Esta semana ha quedado visto para sentencia el proceso judicial contra la cúpula directiva de SNIACE, por un presunto delito contra los recursos naturales, con motivo de los vertidos al río Saja que se iniciaron en abril de 2008 y se prolongaron durante más de 2 años y en el cual Ecologistas en Acción Cantabria ha ejercido la acusación particular.

Han tenido que transcurrir más de 13 años para que se celebrase el juicio oral después de una enorme y compleja instrucción, así como la continua y reiterada táctica procesal dilatoria de Sniace. Todavía queda la sentencia y posiblemente, independientemente del sentido de la misma, habrá recursos a la misma con lo cual puede alargase el proceso «otros 4 años más», pronostican.

El juicio «ha puesto en evidencia», según la asociación, al Consejo de Administración que intentó parapetarse tras el Jefe de Operaciones y que éste actuase como ‘cortafuego’ en la cadena de responsabilidades. Posteriormente, señalaron al Secretario del Consejo, «sacrificado anteriormente como ‘chivo expiatorio’ y condenado por hechos similares en 2010». Por último, durante el interrogatorio, algunos acusados «ofrecieron un triste espectáculo y, para remate, en algún caso, se hizo gala de una cierta frivolidad», afirman.

Durante la vista oral, «la rotundidad y profesionalidad de testigos y peritos ha sido determinante», sostienen. SEPRONA, Confederación Hidrográfica del Cantábrico, Instituto Nacional de Toxicología y Unidad Técnica de Fiscalía «no han dado tregua a las insostenibles versiones exculpatorias de los encausados sobre la ilegalidad, calidad y condiciones de dichos vertidos, así como su impacto ambiental», interpretan.

Añaden que «tampoco tiene desperdicio el alegato último de una de las defensas cuando afirmaba que en el río Saja nunca ha habido ni habrá peces». Una frase que consideran desafortunada e incierta, porque después del cese de vertidos, aseguran que la regeneración de este tramo fluvial fue mucho más que notable, «incluso con el ascenso río arriba de salmones después de varios decenios sin ser vistos».

En Ecologistas en Acción creen, finalmente, que el juicio ha hecho un fiel retrato de la historia de Sniace. Estiman que «siempre se comportó como un niño mal criado, con sus trastadas, pataletas y malas notas en materia medioambiental. Tan sólo la revocación de la autorización del vertido del año 2006, después de incontables compromisos incumplidos, supuso un correctivo y un mensaje nítido para la empresa de los ineludibles retos que tenía que afrontar y que los espacios de impunidad eran limitados». Algo que, según constatan, supuso un cambio de actitud y se empezaron a hacer inversiones, aunque «lamentablemente llegaron tarde, con falta de ambición y condicionadas por una falta de cultura empresarial que fue suplida con atajos, chapuzas y trampas».