30. La oportunidad de recuperar la calle

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||por Ángel de Diego, arquitecto. Miembro de la Junta Directiva de Cantabria ConBici||

El lenguaje ejemplifica, como pocas cosas, los posos de nuestra cultura. Se infiltra en nuestra memoria y puede llegar a convertir en cotidiana cualquier anomalía. Así, es el propio lenguaje el que nos enseña, apenas comenzamos a caminar, que en la ciudad cuando pasamos de un lado a otro de una calle debemos “cruzarla”. Sin embargo, las calles no siempre se han tenido que cruzar, se deambulaba por ellas sin tener asignado un espacio a los lados. En algún momento se desposeyó a los peatones del espacio central de la calle y tuvimos que empezar a cruzarla. La ciudad se llenó de semáforos. El espacio central por el que empezaron a circular los coches logró continuidad y prioridad. Desde entonces los coches simplemente “pasan” y los peatones “cruzan”. El lenguaje terminó certificando la sustracción.

Esa fue, sin duda, una de las grandes victorias del automóvil en su conquista urbana. Ahora, aprendemos cual es la jerarquía urbana antes de saber tan siquiera lo que es un coche. La vida se confinó al perímetro de las calles.

Pero, como suele, llegan cambios. Esta vez, de la mano de una cifra. 30. Será obligado limite de velocidad para los coches en buena parte de las calles de las poblaciones. Razones no han faltado y ventajas muchas. Los ayuntamientos deberán hacer posible el cambio legislativo y adaptar las calles a la nueva norma. En ciudades medias y pequeñas, las nuestras, parece que será mas fácil identificar lo que no está a 30 que iniciar una carrera por ubicar treintas por todos lados. Si, todo a 30 excepto cuando nos indiquen otra cosa. Si los conductores asumen el mensaje “en ciudad a 30” la ciudad dará un gigantesco paso de calidad.

Hacer efectiva esta medida demandará algo mas que disponer señales de velocidad. Muchas ciudades, no terminan de confiar en radares y señales y diseñan calles para vivir, en las que no se pueda circular a mas de 30. Políticos, ingenieros, arquitectos, ¡el eje central de un vial no manda! Si queremos la calle a 30 deberemos prestar mas atención a lo que pasa en los bordes y doblegar y encoger el espacio central, el de los coches. Los ejes deberán transformarse en líneas sinuosas que impidan la velocidad y se acomoden al perímetro, donde está la vida. Si hay un colegio se ensanchará el espacio peatonal y se apartará la circulación, si hay una plaza se extenderá su pavimento y los coches deberán cruzarla, si hay un parque asomará a la calle, etc. etc.

Sin duda, una oportunidad para cambiar de protagonista en la ciudad. Que sean los coches y no los peatones los que empiecen a entender y sentir que han de “cruzar” la calle. Invertir prioridad, continuidad y sobre todo percepción. Si el itinerario peatonal es continuo y prioritario serán los coches los que crucen, si la vida de los bordes prima, será la traza del coche la que, sinuosa, se adapte a lo que ocurre alrededor. Si los conductores empiezan a sentirse conscientes de cruzar una calle, habremos aprovechado la oportunidad que viene de la mano de esta cifra.

¡Que la norma no quede en el pape! El 11 de mayo empezará a ser de aplicación.

 

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