En carne viva
(Foto: Aúreo Gómez)
Han pasado 20 años, desde “Mujeres fraguando sueños”, hasta “Mujeres de carne y verso”. Por medio, en el tiempo, se han sucedido varias ediciones de la Muestra “Mujeres que cuentan”, en la Teatrería de Ábrego. Mujeres, mujeres, mujeres…a las que Ábrego Producciones ha puesto cuerpo y alma sobre los escenarios, poniendo forma y contenido a un genuino “teatro de género”, por el que, no tanto las reivindica, que para ello se han ido bastando solas, como las muestra con todos sus valores intelectuales y emocionales,
He tenido la suerte de seguir, además de buena parte de las producciones teatrales de Ábrego, todas las obras, de autoría propia o ajena, en las que las mujeres son el centro de atención de sus propuestas escénicas.
Así, el pasado sábado, 18 de julio, dejé, durante unas horas, mi confinamiento al aire libre, para vivir, también al aire libre, una de esas horas, como espectador de la actuación de tres artistas, que ponen voz a las palabras de 19 poetas, con nombre de mujeres de espacios y tiempos diferentes -una amplia representación de poetas cántabras-, que la condición de la mujer ha sido siempre la misma. A ellas se une la de Pati Domenech, responsable de la dramaturgia y director de “Mujeres de carne y verso”, función representada en el jardín del Enclave Pronillo, en Santander.
Carmen Bartolomé “Menhai”, cantautora con su guitarra; Rebeca García Cerdán, coreógrafa y maestra de danza; María Vidal, actriz reconocida, de extensa e intensa trayectoria interpretativa: tres mujeres, que dirigidas con un criterio que armoniza sendas disciplinas artísticas, componen un espectáculo, transido de la emoción inherente a la belleza.
Cada una pone su voz, que dice y canta, pero que es una sola voz, la de la mujer que ama, sufre, lucha, vive…Cada una se mueve sola, sin perjuicio de compartir sus actos de denuncia y exigencia de derechos, esculpiendo con sus cuerpos figuras de clara expresión y profundo significado.
Tres actuaciones distintas y una sola función verdadera, en la que el dolor, se aviene con la alegría; el desdén se sublima con amor; la fragilidad genera fuerza; la reflexión transpira emoción; el azar incide en la necesidad; la indefensión se arropa en la solidaridad… la vida convive con la muerte. Tres voces distintas y una sola palabra verdadera: la de la mujer en carne viva.
“Mujeres de carne y verso” es un espectáculo concienciador y, sobre todo, sensibilizador. Bonito, muy bonito y, por ello, bueno, muy bueno.