Preocupación vecinal ante las obras del derrumbe de Peligros
Un gran camión de obra y dos palas excavadoras reciben desde hace semanas al paseante que llega hasta la playa de peligros. Unos elementos que se suman a la gran montaña de piedras rodeada por una valla en lamentable estado, restos del segundo espigón que estaba previsto construir para controlar las mareas. Estaba previsto, porque ahora lo que hay es una incertidumbre total sobre ese proyecto, después de que la ciudadanía saliera a la calle para protestar cuando se construyó el que ahora se puede ver frente al Balneario de la Magdalena.
Las máquinas han vuelto a ocupar el arenal, en este caso para trabajar en el derrumbe que se produjo a causa de las grandes lluvias en un tramo de la ladera que baja desde Reina Victoria hasta la misma playa.
Muchos ciudadanos siguen con preocupación estas obras, pues temen que pueda ser el fin de esa ladera vegetal.
Desde el ayuntamiento explican que, ahora mismo, los operarios han comenzado la ejecución de los bulones que permiten anclar las mallas de protección a la roca. «La idea es atarlos posteriormente entre sí con cables de acero dispuestos sobre las mallas para asegurar el funcionamiento conjunto del sistema de protección», explican.
En cuanto a los árboles, el informe técnico recomienda la retirada de diez ejemplares de eucalipto que se encuentran, precisamente, en la zona del argayo. Lo que recomienda el informe es, una vez estabilizado el talud, realizar una hidrosiembra que aporte resistencia a las lluvias y garantice el crecimiento de nuevas especies.
Estos trabajos, estarán terminados, previsiblemente, a finales del mes de febrero.
UNA PLAYA QUE HA VISTO DE TODO
Si tenemos en cuenta que hay una foto de 1960 en la que se puede ver cómo los elefantes del Circo Atlas se dan un baño en sus aguas, podemos casi asegurar que la playa de los Peligros no se sorprende por nada.
Hasta los años 80, era una pequeña franja de arena que se podía considerar playa solo en los momentos de bajamar.
Por aquellos años, la Autoridad Portuaria decidió llevar ahí toneladas de arena procedente de los dragados del puerto y así comienza una nueva etapa en la que Peligros se convierte en una fantástica playa urbana bordeada por una ladera semisalvaje que le da un encanto especial, pues, a pesar de estar en el nucleo urbano, parece que se encuentre perdida entre la naturaleza.
Desde los años 80, cada temporada se hace necesario reponer la arena que, a lo largo del invierno, los temporales arrastran mar adentro y hacia la zona conocida como ‘La Fenómeno’. Un coste aproximado de 40.000 euros al año.
Precisamente, para evitar ese gasto anual, se planteó hace unos años la construcción de un espigón que retuviera la arena y la separase la playa de la de Peligros; y para la zona de Peligros se previó la construcción de un dique que contuviese el pie de playa, evitando la salida de arena hacia el canal de navegación del puerto. La actuación se completaba con la redistribución de la arena existente en el sistema.
Las obras tenían un presupuesto de 2,2 millones de euros, pero se acabaron adjudicando por un importe de 1,4 millones de euros, inicialmente a la empresa BECSA (Grupo Obinesa, con sede en Castellón). Tras renunciar esta, los asumió Tragsa, para evitar más retrasos.
Mientras se iba levantando el primer espigón, numerosas organizaciones y colectivos se agruparon en la plataforma ‘Salvar la Magdalena’, con el fin de paralizar el proyecto.
La realidad es que el espigón, ahí sigue mientras las mareas se llevan cada invierno toneladas de arena que ya nadie repone. Grandes piedras amontonadas tras una valla presiden la entrada del arenal y ahora los camiones y las palas entran y salen para trabajar en el talud.
Mientras, los paseantes se siguen preguntando qué aspecto tendrá Peligros en la próxima temporada.