El cambio climático provoca la llegada de especies subtropicales al Cantábrico y el desplazamiento de atunes, rape o lenguado
Debajo del mar todo está interrelacionado. Por eso, el impacto del cambio climático desata un efecto en cadena en todo lo que afecta a los océanos.
Por ejemplo: el cambio de temperaturas en el mar afecta a las especies que habitan en él, no sólo por las temperaturas, sino porque afecta a las condiciones químicas del agua, y porque dentro del propio mar se producen interacciones entre especies y comunidades biológicas. Unas veces es la temperatura, y otras veces es la falta de especies de las que alimentarse, bien porque desaparezcan, o porque otras especies las usaban como alimento.
Todo tiene que ver con todo: más allá de los impactos medioambientales, que una especie se desplace significa mayores gastos a los barcos que las pescan por el mayor tiempo de desplazamiento que se debe invertir, por ejemplo.
Son algunas de las evidencias que se encuentran, en el apartado pesquero, en el informe ‘Impactos y riesgos derivados del cambio climático en España’, estudio del Ministerio de Transición Ecológico que recopila multitud de investigaciones científicas, consultado por EL FARADIO y que se puede leer íntegramente aquí
ESPECIES SUBTROPICALES, ATUNES QUE SE DESPLAZAN Y AUMENTO DE LA ANCHOA
En el Cantábrico se detectan que el bonito del norte se ha desplazado más hacia el norte, en parte, al huir de la propia presión pesquera, pero también por un calor que les hace adelantar 2,3 días por décadas sus ritmos de migración.
El atún blanco y atún rojo están llegando antes de tiempo al noreste Atlántico (y más arriba). También está cambiando su migración la palometa.
Por el contrario, se espera que la anchoa del cantábrico aumente su abundancia de larvas y sus áreas de desove en el Golfo de Bizkaia, más del doble.
El cambio de temperatura está sacando de sus caladeros habituales al rape, menos visible ya en aguas nacionales, o al lenguado.
En general, en el noroeste los modelos estiman que se acidificará el agua. Esto tendrá impacto sobre recursos clave como la sardina, el pulpo o el mejillón: se reducen ya los ciclos de reproducción de mejillones u ostras.
Además, cada vez son más frecuentes los avistamientos de peces subtropicales que aparecen en el Cantábrico y las costas gallegas.
Allí también está por ver el impacto de los afloramientos (los desplazamientos de aguas frías de zonas más profundas) sobre especies como el percebe, cuya dispersión larval y productividad tienen mucha relación con este fenómeno.
En la misma zona gallega, se observan tendencias negativas en la biomasa disponible de especies de marisco, como la almeja babosa, almeja fina o almeja japónica, que pueden haber jugado un papel decisivo en el descenso de desembarques y precios de venta de estos organismos en los últimos años.
El calentamiento global también puede afectar a las mareas rojas, un fenómeno natural clave para el marisqueo, que consiste en la proliferación de fitoplancton – el cual puede estar compuesto por especies que producen toxinas peligrosas para la salud humana – bajo ciertas condiciones ambientales. El fitoplancton se acumula y es visualizado como manchas de color rojizo, pardo o verdoso).
LAS GUERRAS DEL VERDEL
De las especies objetivo a nivel de la Unión Europea, 16 de los 21 stocks de peces están desplazándose o expandiendo su área de distribución. Ocho se han desplazado ya fuera de sus áreas históricas.
Algunos caladeros españoles están perdiendo productividad pesquera, y proyecciones globales también muestran una disminución del potencial máximo de capturas en las zonas del Atlántico y de Canarias de entre el 20% y el 30%, o del 30% al 40% para el escenario de altas emisiones a finales de siglo.
Al respecto, se advierte, ya en una derivada de gestión, que el movimiento de especies puede generar conflicto a la hora de repartir los derechos de pesca: un ejemplo es la reciente disputa pesquera entre la Unión Europea, Noruega, Islandia y las Islas Faroe debido al desplazamiento del verdel.
En aguas internacionales, donde España tiene capturas de atún sustanciales, también se han recogido cambios en la distribución del hábitat de túnidos tropicales.
LA ACUICULTURA
En la acuicultura, para el cultivo del mejillón en las rías gallegas, se prevé que aumenten los episodios de proliferación de mareas rojas, que suponen cierres de los polígonos de bateas por el riesgo para la salud humana.
El mejillón es vulnerable a la acidificación del agua por su sensibilidad a disminuciones de pH y a los cambios de salinidad, que provocan en el organismo problemas reproductivos, de crecimiento y de resistencia a enfermedades.
En acuicultura de peces, el aumento de la temperatura puede afectar la vulnerabilidad de las especies a enfermedades por expansión de patógenos y parásitos, o por la pérdida de oxígeno, por ejemplo, que afectaría al crecimiento o maduración.
Además, la proliferación de medusas está incrementando su frecuencia y puede incidir negativamente sobre la dorada y la lubina cultivadas en jaulas, ocasionándoles también infecciones y patologías.
Y la previsión de una mayor frecuencia de temporales puede provocar estrés en los peces cultivados en jaulas, así como daños en la infraestructura, con importantes consecuencias socioeconómicas debido a los escapes.
LOS CAMBIOS EN EL MEDITERRÁNEO
En la Región Marina del Mediterráneo, más afectada por los eventos extremos y el calentamiento global, ya hay análisis que describen cómo especies de aguas cálidas como la alacha o el palometón experimentan procesos de colonización; y en cambio, especies de aguas frías como la maruca o el espadín sufren procesos de regresión.
Sucede con más de 30 especies autóctonas, desplazadas: lo encontramos en el alacha, favorecido, por contraste del espadín.
Peces como el mero se han establecido en estas aguas, y el atún rojo se queda más tiempo del habitual.
El calor atrae a especies invasoras, como el alga Caulerpa cylindracea, que junto con el alga roja Lophocladia lallemandii están modificando significativamente el paisaje submarino en los fondos de la costa mediterránea.
Además de las algas, están las aves marinas, para las que la temperatura también es un factor clave (o las especies de las que se alimentan, a las que a su vez les afecta la temperatura): la Puffinus mauretanicus, en peligro de extinción para las Islas Baleares, está desplazándose hacia el Atlántico Nororiental, tanto por el calor como por los cambios sobre, atentos, el zooplancton del que se alimentan sus presas.
EN CANARIAS GANA PESO EL CLIMA TROPICAL
En rasgos generales, la proporción de organismos tropicales se ha incrementado tanto en la flora como fauna marina de las Islas Canarias: el 78% de las especies de peces registradas en los últimos años tienen orígenes tropicales.
El gallo aplomado es hoy en día un importante recurso pesquero en las islas occidentales, y la sardina está dando paso a la alacha, la julia o el corvallo. Especies que ya eran tropicales están teniendo más crecimiento de sus poblaciones, al favorecerles el nuevo clima, caso de la vieja, la calufa o el pez trompeta.
Las condiciones oceanográficas más cálidas que se están dando en el archipiélago canario, junto a la sobrepesca de sus depredadores, han provocado una expansión incontrolada del erizo Diadema africanum, que a su vez está causando la desaparición de las algas en amplias zonas rocosas, dando lugar a los llamados blanquizales (son fondos rocosos que han perdido su cobertura vegetal y animal por la acción raspadora de altas densidades de erizos, y llamados así por el color que le dan los organismos calcáreos que sobreviven adheridos a ellas).
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