CAPITULO 5: Aguas rojas
PREVIOUSLY ON A TODA VELA: El cerco sobre Anselmo Fernández de la Barca se estrecha: la familia Montes-Valdivia ha conseguido que la justicia investigue sus empresas y el desfalco en el Campeonato Mundial de Vela, y Marina ha logrado también la colaboración de Francisco, el supervisor del evento, que además le declara su amor. Sergio descubre que su padre le ha utilizado y se da cuenta de que Anselmo está dispuesto a todo. La Policía detiene a Anselmo.
Incluso desde una celda, Anselmo Fernández de la Barca transmitía sensación de poder. Está claro que no es un preso corriente. A un preso corriente no le viene a visitar un concejal o un antiguo medallista olímpico, aunque claro, es que son sus dos hijos.
Desde un lado de las rejas, Anselmo hablaba (“te voy a dejar un número de teléfono, llámale y dile que ya, él ya sabe lo que tiene que hacer”) y Asdrúbal asentía mientras Sergio miraba atónito. “¿Pero no veis adónde nos ha llevado todo esto? Tenéis que para ya”. “Sergio, cállate. Esto es demasiado grande para que lo entiendas. Además, no tiene marcha atrás . Aunque yo esté aquí, esto ya ha empezado y va a pasar esta noche. Si quieres pararlo es que estás tan loco como tu madre”.
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Siempre que tenía dudas o se sentía confuso, Sergio se iba a mirar el mar. Desde que era pequeño, cuando sus padres discutían, o en los peores momentos de su carrera deportiva, cuando tuvo que regresar a casa después de su gran momento y del fracaso que vino después.
Esa noche, Sergio intentaba que el mar le ayudara a aclarar sus ideas y toda la información que manejaba en este momento. No sabía muy bien por qué, pero tenía claro que debía hablar con Marina.
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Prácticamente arrastrado por Susana, Jacobo fue a ver a su hermana Marina. “Dile lo que oíste en el bar”, le insistió. “Le estás dando demasiada importancia: que Francisco Trápaga se iba a llevar un susto en el momento en el que menos se lo esperara”. “Bueno, pero Anselmo está en prisión y Francisco está al frente del Campeonato. No tiene margen de acción, ya está, se ha acabado, de verdad”, respondió Marina, intentando convencerse a sí misma.
“Yo no estaría tan seguro”. Todos se giraron al reconocer la voz de Sergio. “No me eches todavía, Marina, sé que he hecho muchas cosas mal, pero creo que mi padre y mi hermano están tramando algo realmente gordo. Necesito que me perdones y me lo voy a ganar”.
Sergio les contó la conversación que había presenciado en la celda y las instrucciones que Anselmo le había dado a Asdrúbal. “¿Pero en serio, qué más son capaces de hacer? ¿Y a quien iba a llamar?”. “Desde luego no sonaba a un abogado”. “Por ahí poco margen tiene ya: los jueces van a abrir investigación, ya tienen parte de los papeles”. “Y yo voy a aportar los que te robé”. “Pues con esos y con los que tiene Francisco, que le va a dar al juez, Anselmo tendrá que sentarse en el banquillo”. “¿Y cuándo le va a dar esos papeles?”. Susana hizo un pausa. “Francisco tiene ahora un acto del Campeonato en El Puntal, y mañana a primera hora iba a ir al juzgado”.
“La cárcel es un daño demasiado grave a la reputación de mi padre, y eso terminará de arruinar sus empresas. Pero la reputación es lo que más le duele. De verdad, creo que esa llamada que ha encargado es para algún tipo de trabajo sucio”, exponía Sergio, pensando en alto, sin atreverse a decir en alto lo que pensaba.
“¿Y qué acto dices qué tiene Francisco?”. “Es una presentación de la mascota del Campeonato, Veli, a los voluntarios y a los colegios. Habrá mucha gente, quieren dar sensación de apertura”. “O sea, que habrá cientos de personas que no conocemos a los que se les habrá facilitado el acceso. ¿Te parece una buena definición de “cuando menos se lo espere. Tenemos que ir al Puntal. Jacobo, tú vete con Susana en una lancha. Yo iré en otra con Marina”, concluyó Sergio. Marina titubeó al oír la palabra lancha. “Yo mejor me quedó aquí y llamo a la Policía para que vaya. Corred, rápido”.
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Sergio llegó el primero al Puntal. El panorama era desolador: había cientos de personas, todos vestidos con el uniforme del Campeonato: pantalones blancos, polo, zapatos náuticos, una gorra que impedía ver sus caras y una cazadora slam en la que podrían ocultar cualquier cosa. Sergio escudriño entre toda la multitud. Arriba, sobre el escenario, estaba Francisco, dispuesto a hablar. “Es para mí un orgullo presentaros a Veli, el símbolo de la unión que marcará un antes y un después en la historia de esta ciudad y nos pondrá en todos los mapas internacionales”. Cualquiera de los miembros del público podía ser la persona a la que había llamado a su padre, y tenía a Francisco a tiro….
En el otro barco, Susana y Jacobo recapitulaban acontecimientos mientras atracaban la embarcación. “¿De verdad crees que están dispuestos a matar?” “Sí, se enfrentan a la cárcel, la ruina económica y el desprestigio social. No se lo pueden permitir”.
“¿Y por qué han elegido este evento?”. “Porque hay cientos de personas, puede ser cualquiera, y muy poca seguridad porque quieren dar sensación de apertura en un acto blanco, popular. Con todo el barullo que se montará después, resultará fácil escapar a cualquiera que se haya disfrazado de voluntario para entrar”, razonaba Jacobo, ya en tierra y a punto de entrar en el local.
“Pues, francamente, si yo quisiera llegar a Francisco sin problemas lo que haría sería disfrazarme de la mascota”. “Repite eso”. Susana iba a volver a decirlo cuando los dos escucharon el sonido de un disparo y la voz de Sergio gritando: “¡Francisco!”. Llegaron a tiempo de ver a Veli huyendo.
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¿Han disparado a Francisco? ¿Sobrevivirá? ¿Supondrá el triunfo definitivo de Anselmo? ¿Llegó Marina a responder a la declaración de amor de Francisco?¿Perdonará Marina a Sergio? ¿Conseguirá Sergio averiguar la verdad sobre su madre? ¿Podrá llegar a celebrarse el Campeonato Mundial de Vela?
CONTINUARÁ
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