera negra del miedo.
Imagen cedida para «La madriguera» por su autora Mar Pajarón
Nota: Para publicar en “La madriguera” podéis seguir enviando vuestros textos, poemas, reflexiones etc…a Jose Elizondo: granmeaulnes@hotmail.com