Un día te apetece ir a la playa a Comillas. No hay problema. A la vuelta, sin embargo, cambia la situación: el bus que sueles coger para volver a casa está cancelado. Es lo que le pasa a Dolores Póliz, que suele viajar desde Torrelavega a la villa comillana unas tres o cuatro veces al año. Le pica la curiosidad y llama a la centralita de La Cantábrica, que opera la línea San Vicente – Santander. Le dicen que hay un servicio reducido por la COVID y lo acepta, pero no espera encontrarse tanta gente al subir al autobús.

«Reduces los horarios, ¿por la COVID?», se pregunta Póliz. Al subir al vehículo se lo encuentra lleno. «Al eliminar buses, los que quedan están más abarrotados. Hacer eso en nombre de la seguridad sanitaria es un sinsentido», opina.

La viajera, que pertenece al partido ecologista EQUO, denuncia que bajaron las frecuencias en transporte por toda la región en marzo y que no las han vuelto a subir a pesar de la gran cantidad de personas -turistas y locales- que necesitan buses o trenes para moverse por Cantabria.

«No podemos usar el coronavirus como excusa para reducir un servicio público. Si las empresas están en apuros, el gobierno debe tomar cartas en el asunto y garantizar una movilidad de calidad y segura para los usuarios», asegura Póliz, que además añade que es imprescindible recuperar las frecuencias pre-COVID.

Desde La Cantábrica aseguran que la reducción de horarios se debe a un «ajuste con respecto a la demanda», dado que «el número de viajeros es menor». Sin embargo, en la tabla de horarios que mantienen en su página web pone que estas son las frecuencias por la «nueva situación COVID19 (sic)».

LAS MESAS DE MOVILIDAD TAMBIÉN PIDEN RECUPERAR LAS FRECUENCIAS

Las Mesas de Movilidad pidieron ya en abril el restablecimiento de las frecuencias anuladas. Si bien en un primer momento tanto Renfe como las empresas concesionarias de transporte de viajeros por carretera, con ALSA a la cabeza, retomaron muchas rutas, creen que éstas se han mostrado claramente insuficientes por la obligación de guardar distancia social a la que se suma la llegada del verano y el consiguiente incremento de la movilidad de las personas, el turismo y la actividad laboral.

Paralelamente, dicen que han recibido constantes quejas de la falta de información a los usuarios ya que las compañías han reducido o anulado sus oficinas de atención presencial al público, y también se quejan de otras incidencias, como que las máquinas se averían con frecuencia, no funciona el pago por móvil o en efectivo, los autobuses pasan a deshora y muchos de los horarios de las paradas han quedado sin actualizar, provocando la pérdida de tiempo a los pasajeros.

Las Mesas de Movilidad denuncian una absoluta falta de respeto y consideración al usuario del transporte público que paga y que necesita el transporte en autobús y que con mucha frecuencia es cautivo del mismo, no dispone de otra alternativa por carecer de carné o por no poder conducir, lo cual afecta en mayor medida a las mujeres, ancianos y personas con discapacidad.

Además, subrayan la aspiración que debe tener el Gobierno de Cantabria para que más gente deje el coche y se incline por utilizar el transporte público, aunque sugieren que ese objetivo parece haber sido abandonado por la Dirección General de Transportes.