Villa Iris, la antigua sede cultural del Santander, de Pérez Galdós a Delaware
Es la milla de oro de Santander, a casi 4.000 euros el metro cuadrado (más del doble que la media de la capital, y unas cifras que no tienen que envidiar a los 5.600 euros de, por ejemplo, Puerto Banús, o los 4.100 del Paseo Marítimo de Mallorca).
Allí se concentran villas con aspecto palaciego y grandes terrenos, custodiados por amplios muros, a escasos metros de la playa y con unas vistas que contribuyen a elevar el importe.
Es una zona que también vive su propio proceso de redefinición, con algún cambio de propiedades de nombres históricos: es lo que ha sucedido con Villa Iris, la antigua sede de actividades culturales de la Fundación Botín, del Banco Santander, que ha pasado de pertenecer a la histórica saga financiera a tener una propiedad difusa ligada a una sociedad ligada al estado americano de Delaware, conocida por sus ventajas fiscales que hacen que sea la sede de más de un millón de empresas.
(Un proceso de lo local y conocido a la complejidad global paralelo a, por ejemplo, el sufrido por Caja Cantabria, ahora dentro de Liberbank, en cuyo accionariado tiene un peso importante el fondo Oceanwood, o industrias señeras como Ferroatlántica o Nueva Montaña, vinculadas ahora a fondos).
DE VILLA DE VERANEO A SEDE CULTURAL Y A RESIDENCIA
En concreto, el edificio es una antigua villa de veraneo construida en 1913 por el arquitecto Eloy Martínez del Valle y reformada en 1944 por el arquitecto Javier González de Riancho, que como sede cultural de actividades de la Fundación Botín, se destinó a actividades relacionadas con la formación, la investigación y la experimentación.
El proyecto perdió parte de su razón de ser cuando se empezó a fraguar otro equipamiento cultural de la Fundación Botín, el Centro Botín, con la consiguiente inversión económica y unos presupuestos crecientes que requirieron movilizar y reorganizar recursos.
La venta se produjo en 2018 y fue confirmada a los medios por el propio director general de la Fundación Botín, Íñigo Sáinz de Miera, si bien no llegó a concretar la cifra.
Tampoco había trascendido el comprador, que fue posible conocer gracias a la solicitud de modificación del Plan Especial de Protección de El Sardinero, un instrumento creado ante la acumulación de edificios con valor artístico o arquitectónico en esta zona.
El Plan Especial impone una serie de limitaciones a la construcción o reforma en los edificios, por lo que ha sido objeto de varias modificaciones en los últimos años, a petición de particulares o empresas que precisamente querían realizar esos cambios en los inmuebles o en sus fines.
La Junta de Gobierno local del Ayuntamiento de Santander tiene previsto este lunes la aprobación de forma provisional la modificación puntual de la ficha de este edificio dentro del Plan Sardinero, tras desestimarse las alegaciones, como refleja documentación municipal consultada por EL FARADIO.
SOCIEDAD DOMICILIADA EN DELAWARE
Una modificación cuyo trámite comenzó en 2019 a instancias de Villa Trigo Real Estate, si bien representada por arquitectos locales.
Se trata de una sociedad de responsabilidad limitada (clasificación estadounidense) creada en 2017 y con jurisdicción en el estado de Delaware, y creada por un agente especializado en la creación de empresas y sociedades en ese mismo estado (más de 20.000 desde 1981).
En Delaware, en la frontera con New Jersey, existen amplias ventajas fiscales para las empresas –aunque no figura en los listados de paraísos fiscales– y la creación de empresas es muy rápida.
Allí se pueden trasladar sociedades de forma sencilla recurriendo a la figura del agente autorizado, que permite mantener el anonimato sobre la propiedad de las sociedades. La presencia en este estado de una empresa facilita el acceso a la financiación de fondos.
EL PROYECTO
La modificación no supone alteración del nivel estructural de protección del edificio, pero sí de las obras admitidas en el mismo en la ficha del edificio para adaptarlo a un uso residencial (hasta ahora estaba destinado a oficinas).
En concreto, según información de la tramitación urbanística recabada por EL FARADIO, con todos los informes en regla y sin objeciones, consiste en modificar la ficha 2.19 del Plan Especial del Sardinero para permitir la adaptación de la propiedad al uso residencial y conseguir con ello su mejor habitabilidad y su transformación efectiva en residencia de sus actuales propietarios.
Se plantea la ejecución de un sótano, con un aparcamiento subterráneo, y una nueva edificación sobre rasante que sustituirá a la actual casa de los guardeses para que pueda cumplir las normativas actuales,
También se crean comunicaciones entre edificios y áreas de movimiento, y se mantiene la cubierta inclinada de Villa Iris en los términos actuales, considerando que la percepción de Villa Iris es la de su imagen actual y común a sus observadores actuales.
No obstante, se suprime de la ficha la referencia a que “las obras permitidas tenderán a la recuperación de la imagen original del edificio (eliminación de cuerpos añadidos)».
La propuesta se basa en que la ficha actual no permite obras de reestructuración, por lo que se propone que se posibilite la modificación o incorporación de núcleos verticales de comunicación interiores. Además, no se permitían obras exteriores y se protegía el cierre de la parcela, para poder hacer uno más adaptado a las características de los edificios del entorno.
DE VILLA IRIS A VILLA ARAGÓN
No es el único cambio en una finca de la milla de oro galdosiana. Al otro lado de la calle, a apenas 200 metros, se encuentra otra propiedad, también con nombre de Villa, Villa Aragón, propiedad de sociedades ligadas a responsables del Grupo Sadisa (ASCAN), anexa a la Quinta Maza y al Promontorio, sede de la Fundación Botín.
La Quinta Maza fue propiedad también de entidades ligadas a los responsables del grupo constructor, que se la vendió a los Botín, en un momento de dificultades financieras para los primeros.
La operación trascendió en 2013, en otras modificaciones del Plan Sardinero, pedidas por ambas familias de empresas. En el caso de los Botín, para ampliar el Promontorio; en el caso de los Días, para realizar obras en Villa Aragón.
Visible también desde Reina Victoria, Villa Aragón era un antiguo hotel que fue comprado por Santiago Díaz y el expresidente Juan Hormaechea, y que ha acumulado varios avisos y multas sobre su mal estado durante años. Después pasó a ser propiedad de Díaz.
Ahora la finca se encuentra en venta, promocionada por la propia SADISA, tras culminarse unas obras de reforma que en su parte más visible, la de Reina Victoria, han conservado su apariencia palaciega, y en su cara más interna, por Pérez Galdós, con una estética más moderna y de apartamentos.
LA VENTA DE LA QUINTA MAZA
La operación de venta de la Quinta Maza de los Díaz a los Botín rondó los 7 millones de euros, según publicaron en su día medios especializados como Invertia, con un descuento de en torno al 30% respecto a su precio de mercado.
Y llegó en un momento especialmente delicado para los Díaz: meses después presentaron un preconcurso de acreedores para una de sus sociedades –sorteado gracias al apoyo del Santander–, ASCAN, en un momento en que le afectaron tanta la crisis del sector de la construcción, el descenso en la obra pública como una serie de decisiones en su contra tomadas por el Gobierno de Ignacio Diego.
Más recientemente, el Santander está al frente de un consorcio de bancos que en caso de reclamaciones tiene derechos de cobro sobre los ingresos de ASCAN-GEASER, la concesionaria del servicio de basuras en Santander, para el que se acaba de iniciar el expediente de resolución del contrato.
Aparte de ser prácticamente vecinos, los Díaz y los Botín han coincidido en proyectos como las obras del Centro Botín en terrenos portuarios anexos a los Jardines de Pereda, realizadas por ASCAN en UTE con OHL, de Villar Mir (con otra importante empresa con sede en Cantabria, Ferroatlántica).
Con OHL, que en la época de Emilio Botín tenía buenas relaciones con el grupo bancario, ha trabajado Sadisa en tándem en varias ocasiones (por ejemplo, en el frustrado contrato del Hospital Valdecilla o el mantenimiento de zonas de Madrid).
Además, el Santander y Sadisa fueron incluso socios en otro proyecto empresarial: Ascan Water Services, sociedad especializada en la gestión del agua que se encarga del servicio en el Ayuntamiento de Castro Urdiales.
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