«Cualquier partido político debe escuchar las demandas de los ciudadanos»
Pocas horas antes de que se conociera la decisión del presidente del Puerto de Santander de no avanzar en la colocación de concertinas en el perímetro de esta importante infraestructura de Cantabria, abríamos el debate en Arco FM, dentro de nuestra tertulia del día.
Noelia Cobo, la portavoz del PSOE en el Parlamento de Cantabria, ensalzaba en primer lugar el «clamor ciudadano, más de 40.000 firmas» presentadas para retirar esta medida de seguridad que puede causar gravísimas consecuencias a la salud de quien saltar una valla donde están colocadas.
Hasta el momento, el discurso de PRC y PSOE, los dos partidos que sustentan al Gobierno de Cantabria, no ha sido el mismo. La pasada semana, Pedro Hernando hablaba de derechos humanos, pero también de la necesidad de más medios materiales y humanos para defender el perímetro del Puerto. «A la hora siguiente quitaremos las concertinas», decía en nuestra tertulia.
Cobo expresaba que «como dos partidos diferentes, tenemos la capacidad de tomar iniciativas individuales», pero que «para el PSOE la defensa de los derechos humanos es una de ellas», a la vez que afirmaba que «cualquier partido político debe escuchar las demandas de los ciudadanos», refiriéndose a la recogida de firmas, presentadas por la asociación Pasaje Seguro.
Román San Emeterio, vicedecano del Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, defendía que, concertinas aparte, atravesar una frontera o un límite «ya es peligroso de por sí». Por un lado, explicaba que una decisión como la de instalar cuchillas en una valla es algo «claramente indefendible», pero por otro entiende que es un tema «complejo» y que el Puerto necesita «responder con sus medios», pero no le parece que llegar a este extremo sea lo más adecuado. «Sin concertinas, esto no es como acceder a un parque temático», incidía. «Me parecen terribles las concertinas, pero también barreras de cinco o seis metros».
Por eso, San Emeterio reclama que haya un consenso para establecer en qué debe consistir una barrera. Para los migrantes que se encuentran en Santander tratando de salir hacia el Reino Unido, existe la dificultad de la valla, posteriormente la de acceder a un barco y después la de poder entrar en su ansiado destino. «Me preocupa pensar que ha sido el Brexit el que ha movido todo esto», reflexionaba.
María Toca, de La Pajarera Magazine, cree que «las concertinas no las puede defender nadie. Forma parte de la hipocresía social» un asunto como este. Y también le parece que forma parte de un debate y un «mal mucho más profundo, el de las fronteras. El ser humano debería tener derecho a moverse libremente». Porque, además, «nada frena a una persona desesperada».
La escritora piensa que la Autoridad Portuaria de Santander destina mucho dinero a la seguridad y se pregunta si «el Estado o Cantabria no tienen ideas y posibilidad económica de dar respuesta humanitaria a estos migrantes».
Lanzaba también la reflexión de que «se tiene miedo de la marginalidad y la delincuencia que puede traer. Pero cuando se ofrece una forma socialmente digna de vivir, la marginalidad acaba y la delincuencia acabo o se reduce muchísimo».
Cobo, además de asegurar que las cuchillas «no respetan los derechos humanos», defiende que «detrás de las cifras de quienes intentar ir a Reino Unido hay personas», y que las administraciones deberían sentarse a hablar para encontrar una solución «a la situación de estos migrantes», y que esto debería debatirse alejados de las ideologías y los partidismos de cada uno.
Toca contaba que ha paseado por la zona de la valla con su nieta y se encontró ante la tesitura de explicarle qué son esas cuchillas y para qué sirven: «el explicárselo a un niño te da la perspectiva de la barbarie que es algo así», algo ante lo que asentía Cobo, añadiendo que a los niños «las concertinas les llaman poderosamente la atención».
San Emeterio, por su parte, decía que «no me creo que sea simplemente una decisión descabellada, casi nada pasa porque sí», por mucho que a veces pueda haber torpeza por parte de quienes tiene que aplicar medidas. «Hay que ver lo que se está tratando de conseguir».
A este respecto, Toca dice sentirse «abochornada como ciudadana de Santander», y cree que es «repugnante utilizar la sangre para negociar. Casi prefiero pensar que es la estupidez humana la que decide poner las concertinas», concluía.