En pleno Mar Caribe, una de las islas que más reclamo turístico tiene es la que comparten Haití y República Dominicana. Este último Estado es destino habitual para visitantes españoles y europeos, con Punta Cana como sitio paradisíaco, en el clásico turismo de sol y playa que tanto conocemos en España.

Jacarafe, Junta de Asociaciones Campesinas Rafael Tomás Fernández Domínguez, es una organización dominicana que está tratando de impulsar un proyecto de agroturismo y ecoturismo en otra zona del país, concretamente en la Cordillera Septentrional.

Colabora con ellos Ingeniería Sin Fronteras Cantabria (ISF), una organización que forma parte de la Coordinadora Cántabra de ONGDs. Cecilia Gómez forma parte de ella, y acudía a los estudios de Arco FM junto con Mario González, de Jacarafe, que está en España para hablar de lo interesante del proyecto, y es poder fortalecer esa zona norte de República Dominicana con un proyecto que se vuelva con la sostenibilidad y, sobre todo, con la economía de las familias de la zona. Incluso han podido pasar por FITUR, la Feria Internacional de Turismo que se celebró en Madrid la semana pasada.

Gómez explica que ISF nació en 2007 y que se ha volcado, desde el principio, en «proyectos de educación para el desarrollo, pero ahora le estamos dando un impulso a la cooperación». Pone como ejemplo el trabajo que están haciendo en Bolivia, para la mejora del abastecimiento de agua en una comunidad. Y el otro es el que desarrollan junto a Jacarafe para intentar llevar a buen puerto «un corredor ecoturístico que revitalice la economía local».

Su trabajo aquí, en Cantabria, es el de sensibilizar para sumar apoyos. Con eso, pueden aportar financiación para el proyecto y suman también su conocimiento para que hayan una mejor planificación que le de mayor posibilidad de éxito al trabajo sobre el terreno allí en República Dominicana.

González cuenta que Jacarafe nació en 1991 como una organización campesina que trata de ayudar «a mejorar la calidad de vida de poblaciones marginales del entorno rural». En 2000 empezaron a armar proyectos de cooperación con varias organizaciones españolas, y en 2011 empezaron a apuntar en la dirección de este macroproyecto en concreto. «Vimos que la cordillera septentrional era un recurso que no se estaba trabajando ni daba los beneficios necesarios», cuenta en la entrevista concedida a EL FARADIO DE LA MAÑANA.

Primero elaboraron un plan y después buscaron socios para convertirlo en una realidad, y uno de esos socios fue ISF. El corredor tiene 70 km de largo, incluye a cuatro provincias y 12 distritos municipales, y se creó una mancomunidad de ayuntamientos para apoyarlo.

González destaca que el proyecto «ya no es un sueño, es una realidad» que ha sido posible gracias a esa implicación de los ayuntamientos, pero también gracias a diversas organizaciones sociales y de productores agrícolas, aunque considera que «el proyecto necesita seguir cogiendo forma».

No se trata solamente de dar valor a un lugar natural de gran belleza, sino también de ensalzar lo que se produce allí, por eso se intenta defender a los cultivadores de café y cacao, o de diversas frutas, o al sector de la artesanía también. «No queremos refrescos extranjeros, sino promocionar los zumos hechos con los productos de la cordillera», asevera.

Para que la zona sea más accesible, también se pretende mejorar la red de caminos, algo útil para quienes viven allí y para quienes quieran visitar ese entorno. Y ahí es donde más útil puede resultar la ayuda de ISF. La cordillera se asoma a dos valles, según explica González: «al norte, el océano Atlántico (el Caribe está al otro lado de la isla), y al sur los arrozales o las bananeras».

En estos años de trabajo se ha ido avanzando en el concepto de turismo sostenible, y González resalta la construcción de tres ecoalojamientos. Ensalzar una zona, pero sin masificarla, como es más común ver en otras zonas del país, que goza de un clima benévolo durante todo el año.

Además de la sostenibilidad, la otra gran clave del proyecto es «que lo gestionen los productores y las familias de allí, sin necesidad de que vengan empresarios de la capital Santo Domingo o de otros sitios». Para González, «el motor de la economía es que casi todo lo que dejen los turistas se quede allí».