«Falta cultura de colaboración y empatía para resolver la cuestión del lobo»
El Grupo Campo Grande surgió en Valladolid con la idea de lograr un acercamiento de las posturas que hay en este tema. Por lo menos, que se acostumbren a escucharse para fomentar el entendimiento y avanzar hacia una solución útil y satisfactoria.
Nuria Alonso forma parte del equipo de Mediación, que trabaja con ese objetivo, dentro de la idea general de la Fundación Entretantos, que pretende abrir «procesos de participación social», en busca de un «desarrollo más sostenible, más pegado al territorio», según dice en una entrevista concedida a EL FARADIO DE LA MAÑANA, en Arco FM.
En primer lugar, Alonso quiere resaltar que «no está reñida la conservación del lobo con la ganadería extensiva». La convivencia de esa especie tan característica que es el lobo ibérico con las actividades del sector primario es posible, pero hace falta lograr un encaje entre las dos cosas. Ella forma parte de un grupo de personas que pretende «hacer un diagnóstico de la situación».
El objetivo de este grupo es «forzar a la empatía». Puede sonar contradictorio, pero si se logra entre las partes que se acostumbren a escuchar y a reunirse con quienes opinan de manera distinta, es mucho más probable que el proceso avance.
De momento, ya tienen una «declaración de consenso sobre la mirada del conflicto». El siguiente paso es ayudar a un «trabajo colaborativo entre las partes», en el que el Grupo Campo Grande quiere aplicar «técnicas de mediación para que haya empatía y se busquen soluciones conjuntas», sostiene.
Respecto a la decisión del Ministerio de Transición Ecológica de incluir al lobo ibérico en el Litado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRE), tras una ajustada votación entre las Comunidades Autónomas, Alonso cree que se trató de una «decisión carente de una participación amplia o equitativa». Le parece que se trata de un «conflicto complejo» y por eso ve necesario un «proceso de participación y mediación».
La especialista en mediación cree que se debe ampliar la mirada que se tiene sobre este delicado asunto, y estima que muchas veces el «análisis se queda en la gestión política o económica», cuando hay más cosas a considerar. Para el sector primario, la presencia del lobo «no es el único problema, y ningún ganadero diría lo contrario», pero también señala que «hay una cuestión cultural y emocional que no se está cuantificando» para detectar problemas y posibles soluciones. «Lo emocional entra en juego a la hora de la disputa», remarca Alonso.
Aunque se trata de un conflicto largamente debatido, la componente de la Fundación Entretantos sostiene que «ninguna herramienta ha funcionado, porque no hay una solución mágica», aunque destaca que «hay un punto de partida común, que es el de encontrar una salida».
Sin embargo, llevamos años contemplando como muchos discursos políticos desembocan en crispación, y esta cuestión del tratamiento que debe recibir el lobo no es ajena a esto. «Cada vez están más polarizados los discursos y hay enfrentamientos con mucha más agresividad», describe Alonso.
Cree que puede haber muchas medidas que ayuden a paliar la afección del lobo en el sector primario, pero «mientras no haya una escucha activa a las partes, es difícil que se resuelva». Y alargar el proceso también genera frustración. Se produce, según Alonso, una «sensación de victoria o de fracaso según dónde te sitúes, en redes sociales y en los medios. Esto no ayuda».
Aún así, la experta también subraya que «en los últimos tiempos encontramos posturas más empáticas. Son posturas valientes», pero a la vez piensa que es visible que «falta cultura de colaboración» para encontrar un mejor camino para resolver problemáticas complejas como esta.